Scala News

lunes, 31 de diciembre de 2012

Para el 2013


¿Qué le pido yo al 2013? Nada. ¿Qué le pido a Dios para el 2013? Buff, siempre he sido muy tímido a la hora de pedir; no soy de pedir grandes cosas.

El año que acaba ha tenido de todo, como cualquiera, como la vida. En su conjunto ha sido un año más de gracia, con Dios a nuestro lado. Me gusta resaltar la cotidianeidad de la vida; que para mí lo grande sea la normalidad del día a día, lejos de ser una expresión de falsa humildad es ambicionar los carismas mayores, saber reconocer a Dios en cualquier situación. No busco grandes alharacas ni zarzas ardiendo; en el cuarto de estar, con mis hijas jugando, mi mujer a mi lado, nuestro amigo espanzurrado viendo una peli, una conversación por teléfono con mi madre, las notas del cole. No pido más.

Del 2012, dentro de los ritmos de la vida, destaco, sin duda, el ejemplo de mi madre atendiendo a mi padre; acompañar a mi padre en su suspiro final y mis hijas viviéndolo con naturalidad; unas latas de coca cola normal en la despensa de casa; un par de entrañables y divertidísimas conversaciones por whatsapp; una conversación con Pedro en su despacho; el #iEncuentro; dos amigos que no se conocían cenando juntos en casa hace algunos días; el abrazo de Paula a su oso de peluche en PS, abrazo de despedida porque lo daba para otros. Sé que pueden no parecer grandes momentos, pero son mis grandes momentos.

Y para el 2013 ¿qué? Pues creo que dejarme sorprender, aprender sorprendiéndome y agradecer la sorpresa. Continuar scalando en Familia, reconocerle a mi lado, quererle a mi lado, contribuir a que otros le vean o quieran verle y sentirle a su lado; tratar de hacerle presente. Ver crecer a mis hijas felices, ser una familia feliz, con nuestros problemas pero Él entre nosotros para aceptarlos y superarlos; acompañar a mi madre aunque sea en la distancia. Ser un poco más dúctil, más maleable, más humilde, desde Su firmeza; siempre sobre la Roca. Poder acompañar, con María, Toya y Paula a algún amigo el 27 de abril en Granada, que otro permanezca con nosotros esté en donde esté. Será el año en el que se case Nacho, mi sobrino y ahijado, de modo que pido que sea por lo menos tan feliz como soy yo. Serenidad para aceptar los cambios que puedan producirse. Dormir tranquilo; vivir tomado de Su mano; despertar cada mañana junto a mi mujer.

No pido loterías ni fortunas. Le pido a Él como tesoro.

Le pido a Dios, para el año que empezará en unas horas, continuar scalando en Familia.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Una familia más


El de hoy es una fiesta preciosa y la verdad, teniendo un blog que se llama scalandoenfamilia, no podía dejar de escribir. Con más motivo tras haber renovado los votos esta mañana en la misa de las familias en la Parroquia Redentorista de Santander.

La familia es mucho más que aquello que aparece en un registro civil (de donde, por cierto, han desaparecido las palabras padre y madre para sustituirlas por progenitor A y progenitor B). Cambios que no son solamente producto de los tiempos, sino que implican, además de un destrozo etimológico, una intencionalidad clara; de hecho mucho de los tiempos actuales no es más que consecuencia medida de una idea llevada a la práctica, no un devenir natural de la sociedad. Un padre o una madre son mucho más que un progenitor, ahí tenemos a San José.

Por mucho que los modelos de familia que tengamos en la actualidad sean variados, por muy variopintos que sean aquellos que se pretendan crear, el ejemplo de Nazaret es insustituible. Los afectos, la entrega, la gratuidad, el don de la vida y Cristo como centro. Y entiendo aquí el don de la vida al mismo nivel en los casos en los que ésta se gesta biológicamente en su núcleo, y aquellos en los que la maternidad o la paternidad se encuentran y expresan haciendo suyos a tanto niño necesitado de padres.

La familia estructura la sociedad, la nutre y la sustenta. Sólo por eso creo que ha de ser defendida más allá de ideologías y credos. Pero no por eso hemos de dejar de reconocer ciertas realidades existentes que tratan de compararse con el modelo tradicional e ideal de familia. No hablo de alentar esas vías paralelas, pero de lo que sí que hablo es de tratar de exportar lo fundamental de la Familia de Nazaret a esas otras realidades, y lo fundamental es Cristo, el Amor. Hablo de misericordia, de comprensión, de acogida, de Amor.

Por muchos que sean los ataques –ninguno espontáneo ni gratuito- no creo que nadie acabe con la familia. Ésta sólo podrá ser destruida desde adentro, y sólo lo será cuando de ella se saque a Dios.

Hablo de una célula social que no tiene otro sentido que el Amor, del que nace y al que tiende. No me refiero ni a pasiones ni a atracciones pasajeras, que no son malas ni buenas en sí mismas, pero que ni son un matrimonio ni fundamento para la creación de nada. Cada uno de sus miembros es valorado por lo que es, hijo de Dios. Me refiero a esa Roca firme.

El ejemplo vivo y real de Nazaret molesta a quienes ven a un padre, una madre y un hijo como modelo, esto es, un hombre, una mujer y un hijo. Porque no quieren ver ni a Dios, ni a la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios; no quieren ver al Amor, que es quien sustenta y plenifica la familia. No todas son perfectas, no todas son modélicas y puede que no lo sean porque se cierran puertas y ventanas para impedir que Él entre a regir sus destinos. En un día como este toma de nuevo pleno sentido la lectura del libro de Tobías que tan intencionadamente elegí el día de nuestra boda: “…sino solamente para fundar una familia en la que se bendiga tu nombre por siempre”. Y el Señor fue generoso y nos lo concedió.

Y ya juntos, como familia, encontramos otra donde ya se bendecía Su nombre y que nos acogió como acoge una madre; en ella vamos Scalando en Familia.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Santos Inocentes


Cada 28 de diciembre tengo un recuerdo especial por nuestras dos criaturas que no llegaron a nacer. El Señor las reclamó para sí antes de que vieran la luz del sol para ver directamente las de su Amor. Nunca me he preguntado por qué. La ilusión de la espera, la ilusión y el amor que generaron sus breves meses de existencia fueron un regalo, aunque no llegáramos a verles. Creo que poder contemplar la vida de esta manera no es más que una gracia, otro regalo para nosotros.

Pero los realmente inocentes en el día de hoy son todos aquellos que no llegan a nacer porque alguien decide que no nazcan, que son incómodos, que complican la vida, que no serán perfectos a los ojos humanos, que vienen para terminar de destrozar vidas de antemano destrozadas, a arruinar corazones sin fortuna, a eliminar adolescencias ya perdidas bajo el imperio del sexo; los inocentes hoy, son aquellos que no han llegado a nacer porque les han matado. Ellos son santos e inocentes. Yo hoy pido por sus madres, por las que se vieron sin ayuda, asustadas, desamparadas y a las que la sociedad, y tantas personas de manera individual, no les ofrecieron otra salida que el aborto. La vía rápida. Hoy las contemplo con misericordia en su dolor, y pido por ellas. Pero pido también por quienes simplemente lo hacen por una cuestión de incomodidad, sin el más mínimo remordimiento: que el Señor ablande su corazón y conozcan también de manera activa, no solamente pasiva, la misericordia. Como pido por todas aquellas personas que participan de esa barbarie, sea como sanitarios, como consejeros, como asistentes o como lo que sea; por los que tienen responsabilidades médicas, como padres, como asistentes o como consejeros espirituales, que de todo hay. El Señor se apiadará de ellos, que ellos se apiaden de los inocentes. Porque en muchísimas ocasiones víctima es la madre, pero mucho más lo es el inocente indefenso en el seno de su madre.

No son los únicos. Igual de inocentes –ni más, ni menos- son todos los niños que a diario mueren de hambre en el mundo o víctimas de la guerra, los niños maltratados, abusados, manipulados, los niños soldados, los empujados a la prostitución. Por ellos pido. Pido por los niños que sufren por situaciones individuales y por quienes lo hacen a causa de unas estructuras viciadas y mantenidas por sociedades enfermas.

No abrimos los ojos, no acabamos de abrir los ojos. Y no lo haremos si antes no abrimos el corazón. Por eso, a los Santos Inocentes les pido hoy que intercedan por nosotros, ya que “los niños Inocentes cantan alabanzas al Señor; lo que en esta vida no pudieron hacer lo han realizado después de su muerte”.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Catequistas de retiro


Hoy, un grupo de catequistas de mi parroquia, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, parten a un retiro de tres días. Fechas de vacaciones para muchos, de estar en familia, y esta gente se reúne, se agrupa, se congrega en un retiro. ¡Qué raros son! ¿verdad? Pues yo les envidio y les admiro, a ellos y al sacerdote que les acompaña. Admiro su fe, su entrega, su disponibilidad, su actitud de servicio a la Comunidad e individuo a individuo.

Mi mujer tenía que haber ido con ellos, deseaba haber ido con ellos. Me sorprendió hace no muchos días cómo alguien le preguntó si iría al retiro con cara de “tú no vienes ni en broma”. Y efectivamente no irá, y no lo hará no porque no le apetezca o no lo necesite, no lo hará porque estará donde ahora más se le necesita, que es en Santander. El Señor marca los tiempos y los acontecimientos sean cuales sean nuestros planes previos.

Creo que a veces no somos conscientes de la capacidad de entrega de catequistas, religiosos y sacerdotes, y me temo que no lo somos porque, si bien puede que de manera inconsciente, a todos nos invade de vez en cuando nuestro propio “yo” ocupándolo todo. Y, mientras, ellos son un continuo darse, sin darse casi un respiro para ellos mismos.

Por eso creo que lo mejor que puedo hacer hoy, que me quedo completamente solo en Madrid, es dedicarles mi día, ofrecerles mi día, lo que tenga de bueno y lo que me traiga de no tan bueno; desde lo bueno que pueda hacer hasta mis propias debilidades. Para que se dejen llenar por el Amor del Niño, por un Redentor chiquitín y entre pañales que nos acaba de nacer a todos, y que se encuentra al cuidado de unos padres primerizos que supieron dejarse hacer, que decidieron dejarse hacer; y aceptar la voluntad de Dios aunque puede que no entendieran del todo.

Conozco las caras de muchos, conozco las expresiones de muchos, de cansancio, de entrega, de alegría, de pasión, de frustración, pero también sé que, como María y José, saben dejarse hacer y aceptan la voluntad de Dios aunque puede que no entiendan del todo. Y eso es algo que yo aprendo y admiro de ellos. Quiero también poder decir un Fiat como el suyo.

martes, 25 de diciembre de 2012

Amar a un Dios hecho niño


Cuando en una representación teatral uno se acuerda de la extraordinaria riqueza de la liturgia que, en sus variantes, no es más que una vía para acercarnos el Misterio y siente con dolor cómo la realidad se difumina entre el omnia vanitas, el sí pero no y la representación deja lugar a tanto yo ahogando al Humilde, puede ser uno mismo quien se ahogue y abandone la platea.

Hay épocas en las que uno no es que no debiera ir al teatro, sino que debe elegir bien cuáles son las obras que va a ver (y, desde luego, jamás subir al escenario sin conocer el libreto), porque de lo contrario se puede dejar arrastrar por el sinsentido de una forma brusca e inmisericorde. Actor, director, guionista, abogado, taxista, recogepelotas o ministro, no se puede ser todo a la vez y al mismo tiempo, hay que elegir.

Pero como no estamos en épocas de ficciones, sino más bien de ir a la Esencia, un comentario anecdótico en una profunda conversación con alguien querido o una inocente conversación con una cuñada hacen que a uno le venga a la nariz el olor a Nenuco entre pajas. Y ese corazón que tenía preparado para acoger y que de manera inesperada y súbita quedó encogido, se esponje de nuevo, abrace y se deje abrazar. Y es curioso, porque en el abrazo abrazamos, y abrazando nos abrimos a la misericordia a nosotros mismos y a los demás.

Hoy iremos los cuatro a misa de nueve a PS para, por fin, adorar al Niño; estamos deseando que llegue la hora. Ya nos dijo San Alfonso María de Ligorio “almas venid a amar a un Dios hecho niño y hecho pobre, que es tan amable que bajó del cielo para entregársenos por completo”. De eso se trata, de Amar; y dejarse Amar.

lunes, 24 de diciembre de 2012

#iEncuentro en Madrid


He decidido intentar un cambio, pasar de sentirme anonadado y sobrecogido a ni siquiera plantearme un por qué, y dejarme hacer y llevar. Ayer por la tarde tuvimos un #iEncuentro de #iMisión, y no paraba de preguntarme qué hacía yo entre tanta gente tan buena, tan preparada, tan de Dios; qué podría aportar. No voy a fijarme tanto en mi nada, en mis debilidades. Creo que me limitaré a tener más confianza en que lo que yo no pueda Él lo suplirá.

El entorno ya era espectacular, y para mí de una emoción especial, ni más ni menos que el colegio de los Padres Escolapios en Getafe, que este 2012 celebra sus 275 años de existencia. Para mí, antiguo alumno de los Escolapios de Santander, ver a Calasanz por todas partes me hacía sentirme seguro y en casa; claro, que también ayudaba a eso la espontaneidad y simpatía desbordante del anfitrión, el P José Fernando Juan Santos SchP (un activo de especial relevancia para su Orden y para la Iglesia), y la estupenda organización de Susana Hortigosa.

Comenzaron las presentaciones, y aunque yo me sentía muy, muy pequeñito (además de por cuestiones obvias), lo importante es que allí estaba. Un par de –como ellas se definen- conversas, militantes de Acción Católica, algún laico, un miembro de OFS, de Obra de la Iglesia, dos sacerdotes diocesanos, un Jesuita, dos Escolapios – uno sacerdote y otro laico de la Fraternidad de Betania- un director de cine y yo. Cuando empezó Santi lo primero que pensé fue “anda San Alfonso, ilumíname porque a ver qué cuento yo de mí mismo”; en fin. Pero todo surgió de manera natural, y no fui más que eso, yo mismo. El ritmo fue de una Comunión tan natural, tan familiar, que creo que eso mismo es lo que debemos hacer, #iMisionar de manera natural. Fue algo así como la #iIglesia poniendo cara a unos poquitos de sus miembros.

Y salí encantado, con ganas, con ilusión.

Esta mañana, cuando en PS limpiábamos y engalanábamos el templo para que estuviera adecuadamente preparado para celebrar el Nacimiento del Niño Dios en la Misa del Gallo, se lo contaba al P Ambel CSsR tratando de ser mesurado, que él sabe bien de mis entusiasmos.

El caso es que, tras el camino de Adviento, creo que me encuentro con el corazón lo suficientemente calentito para acoger al Niño y un año más, tomado de su mano, continuar Scalando en Familia; también con #iMisión.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Aún estás a tiempo


Algo falla. Una persona a quien conozco bien me acaba de confesar que no tiene sensación de Navidad. Algo falla, porque estamos tan cerca que ya casi huele a bebé en el Belén. Me preocupa.

Un amigo escribió ayer un artículo extraordinario titulado “Ponerse en la piel del otro”, y hay ocasiones en las que por mucho que lo intentes ese otro se ocupa en poner tantos blindajes que es casi imposible atisbar un solo sentimiento. Una pena no saber o no poder ponerme en su piel. Una pena que todavía no tenga sensación de Navidad. Una pena no ser capaz de contagiar. Una pena no haberme dado cuenta.

Algo falla en esa persona, casi tanto como algo falla en mí por no contagiar. Pero aún estamos a tiempo. Aún está a tiempo.

Quizás te resulte más fácil si te fijas en la carita de cualquier niño que ya va reflejando esa ilusión; si miras un escaparate, y en lugar de ver cosas lo que te sorprende es ese pequeño Misterio que han colocado; si a tu lado, observando eso mismo hay alguien que mira lo que no podrá tener, sin ser ni siquiera consciente de que a quien ya tiene es a Él. Un villancico expresa una alegría pero no trae al Niño.

Quizás te entre ese espíritu si miras tu vida. Te sorprenderás viendo que tu sonrisa refleja el Amor para muchos, que tus frases aparentemente seguras son acicate para muchos, que tus horas diarias y semanales de entrega no son sino un tímido reflejo de la Luz que brillará cuando nazca. ¿No ves? ¡Pero si tú contagias ese espíritu!

Ánimo, que está cerca. Tú has sido Posada este año para quien lo necesitó. ¡Si gracias a ti otro bebé llegará a nacer!

Mírate fijamente a los ojos en un espejo y verás que viene, luego quédate a solas, en silencio, a oscuras, mírate bien adentro: te quitarás blindajes y le harás hueco para que acampe.

¡Ánimo, que aún estás a tiempo!

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hacerse niño


Viendo las caras de mis hijas hay veces en las que me gustaría ser un niño de nuevo. Las sonrisas abiertas, la expresión de sorpresa, de curiosidad; la fuerza, la franqueza; seguridad descubierta y miedos que buscan cobijo; el sentido del humor, la sencillez, la falta de prejuicios; unos ojos que absorben el mundo; un corazón que se asoma al balcón de su mirada y se deja empapar como una esponja. ¡Esa ilusión!

Envidiable, la verdad. Aunque, en el fondo, procuro aprender con ellas tantas cosas que me siento también un poco niño. Enseñarlas a ir creciendo supone en muchas ocasiones soltar lastre, vaciarse, reaprender, corregir errores; sentar bases que muestran cómo hay bases que hay que derribar. Dejarlas que vayan siendo ellas mismas, firmes y flexibles, es en sí mismo un ejercicio de autodepuración, porque puede traer como consecuencia descubrirse a uno mismo. Mirarse a uno mismo con misericordia y sorprenderse. Y comprender.

Verme con esos ojos acercarme a Dios, con la sorpresa de un niño, la confianza de un niño, la franqueza de un niño; presentarle mis miedos en busca de cobijo y dejarme empapar; con la fe de un hombre y la confianza de un niño. Es hermoso.

Educar a los hijos es una oportunidad de comenzar de nuevo, no para proyectarnos en ellos, sino para hacernos niños, observarnos y recomenzar. Descubrir cimientos que hay que derribar es como contemplar la certeza de que no hay más cimiento que Él, y eso me hace firme. Descubrir la certeza de que todo se resume en el Amor me lleva a contemplar con asombro que también soy flexible.

Hacerme niño de ese modo, afianza al hombre. Y me hace comprender.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Dios ya sabe de qué se trata


Un amigo me ha pedido una oración por algo concreto. Esta frase casi me retrotrae a mis años escolares con mis queridos Escolapios, a la clase de lengua: sujeto, verbo, predicado, etc. Pero en esta ocasión el análisis va mucho más allá, incluso, del metódico análisis de texto en el que tan concienzudos eran D. José o el Sr. Allende. Lo primero que me encuentro es al “amigo”. El sujeto más interligado que nunca al verbo, porque en el fondo implica una relación de reciprocidad que debería siempre ir implícita en la amistad. La apertura de corazón no solamente se muestra al dar, también al pedir. El hecho de que un amigo se acerque de este modo a mi me produce una alegría inmensa, porque de algún modo me está regalando parte de su intimidad para presentársela al Señor. Y aquí viene otro elemento fundamental de la frase: “oración”. No pide cualquier cosa, no, pide lo más grande, la oración. Otra vez alegría, porque me considera digno de ser escuchado; realmente todos lo somos ("Si soy ruin y miserable ¿sobre qué fundamento puedo apoyar mi confianza de alcanzar lo que pida? Sobre la promesa infalible de Jesucristo: Pedid y recibiréis", San Alfonso). Y si me acojo ahora a la oración como “la elevación del alma y del corazón a Dios, para adorarle, darle gracias y pedirle lo que necesitamos", tal y como nos enseña San Alfonso Mª de Ligorio (aprovecho para recomendar a todo el mundo la lectura de “El gran medio de la oración”, de este santo del siglo de las Luces, porque a pesar del lenguaje dieciochesco, creo firmemente que hoy en día casi todo el mundo tiene luces suficientes para entender en el siglo XXI cualquiera de sus obras, a no ser que efectivamente los planes de educación sean tan nefastos como nos dicen y no hagamos nada por remediarlo, como alentar a la lectura), pues bien, acogiéndome como digo a esa acepción, mi amigo me está ofreciendo la oportunidad de elevar mi alma y mi corazón al Señor; es decir, me está haciendo un regalo impagable.

Cuál sea la intención –ese “algo concreto”- es lo de menos, es cosa de su intimidad, no de la mía, con lo que sobre ella guardo silencio.

Y bien sabe que su petición será –es- atendida, lo es no como un do ut des. Es atendida como cualquier amigo que me pide algo, porque sí, porque es mi amigo. Con mayor motivo porque lo que solicita es oración, algo que no se le puede negar a nadie, o yo estaría en otra liga diferente a la de la fe o mi Iglesia. Y además llevada a efecto con gozo por todo lo explicado hasta ahora.

De modo que si alguien lee estas líneas, le “renvío” el mensaje, y le pido que rece por la intención de mi amigo. Dios ya sabe de qué se trata.

De unos cuantos amigos


Hoy es uno de esos días en los que me acuesto feliz. Los hierbajos del camino a Belén se van secando y las nubes del horizonte se van disipando. Pasos que ayudan a escurrir la esponja del corazón para que llegue a la noche del 24 en perfecto estado para dejarse empapar por el Amor del Niño. Una tímida sonrisa comienza a esbozarse, casi a modo de ensayo, para ir abriéndose franca y ofrecerse al Recién Nacido, y el corazón se oxigena para que las brasas se vayan poniendo a tono y poder calentarle un poquito también a Él con mi amor.

Un amigo del alma que está en el ADN de esta pequeña familia, que forma parte de esta pequeña familia y con quien scalamos a diario, sufrimos, disfrutamos, crecemos, nos mosqueamos y nos partimos de risa (y además nos provee de unas pelis estupendas); un amigo de la infancia a quien hace muchísimos años que no veo, y que me ha emocionado hasta las lágrimas con su mensaje de Facebook por la muerte de mi padre (“recuerda que los viejos amigos lo somos para siempre, aunque cada cual siguiera su camino”), ¡gracias Manolo!; una invitación por las bodas de plata de otro; dos amigos que se han encontrado, traspasando la red; mis amigos de siempre organizando para este viernes una cena a la que no podré acudir; otra cena para este fin de semana con dos personas tan especiales que creo que María y yo estaremos flotando, en una nube porque será estar más cerca del cielo; musiquita poniéndome rojo y Virgi secundándola; la entrada diaria de Laura que debería estar recetada como antidepresivo; la propia Bárbara Jr. de quien espero que acabe su día como yo el mío; la tarde de este sábado y la del domingo. También hay otro encuentro (norte/sur) que no tendrá lugar ahora, pero seguro que el Niño nos lo traerá para después de Reyes. Más las cenas del 20, del 21, el iEncuentro del 23…

En fin, que es un auténtico gozo ver cómo todos vamos caminando a Belén, scalando hacia el Pesebre. No se trata ni siquiera de las cenas en sí mismas, se trata del amor que une a todo ello, que fluye y se dirige con paso firme hacia el Amor absoluto, pequeñito e infinito. En cada uno de esos amigos late un poquito del propio Bebé.

Y esa alegría, desgraciadamente, no la tenemos todos, no la vivimos todos. Es un hecho. Pero un hecho que puede cambiar, que DEBE cambiar.

Por eso, si hace un par de días os decía ¡ANIMAOS! Hoy os digo a quienes ya lo estáis: ¡ANIMAD! Porque el gozo del nacimiento del Redentor es para TODOS, porque nace para TODOS, porque la Redención es para TODOS. Animad a los decaídos, despertad a los dormidos, acompañad a quienes están solos. Aún estamos a tiempo, aún están a tiempo.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Scalando en Adviento


Las lecturas de este tiempo de Adviento son una maravilla, como maravilla es lo que viene, Aquel a quien esperamos. No paro de leer entradas en blogs bastante más que edificantes. Pero yo hoy no puedo evitar sentirme casi como Pedro, Santiago y Juan en Getsemaní sorprendidos dormidos por dos veces. Es algo personal e íntimo que sólo a mí me atañe. Y ahí está.

Uno cree que emprende bien el camino, que va soltando lastre, y se siente contento porque va abriendo hueco en el corazón para que sólo lo llene la sonrisa de un Bebé, la Luz de un Bebé. Cree incluso haberlo iniciado de la mejor manera que podía, hasta que zaca bum, un chasquido interior te despierta. ¡Estaba dormido! Dormido quizás simplemente por no ver, por pensar en mí mismo, por no medir las consecuencias de mis actos; creyendo ver, creyendo no pensar en mí, creyendo ser mesurado.

Esto no me afecta más que a mí, no va dirigido a nadie, pero ya que he tomado el hábito de teclear y publicar,  y he perdido el pudor en hacerlo, simplemente lo cuento. Cómo se sintieron Pedro, Santiago y Juan al dejar sólo al Redentor lo desconozco; sé cómo me siento yo, y estoy deseando que llegue el viernes para acercarme a PS a las 19h. Puede que entonces cese ese punzón,  y se atempere el pequeño ataque de psoriasis que empezó hace algunos días y hoy ha florecido con verdaderas ganas (hacía muchísimo tiempo que no tenía un brote, pero hay veces en las que el cuerpo responde a su manera).

Pero ahí está la fe que es la que te levanta, empuja y mueve. Y ahí voy, retomando el camino de Adviento. Sin timidez, con decisión y con lo único importante, con fe. Pondré de mi parte todo lo que tenga que poner y el resto lo hará un Redentor entre pañales. Mantengo firme la esperanza en llegar sonriente y con el corazón como una esponja para dejarse empapar por el Amor del Niño.

Caminando, scalando en Familia; sé que scalando en Familia. Con los ojos bien abiertos y los cristales de las gafas bien limpios para no tropezar. Aún estoy a tiempo.

Todos estamos a tiempo así que ¡ANIMAOS! Animaos los decaídos, despertad los dormidos. Aún estamos a tiempo.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Eso será la poesía


Algunos tweets intercambiados estos días con gente mucho más buena, mucho más sensata y mucho más erudita que yo, me han inquietado. Tanto como me inquietan a veces los intentos del cambio en el lenguaje, que yo veo no como intento de adaptación de un determinado mensaje, sino como una estructurada y estudiada manera de ir vaciando de contenido ese mensaje, para que al primer soplo desaparezca. Sé que la intención de los autores de esos tweets es cualquier cosa menos esa, pero también sé que ciertas corrientes que vienen de muy lejos van calando lenta pero firmemente en la sociedad y tratan de ir avanzando en sus objetivos. Me preocupa no porque crea que finalmente acabarán venciendo, que no lo harán, me preocupa como cuando veo equivocarse a mis hijas. A unos les quiero, a otros les aprecio y a todos les tengo en altísima estima. Si no fuera así, sus opiniones me resultarían abiertamente indiferentes. Pero sé que cielo y tierra pasarán, más Su Palabra no pasará. No pasará, aunque se presente –con la mejor intención- para animar a su lectura como unos textos meramente poéticos. Lo que me ha hecho pensar en la poesía pura, recordándome estos versos de León Felipe:

“Deshaced este verso,

Quitadle los caireles de la rima,

El metro, la cadencia

Y hasta la idea misma…

Aventad las palabras…

Y si después queda algo todavía

Eso

Será la poesía”

El caso es que la vida de todos ellos muestra que, aunque le quiten los caireles de la rima, expanden la idea misma a cada paso. Pero yo soy más de al pan, pan y al vino, vino. Con naturalidad y sin tapujos. No hablar con claridad, acogida, misericordia y un lenguaje atractivo, actual y adaptado –pero al grano- al medio/largo plazo puede traer desiertos tan áridos como el de Atacama.

Y por aquello de las cosas claritas, con claridad les hablo a mis hijas. Tras unas fechas en las que mis pequeñas han tenido la suerte de vivir con toda la normalidad de la Vida el paso de la muerte, ayer les hablaba de esa “Virgen”, una joven llamada María, y tras colocar el Belén y rezar ante él en lugar de hacerlo ya en sus camas, las he explicado que esta Navidad acogeremos al Niño Dios con más ganas que nunca y lo celebraremos todo con renovados ánimo e ilusión porque será la primera que su abuelo Juan pase en el cielo.

Uno, que es así de bruto.

martes, 4 de diciembre de 2012

¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!


Esta es una de esas ocasiones en las que se me hace difícil escribir la entrada en el blog. Se me hace difícil porque las palabras se me agolpan a borbotones con la misma intensidad que los sentimientos. No es que no tenga palabras, es que ahora ni sé cómo estructurarlas, porque todas se hacen pequeñas, diminutas, si trato de expresar lo vivido esta tarde, si trato de mostrar el agradecimiento y el cariño. Gracias, gracias, gracias.

A las ocho y media, en mi casa, en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, tuvo lugar un funeral por mi padre. Las voces de parte de mis queridísimos jóvenes de la parroquia anunciaban la entrada de parte de mi Familia: Jorge Ambel un sacerdote al que quiero como a un hermano, Nicanor Brasa, Pedro López, Marciano Vidal, Juan Antonio González Terrón, Octavio Hidalgo y el diácono Damián Mª Montes. Y en los primeros bancos mi familia al completo, con la excepción de Nacho, mi ahijado, que no pudo venir desde Santander. Y un templo repleto de Amigos; amigos de mis padres, de mis hermanos, de mi mujer y mis cuñados, de mis sobrinos, mis “comunitarios” Laicos de PS, los hermanos del Grupo de Matrimonios, muchas personas de la parroquia, amigos míos.

Y el respeto de un silencio sepulcral, roto solamente por el amoroso sonido de las voces del coro o de quien presidía, el Padre Jorge Ambel Galán.

Si en algún momento contuve las lágrimas estas no fueron producto de la pena sino de la emoción de recibir y experimentar tanto Amor. No puedo expresarlo de otra forma. Todo en sí mismo era una inmensa oración por el eterno descanso del alma de mi padre. Era tal la fuerza que podía haber habido una gigantesca explosión de Amor.

Y ante esto uno simplemente puede decir, tímidamente, gracias. Ni siquiera con mayúsculas. He vivido el cariño de la comunidad Redentorista, de los jóvenes, de todos quienes hicieron el esfuerzo por hacerse presentes, desde los más jóvenes a los casi centenarios; y a él uní todas las expresiones de afecto recibidas estos días.

La cercanía de ese hermano con mi madre, el afecto de Pedro con ella, las palabras de Nicanor, el calor de todos. Y esos jóvenes a quienes tanto quiero, y todos, todos, todos.

La emoción de mis hermanos, la enhorabuena de mi madre por esa Familia, tantos amigos.

Aún floto entre el aturdimiento y el agradecimiento, pero con la paz y la alegría que no son producto más que de la fe. Porque lo más importante, lo importante, lo único importante es Él, entorno a Quien todos estábamos reunidos. Y el Perpetuo Socorro de María, el Icono con la Virgen sosteniendo al Niño, la Madre en cuyos brazos se durmió mi padre para despertar en el cielo.

Cuando uno no sabe qué decir, o cómo decirlo, lo normal es que sea mejor callar; pero yo no lo hago, de modo que: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

sábado, 24 de noviembre de 2012

La muerte se Vive


“Resignación”, “encarar”, “afrontar”, “sobreponerse” son palabras que he estado escuchando o leyendo mucho estos días, referidas a la muerte. La verdad, no van conmigo en absoluto. Se agradece la intención, eso sí.

La muerte se Vive tanto como se alcanza la Vida tras ella. En la muerte se acompaña, y el dolor o la pena no empañan para nada la alegría. ¿Contradicción? Quizás. Pero es como yo he vivido la muerte de mi padre que en paz, y con una enorme placidez durmió en los brazos de María para despertarse en los del Padre. Arrodillado mientras dirigía la Recomendación del Alma, la Letanía de los Santos, la Letanía de los Ángeles. Pena y dolor; alegría y satisfacción por la manera en que llegó a su último destino. Tristeza y gozo porque se enfrentó cara a cara con su Redentor; oración para que goce de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos. Nacer cuesta, morir cuesta. Son procesos normales, y ambos han de vivirse con normalidad. La fe marca la diferencia, sin duda.

Porque la muerte se Vive, y creo que hacerlo con naturalidad es la mejor opción. Sin dramatismos. Sé que yo soy un privilegiado por la fe, y también por el ejemplo indescriptible de mi madre. Me siento contento de cómo lo han vivido mis hijas. La Misa de Alma en casa de mis padres, junto al P Marra-López, leyendo la Primera Lectura y el Salmo, contemplando frente a mí a mi madre, mis hijas, mi mujer, mis hermanos y mis sobrinos a los pies del féretro de mi padre, en el lugar donde tantas comidas familiares hemos compartido, fue también algo gozoso, por muy envuelto en pena que estuviera. Con naturalidad, con normalidad, con tranquilidad, con fe. No puedo dejar de destacar con mayúsculas la cercanía y la bondad de este extraordinario Misionero Redentorista que es José Luis Marra-López, Superior de la Comunidad de Santander.

La normalidad del tránsito, la normalidad de la vida. Normalidad al escuchar a mi hija mayor, de siete años, hablar con su hermana, de cinco, sobre que lo que había ahí adentro no era más que el cuerpo de su abuelo, porque lo que de verdad era el abuelito, su alma, ya estaba en el cielo.

Una muerte que ha sido una bendición, un ejemplo.

Y el dolor, obviamente, que hace su entrada con suavidad, sin dramas. Y en ese dolor se notan ausencias, frialdad e indiferencias que no dejan de sorprender; pero así es el teatro de la vida y hay gente que se centra más en el teatro que en la Vida. Et omnia vanitas.

Por muchas vueltas que le demos, querer, Amar, acompañar, solamente son tales en gerundio. Pero uno puede fijarse en eso, regodearse en aquellos a quienes le hubiera gustado tener cerca, o bien focalizarse en las sorpresas agradables. Ésta segunda opción, además de más justa es también más sana. Y a mi me ha alegrado y acompañado tanto el pésame de S.M. el Rey o una llamada de Granada como la presencia física de quien literalmente ha cruzado el Atlántico para estar; algunos tweets de Galicia, Valladolid, Getafe o Roma los he sentido tan cálidos como el abrazo de los que sin dormir, cogieron el coche desde Madrid rezaron, se hicieron presentes y regresaron de la misma; quien llegó de Viena, la conversación con mi Párroco de Madrid, la retransmisión casi en directo del acto teatral que ayer tuvo lugar en PS. Lo cierto es que, en estos momentos, cualquier manifestación de afecto –siendo sincera- es bien venida, sea como sea, email, teléfono, twitter, whatsapp, sms, telegrama o presencial.

Yo me quedo con la Vida que supone la muerte, ni con el vacío que deja, ni con un cuerpo en descomposición colocado en un panteón rodeado de antepasados; me quedo con la Vida. Me quedo scalando en Familia.

domingo, 18 de noviembre de 2012

FILA 0 CONCIERTO SOLIDARIO - PS


Hoy son dos los post que publico en el blog, el primero sobre cómo acabo de hablarles de la muerte y la Redención a mis hijas, personificada en mi padre que está pronto a presentarse ante el Todo Misericordioso. Una conversación sobre la Vida, sobre en qué y cómo emplear el tiempo que nos regale el Señor, sobre la Redención Copiosa.

El segundo es éste, y trata de lo mismo: de la Vida. El próximo viernes 23 de noviembre, a las nueve de la noche, tendrá lugar un CONCIERTO SOLIDARIO, en la Parroquia Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, en pleno barrio de Chamberí, calle Manuel Silvela nº 14 (http://www.perpetuosocorro.org/madrid/noticias13/Concierto_Solidario12.pdf). Lo recaudado durante el concierto irá a beneficio de Asociación para la Solidaridad, la ONGd Redentorista y, en concreto para el proyecto de construcción de un laboratorio de análisis clínicos en el distrito de Cataratas (Kinshasa, Congo). Dado lo espectacular y el exitazo del año pasado, la expectación para este año es francamente impresionante; conmueve. Son muchos los que no podrán asistir, los que me han preguntado dónde donar, cuál es la FILA 0; pues para todo el que quiera colaborar hay una cuenta abierta en Banco Santander (0049-5102-27-2210138725) donde podéis efectuar vuestros ingresos señalando CONCIERTO SOLIDARIO. Creo que es para todos nosotros una de esas oportunidades en las que podemos realmente colaborar con el hermano necesitado, mejorar sus condiciones de vida (Mateo 25, 31-46).

Como veis, los dos post están interconectados, porque mejorar las condiciones de vida es también regalar Vida. A los necesitados y a nosotros mismos, porque irán “los justos a la Vida eterna”.

Y tras lo sonoro de la edición anterior, sois también muchos los que me preguntáis sobre qué versará este año el concierto. Bueno, pues no está bien eso de ir desvelando el misterio, sólo os diré que cuando me lo contaron me quedé sin palabras y con los ojos abiertos de par en par. Pero cómo me quedara yo es lo de menos. Me impresiona –ni sé cómo sigue impresionándome- la ilusión, la entrega, la alegría, la FE del grupo de jóvenes; del P Ambel qué podría decir, en fin, me reitero en lo dicho tras el concierto del año pasado (http://www.scalandoenfamilia.com/2011/11/la-indescriptible-leccion-de-unos.html), resaltando ahora su capacidad innata para conseguir que todos nos sintamos unidos e implicados con una naturalidad y humildad que le convierten en una especie de “gusiLuz” reflejando la Luz  que viene de lo Alto.

Ver las caras de ilusión de quienes están directamente implicados en este CONCIERTO SOLIDARIO hace ya pensar en los frutos. Sus sonrisas son yemas que brotan: la primavera está cerca, a la puerta. Cada uno de ellos es una rama de la higuera en la que se convierte este Concierto.

Y yo he pensado, tras ofrecer al Señor todo lo bueno que en la vida de mi padre  ha habido, que este es un medio más para ofrecer a todo el que me lea la oportunidad de colaborar con una obra buena.

¡¡¡Animaos a colaborar!!!

Que veas cara a cara a tu Redentor


Me van pasando el parte con puntual frecuencia, y eso es doloroso, pero me hace partícipe. Acabamos de rezar con tus nietas pequeñas, con Toya y Paula, la Recomendación del Alma, a la vista de que parece que los Tiempos se aceleran para ti. Casi como si estuviéramos contigo, acompañándote en tu lentísimo abandono del Templo que el Señor te dio como morada cuando fuiste concebido. Siete y cinco años, y les he explicado con la mayor naturalidad y normalidad lo que ocurrirá sólo cuando nuestro Buen Dios decida. He tratado de hacerlo de la mejor manera, recogiendo en el relato todo lo que llevan aprendido en casa y en PS; intentando que les cuadre lo que puedan tener de confuso las mentes de dos niñas sobre aquello que van absorbiendo y haciendo suyo. Y he tratado de hacerlo desde el propio cuerpo, lo más carnal y terreno que poseemos en custodia; desde el nacimiento del bebé que fuiste, al anciano moribundo que eres. Desde la Vida por Dios creada, hasta la Vida a Dios entregada. Sin dramatismos, con normalidad. Explicarles que no son dos momentos puntuales, y que a lo largo de nuestro caminar tenemos la absoluta libertad de decidir cómo, por dónde y hacia qué lugar dirigir los pasos; tus nietas irán decidiendo con el uso de razón, y para ayudarles vamos todos Scalando en Familia.

Luego salí de casa. Me fui a Chisperos, cerquita del Sagrario, simplemente a hablarle de ti al Todo Misericordioso, aunque con la confianza absoluta de que contarás con mejores recomendaciones porque llegado el momento Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso presentarán tu alma ante el Altísimo.

Estás tranquilo y sin sufrir y con la compañía abnegada de mamá que es quien realmente sufre ahora. Y lo hace con la lucidez que ha tratado de inculcarnos a todos: una fe inquebrantable, firme, sorprendentemente firme siempre ante la adversidad, que unida a ese concepto casi genético de la dignidad y del sentido del deber hacen de ella el ejemplo más cercano que todos hemos tenido en casa del Evangelio.

Ahora ya, acompañándote desde la distancia, solamente queda rezar y esperar, con el Salmo 129. Copiosa Apud Eum Redemptio.

Que veas cara a cara a tu Redentor y goces de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Jornada Familiar en PS


Un montón de niños, padres, un religioso, catequistas, merienda, fantas y una peli con coloquio. Pero era mucho más que un cine fórum. Infinitamente más.

Nosotros cuatro solamente pudimos llegar a la película, pero allí estaba el resto desde las 11:30h de la mañana, compartiendo una Jornada Familiar en PS, mi parroquia. Eucaristía, comida, juegos… en Familia, en casa.

La madre de dos de los chicos que allí estaban, foránea de Madrid como yo, andaluza, me comentaba el lujazo de parroquia que habían encontrado en PS. Y es cierto. La vida parroquial se nutre de los laicos, pero en nuestro caso se ve acompañada, impulsada, alentada y sostenida por una Comunidad Religiosa extraordinaria, y todos nutridos y unidos por el Evangelio de Cristo y el anuncio de la Sobreabundante Redención. Para vivirlo en comunidad y anunciarlo en nuestro día a día o en actividades concretas, porque la mía es una Parroquia netamente misionera.

La fe que nos sostiene y nos impele con ilusión y alegría a tratar de irradiarla. Aquí no se trata de regalar el tiempo, todo o parte, sino de compartir durante ese tiempo; porque ni siquiera el tiempo es nuestro, nuestra es la voluntad para hacer una u otra cosa en su transcurso. Ese es el quid, la decisión que tomemos en cómo empleemos el suceder de las horas. Independientemente de las circunstancias individuales transitorias o no, puedes elegir entre lamentarte perennemente o contagiar a los demás tu alegría; entre encorvarte el espinazo y el alma contemplando incesantemente tu propio ombligo o fijarte en las necesidades de los hermanos; entre ignorar o mojarte; entre guardarte para ti el tesoro de la fe o mostrarlo al mundo para que otros puedan también ser conscientes. Sostenerte en los demás y ser sostén para otros. Ahogarte en tu vida o darla para que más personas tengan eso, Vida.

Y allí estábamos. Oita del Campo (que es en sí misma un tsunami de fe que te arrastra con su sonrisa y su mirada) eligió una película extraordinaria, “Charlie y la fábrica de chocolate”, dirigiendo el coloquio con niños y mayores; sorprendentes las respuestas de esos chiquillos. Todas juntas se erigieron para mí en una gran Respuesta: sí, la formación en la Parroquia y en nuestros hogares va por algo más que el camino correcto.

Pensar en la cantidad de parroquias como la mía, en la cantidad de pequeñas comunidades cristianas repartidas por el planeta y reunidas en Su Nombre, me hace ver que la Iglesia, "mi" Iglesia, es una Iglesia plural y Viva. Sí, plurar y Viva.

Todos juntos. Scalando en Familia.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Gestos necesarios


Justo cuando uno se debate entre la frialdad y la falta de empatía, entre el corazón ardiendo y el frío exterior, llega a través de una red social un cálido abrazo familiar del otro lado del charco. ¡Qué bien sienta y cuánto se agradece!

Porque hay situaciones en las que, tras acabar una intensa conversación de teléfono, cuelgas el móvil y te ves rodeado de gente andando por la calle, conocida o desconocida y sientes la necesidad de ese abrazo. Y llegó, como enviado de lo Alto, como si fuera Él que me dijera: eh, Enrique, que estoy aquí contigo. Y alguno más se ha sucedido a lo largo de la mañana.

Hay gestos que son necesarios.

He contemplado uno de esos gestos hoy mismo. Contemplar, exactamente eso, si me atengo a la primera definición que del verbo nos ofrece la RAE: poner la atención en algo material o espiritual. Ese gesto fue material y espiritual al mismo tiempo. Ha tenido lugar en misa de una, en el momento de la paz. Un anciano, extraordinariamente deteriorado físicamente, se volvió con gran dificultad hacia su mujer que estaba en silla de ruedas y, aunque no acertaron más que a rozar sus frentes, me pareció un hermosísimo beso cargado de Amor. Sentí una ternura inmensa. Y envidia; de la buena, eso sí. Envidia pensando en otro anciano. Envidia pensando en mí mismo. Me encantaría ser ese anciano acercándome enamorado a María.

Hace ya bastante tiempo, diez años largos, se pusieron en contacto conmigo unos Head Hunters, y tras un larguísimo proceso de selección dudaban entre otra persona y yo. Decidieron hacer una especie de careo. Nos reunieron a los dos y tras una extensa sesión de preguntas que había que responder sin tiempo para pensar, de repente nos encontramos con la última: “imaginaos que sois ancianos al final de vuestros días y alguien os preguntara cuál fue vuestro mayor éxito en la vida, ¿qué diríais?”. Me tocaba a mí contestar primero. En ese entorno, en ese momento concreto de mi vida, nunca sabré ni cómo ni de dónde me salieron estas palabras: “Haber sido capaz de decirle SÍ a Cristo”. Caras inexpresivas y silencio sepulcral sólo roto por la profesional respuesta del otro candidato, bien seguro de sí mismo, cuando quedó claro que yo no tenía nada más que añadir y además había sentenciado mi descarte. Me cogieron a mí.

Pasaron cosas, me pasaron cosas. Y cuando decidí decírselo me presentó el regalo de hacerlo en la persona de María, mi mujer.

El gesto de ese señor me ha recordado aquel momento; como me ha enseñado que hay gestos que son necesarios. Con tu mujer, con tus hijas, con un amigo, con un desconocido, con quien sea. Porque hay gestos que van tan cargados del Amor de Dios que lo muestran.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Del insomnio


Insomnio que, como tal, no es, al menos de momento, preocupante. Pero sí que llevo una racha ya demasiado larga con dificultad para conciliar el sueño. No es la primera vez. Lo cierto es que, desde niño, por muy complicado que fuera todo, nunca tuve estos problemas; meterme en la cama y quedarme como un leño era todo uno. Empecé durante las oposiciones al Cuerpo Diplomático; en cuanto se publicaba en el BOE la convocatoria de las oposiciones me convertía en un búho. Largas horas perdidas, porque los nervios, el cansancio y el hastío me impedían aprovechar el tiempo ni siquiera para leer. En esa época hice un descubrimiento sorprendente: contar ovejas no sirve para nada.

Ahora es diferente. Procuro no contar ovejas; cuento “gracias” (no, no es que me ponga a contarme chistes a mí mismo). Reconozco claramente la causa, la tengo perfectamente identificada; y ahí está, qué le voy a hacer. Pero no me centro en ella. Me acomodo paciente en el silencio del hogar, y ya me veo rodeado de ellas: mis hijas durmiendo felices, mi mujer (feliz cómo nunca por pintar poliespan) siempre paciente y siempre Roca. Las gracias del día vienen a visitarme a estas horas: la voz de mi madre por teléfono, que es una lección diaria de fe, fidelidad y sentido del deber; la naturalidad de Toya al hablar del perfeccionismo de alguien a quien adora (una lección para ella sobre el trabajo bien hecho); un apretón por la espalda al llevar a las niñas a casa; unas cuantas personas en PS entregando su tiempo para el 23 de noviembre; un grupo entusiasmado con los ensayos para la actuación de la cena de Navidad en mi parroquia… Las gracias del día serían muchas, un cúmulo de pequeñeces de la vida diaria que, sin este tiempo de insomnio, podría dejar pasar delante de mí sin reparar en ellas. El insomnio, visto de este modo, más que un intenso examen de conciencia diario en Completas, se convierte en una detallada sucesión de algunas de las veces en las que el Señor se me puso delante durante la jornada para alegrarme y sostenerme; insomnio convertido en gracia. De lo que ya no estoy tan seguro es de si yo he sabido ser algo parecido para aquellos que hoy se han encontrado conmigo.  Si al final de este día me examinan del Amor, sí, he Amado; pero no sé si lo suficiente. Como diría San Alfonso, el Señor me dio la gracia suficiente, pero ¿aproveché yo la eficaz?

Y de gracia en gracia llego a la más importante, la que me empuja a convertirme en un torpón soldado de zarzuela, la fe.

Y visto todo de este modo, ahora va a ser que sí; ya me puedo acostar tranquilo.  Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz…

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sonriente en misa


Las lecturas y el Evangelio de hoy, domingo 11 de noviembre, son realmente impresionantes. Bueno, esta frase no es que sea una estupidez en sí misma, pero sí que puede dar a entender que otras veces no lo son, cuando realmente nos alimentan cada día, como cada día tiene su afán.
La percepción de la Palabra depende solamente de nosotros, de lo despiertos, abiertos y deseosos que estemos. No realmente de la necesidad de ella que tengamos, sino de los conscientes que seamos de esa necesidad que es permanente. Y yo hoy estaba realmente ávido, intensamente ávido. Y necesitado.
Que, además, haya leído la segunda lectura (Hb 9, 24-28)… buff inexplicable. Solamente puedo decir: GRACIAS.
Pues he salido henchido de felicidad, de optimismo; contagiado y deseando contagiar. La homilía ha sido sencillamente sensacional. Didáctica y contagiosa. Que quien predicó tenga un don innato para conectar, para la comunicación, es un regalo para sí mismo y para los demás; que a ese don se le añada una profundidad semejante, con cercanía y un lenguaje al alcance de cualquiera hace de él una especie de Alfonso del siglo XXI predicando. Un lujazo. Un lujazo al alcance de cualquiera que viva en el barrio de Chamberí y quiera acercarse a misa de 21h los domingos en PS. Una Eucaristía animada por el grupo de jóvenes de la parroquia que es para mí la mejor manera de empezar la semana.
Si bien el centro de una misa es la Consagración, el misterio y el milagro de que Cristo se haga presente en el Pan y el Vino, su propia presencia en la Palabra, la homilía durante la Eucaristía del presbítero o el diácono pueden brillar también al irradiar la Luz del Espíritu. Y hoy, una vez más, así ha sido. Confieso que por motivos personales a mi se me a escapado una lagrimilla; lagrimilla de alegría. Y tiempo después un amigo me ha dicho que me vio especialmente sonriente (está claro que no me vio teniendo que quitarme las gafas). Buena señal. La mejor señal, que se me note. Me alegra que me hayan visto sonriente. Que me vean sonriente me recuerda además a mi amiga Laura Granja que siempre, siempre, tiene la sonrisa preparada en la comisura de su alma para regalártela cada vez que la ves.
Porque soy además un afortunado. Porque tengo en mi vida viudas como las de hoy que el Señor ha puesto en mi camino. Porque si lo que tengo es tiempo, aunque no me sobre, pues eso doy. Porque aunque no tenga paciencia trato de ejercitarla para perseverar y ofrecerme. Porque si algo hay en la bolsa, trato de compartirlo. Porque aunque lo único que pueda dar sea mi presencia, ahí estaré. Porque persona a persona se puede cambiar el mundo. Y yo quiero hacerlo.
Porque Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Congregatio Sanctissimi Redemptoris, 280 años


Hoy es un día grande para la Iglesia Universal, porque una Congregación Religiosa cumple 280 años, la Congregación del Santísimo Redentor, los Redentoristas, nacida de la inspiración, perseverancia y empeño de San Alfonso María de Ligorio a la vista del abandono en el que se encontraban los pobres de las zonas rurales del Reino de Nápoles. Eran éstos “los más necesitados de auxilios espirituales, al faltarles con frecuencia quien les administre los santos sacramentos y la palabra divina; tanto que muchos, por falta de obreros (apostólicos), llegan a la muerte sin conocer ni siquiera las verdades de la fe”, según reza el Supplex Libellus elevado a Benedicto XIV solicitando la aprobación del Instituto.

 

El celo apostólico de Alfonso, su fe robusta, su perseverancia, su inteligencia privilegiada y, por encima de todo, el empuje del Espíritu, gestaron esta obra santa –junto a otros misioneros- aunque el propio Fundador fuera expulsado de la Congregación víctima de intrigas y ambiciones humanas. Pero incluso entonces él mismo, el propio Santo, predijo el éxito de su empresa. Perseverancia.

 

No es cuestión ahora de hacer un examen del estado general del clero napolitano de la época, ni resaltar la lucha de Alfonso contra todas las herejías del momento, ni su combate tanto contra el rigorismo como contra la laxitud, ni su férrea e inquebrantable fidelidad y obediencia  a la Iglesia y al sucesor de Pedro; ni siquiera como paralelismo en los ciclos de la historia. A mí ahora me interesa destacar cómo supo ver los signos de su tiempo, tanto como en la actualidad sus hijos se afanan por vislumbrar los signos de los actuales con el único empeño de continuar anunciando la Sobreabundante Redención a los más necesitados de auxilios de nuestro mundo y en nuestro momento histórico bajo el pontificado de Benedicto XVI, sucesor de Pedro. Porque en esa tarea desgastan su vida en la actualidad todos los que conforman esa “élite de santos decididos, como los apóstoles, a dar sus vidas para predicar el reino de Dios y salvar las almas. A pesar de los tiempos que corren, con más renovado empeño en los tiempos que corren, edificados sobre roca firme, y alentados por una fe robusta.

 

Una Congregación que se encuentra en un extraordinario estado de salud, misionando por los cinco continentes, ejemplo vivo del Evangelio con una naturalidad, sencillez, profundidad y alegría que no provienen sino de la Verdad, porque Copiosa Apud Eum Redemptio, “del Señor viene la misericordia, y en Él la Redención es abundante”.

 

Hoy es un día feliz para todos los que formamos parte de la Familia Redentorista, sacerdotes, religiosos o laicos, porque 280 años son unos cuantos. Pero sobre todo por tener la vista en el presente y hacia el futuro, para llevar a Cristo en el corazón, con la palabra, con la Vida, a los más necesitados. Tratando de hacer la voluntad de Dios; después de todo, como el propio San Alfonso decía “si hacemos la voluntad de Dios ¿qué más queremos?”.

 

Un alegría que se redobla desde el Cielo en la Comunión de los Santos con los nombres de San Alfonso Mª de Ligorio, San Clemente Mª Hofbauer, San Gerardo Mª Mayela, San Juan Nepomuceno Newmann, y los Beatos Genaro Mª Sarnelli, Pedro Donders, Francisco Javier Seelos, Gaspar Stanggassinger, Dominik Trecka, Nicolás Charnetskyj, Basilio Velychkosky, Iván Zyatyk, Zenón Kovalyk y los de los Santos anónimos de esta Congregación que gozan ya de la Redención de la que fueron testigos. Yo, además, conozco a varios de esos que quizás algún día sean Santos anónimos (o incluso oficiales), porque ya lo son desde el silencio de su Vida diaria de entrega, con el único ruido de su sonrisa, desde la benignidad pastoral y bajo la bandera de la Redención; silencio sólo roto por la Palabra que predican, por la Verdad que siempre resplandece.

 

Como miembro de la Familia Redentorista tengo una alegría desbordante; sí, como laico Redentorista, y por lo tanto como católico, como miembro de la Iglesia porque, siguiendo las palabras de Monseñor Joseph Tobin CSsR, los diferentes carismas permiten “en su totalidad dar oxígeno a la Iglesia”. Tengo, además, la suerte de, junto a mi mujer y mis hijas ir scalando en esta Familia. Y el gozo indescriptible de haber comenzado a celebrarlo ayer, rezando y dando gracias ante el Santísimo por estos 280 años, durante la Oración de los jueves del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid: en Familia y en casa.

 

Por ello, desde aquí, felicito a toda la Familia Redentorista repartida por el mundo, una familia abierta a todos, y elevo mis oraciones al Altísimo por cada sacerdote y religioso de la Congregación, por los postulantes, para que desde la fidelidad y el celo de San Alfonso continúen su misión en la Iglesia para el anuncio de la Sobreabundante Redención, y para que quienes hemos dispuesto poner nuestro tiempo, manos y dones en su cooperación, en esa misma misión, sepamos transmitirles nuestro cariño y agradecimiento.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Todos Santos


«Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.» (Apocalipsis 7, 14)

El día de hoy, 1 de noviembre, señalado por la Iglesia para guardar memoria y honrar a todos los Santos anónimos que Viven en el cielo, me parece extraordinario. Extraordinario por simple cuestión de justicia hacia ellos, y extraordinario porque a todos nos recuerda la vocación a la Santidad. Así, tal cual. Y a mí, que soy bastante bruto, no se me ocurrió otra manera de explicárselo a mis hijas que tal cual, a bocajarro. De forma que pudieran entenderlo, pero sin tapujos ni medias palabras. Porque condensa la Vida, la muerte y la resurrección, e implica fe, confianza, voluntad y capacidad de sacrificio; no basta un simple deseo. Y creo firmemente que a los niños hay que hablarles de todo eso con claridad, alegría y sin medias tintas. Ya San Alfonso nos enseñaba que “un gran deseo de ser Santo es el primer peldaño para llegar a serlo, y al deseo se ha de unir una firme resolución”. No basta una mera bondad aparente. Es “algo” más. Es Amor hecho humanidad.

De esos santos anónimos que habitan en el cielo, gozando plenamente de la gloria, seguro que todos hemos conocido a muchos, muchísimos en vida. Como conocemos a muchos, muchísimos a nuestro alrededor y en nuestro día a día, que transitan en la gran tribulación, y lavarán sus vestiduras con la Sangre del Cordero. A unos los reconocemos o intuimos, a otros no; pero por ahí andan todos. Dando Vida a su paso, sufriendo esa tribulación con dignidad y altas dosis de estoicismo. Reconocidos sin buscarlo unos, e injuriados y perseguidos otros. De todo hay.

Los que son aplaudidos no buscan el aplauso, sino acercar el Reino a la tierra, como muchos de los incomprendidos e injuriados, empujados por una fe nítidamente robusta y una dignidad que les viene de lo Alto se mantienen firmes en la Verdad por el anuncio de la Redención Abundante. Firmes contra viento y marea, firmes ante la tribulación, firmes ante la incomprensión, porque realmente se sustentan sobre Roca, no sobre arenas movedizas.

Una vida coherente con el Evangelio y con uno mismo, que empuja a uno a una Vida Santa, puede acarrear injurias, desprecios, abandono, incomprensión, arrinconamiento, bullyin, mobbing… No solamente “en el mundo”, directamente en los círculos más íntimos, en la familia (seguro que todos conocemos algún caso, aunque ni lo sepamos), en los amigos, en el trabajo, en el colegio, en la vida diaria. Incluso en las Congregaciones u Órdenes religiosas puede darse, y de eso, ejemplos como los de San Alfonso Mª de Ligorio o San José de Calasanz son bastante explícitos. Personas que mantienen una vida heroica sea pública o anónima. Hoy. Aquí mismo. A nuestro lado.

Todos ellos, sea cual sea el caso de cada uno, santo a su manera. Cada uno a su estilo y con su impronta. El camino a la Santidad nos lo marcó Cristo y cada uno lo recorre con sus propios pies, con su forma de andar.

El caso es que con toda la alegría del mundo, con el gozo de quienes se enfrentaban a los leones o al fuego cantando, yo, scalando en Familia, quisiera el día de mañana ser uno de los que lavaron sus vestiduras y las blanquearon con la Sangre del Cordero. Con alegría en el día a día, con la cotidianeidad de Dios en el hombre, con la claridad de quien no se puede callar, con la contundencia de la Verdad, con el ejemplo de una vida coherente, desde el anonimato de mi propia conciencia y lo público del cuerpo que habito: scalando en Familia.

Todos estamos llamados a ser Santos. Aquellos a quienes hoy recordamos y honramos fueron uno de nosotros, tuvieron defectos que nosotros mismos tenemos; pero tuvieron algo más, el deseo inicial, la resolución y la perseverancia.

¡Ánimo a todos, que el Cielo nos espera!

miércoles, 31 de octubre de 2012

Halloween


Hace ya algunos años que por estas fechas me invade la misma pereza con respecto al tema de Halloween.  Me parece tan absurdo como que empecemos a celebrar funerales celestes, o a quemar cadáveres, aquí en Madrid, en el Manzanares. Estos ejemplos creo que no están muy bien puestos, la verdad, porque ambos responden a expresiones religiosas. Nada más alejado de eso que Halloween, al menos en la actualidad, al menos lo que en España se ha tratado de importar. Es el proceso inverso a la inculturación.

Tras años (que los jóvenes de hoy no han vivido), en los que la transmisión de la fe no era, en líneas generales, realizada de una manera gozosa, sino más bien impositiva, pasamos al modelo mega progre y de súper buen rollito, donde el todo o casi todo valía con tal de ser “feliz” (una felicidad meliflua y efímera), un buenismo sin sustento e intranscendente. Nos encontramos con el mundo de la inmediatez, el “yo”, la autojustificación según “mis” circunstancias y “mi” psicología (que llevan de manera natural a eliminar casi cualquier sentimiento de culpa), la exacerbación del materialismo bien por el exceso de acumulación o bien por la falta sangrante. Y, al menos en parte, todos nos dejamos arrastrar. Un nuevo modo de vida que fue poco a poco eliminando la transcendencia y, no la “idea”, sino la realidad de Dios, la cotidianeidad de Dios en nuestras vidas, en el mundo, en el hombre.

Se crio a una generación que aprendió a vivir de espaldas a Dios; una generación a la que no se le habló con gozo y alegría de Jesús, del Evangelio, pero de una manera clara y explícita. Como mucho metáforas, palabras a medias, casi parábolas (pero para Parábolas ya tenemos las del propio Evangelio). Primero se vació el concepto de Dios, se eliminó a Cristo incluso como concepto cultural (la falta de cultura religiosa en la actualidad es escandalosa). Esa generación tuvo hijos, chicos que ahora son adolescentes, preadolescentes, niños. Son muchachos que buscan no saben muy bien el qué, que caminan a veces entre el desencanto, la falta de perspectivas claras, el propio hedonismo, una afectividad en formación y su mismo “yo”; y en una época de crisis económica lacerante. Una sociedad en muchos aspectos vacía, sexualizada al extremo, materialista….

Bueno, ahora que ya lo tenemos todo a punto, ofrezcámosles algo aparentemente divertido, un pretexto más de fiesta, y que les haga no ser ellos mismos por un día, y, al mismo tiempo les aleje el pensamiento de lo perniciosa que podría ser una festividad religiosa. Démosles Halloween. Y por miedo a “perderles”, a no “tenerlos” contentos, a no llevarles la contraria, no les hablemos de otras cosas, no vayan a no ser “felices”.

Pues ahí lo tenemos. Algo que no es ni bueno ni malo en sí mismo. Algo que a mi me da una pereza infinita.

Que ya, que ya sé que el panorama no es tan negro, y que la generalización anterior puede que sea desmedida. La inmensa mayoría de los jóvenes que yo conozco no responden al modelo descrito; pero es que la inmensa mayoría de los jóvenes que yo conozco puede que sean una inmensa minoría.

Y mientras, en el cole de mis hijas –que debe de ser rarísimo- no celebran Halloween. Sin embargo, esta semana les han hablado de la vida de algún santo, y en el curso de la mayor (segundo de Primaria) hoy tenían que llevar una redacción sobre el que ellas eligieran (por cierto, que Toya la ha llevado sobre Santa Teresa de Ávila, para que no nos llamen pesados con Alfonso, Clemente, Gerardo, Juan Neumann…). Son así de raros ¡que incluso les han explicado la fiesta del 1 de noviembre! Y se lo pasan bomba, y son felices. Y los miércoles, cuando llega a casa de la catequesis de Primera Comunión en el Perpetuo Socorro, vuelve entusiasmada; y los domingos en misa en PS disfrutan como niñas. Y a mi me encanta, aunque no deja de sorprenderme que mis hijas y sus amigas casi tengan más cultura religiosa ya que muchos de diecisiete años. Pero como van creciendo en una comunidad Redentorista, van aprendiendo desde ya que sus manos son para darlas, su sonrisa para compartirla y su vida para anunciar la Redención. E inmensamente felices. De modo que ahí vamos, scalando en Familia.

Y para raros, raros, esta noche al acostar a nuestras hijas variaremos la oración, rezaremos la Letanía de los Santos.

Y ahora que lo pienso, si que hubo una noche de un 31 de octubre en la que yo me disfracé, y María, mi mujer. Fue en el año 2003. Ella iba de blanco y yo me puse un chaqué: el día de nuestra boda hoy hace nueve años.

lunes, 29 de octubre de 2012

Mucho más que un cumpleaños



Creí que no podría ir, pero finalmente un Ángel de la Guarda hizo posible que, aunque al caer la noche, estuviera allí. Este sábado se celebraba el cuarenta cumpleaños de una persona extraordinaria, Miguel Ángel, (“el tío Pipiolo”, como le llaman mis hijas), fiesta sorpresa organizada por Fany, su novia, con el apoyo, trabajo y desvelos de Javier y Antonio. Yo dije que no acudiría, porque otras obligaciones me requerían en Madrid, pero fue María desde el principio.

Llegué a casa y recibí una llamada de Elías: "Vente para acá". Taxi, y ese Ángel de la Guarda recibiéndome (jamás dejaré de impresionarme con la cantidad de gente que el Señor pone en mi camino).

No voy a relatar la reunión de unos cuantos cuarentones. A muchos de ellos hacía algunos años que no los veía, y a todos juntos quizás demasiados. Simplemente quiero contar qué es lo que yo me encontré allí, que va mucho más allá de un simple grupo de amigos celebrando un cumpleaños. Lo que vi fue algo empujado realmente por el Amor, y desde hace muchos, muchísimos años.

Si yo estaba allí fue porque el Señor quiso que yo entrara un 4 de noviembre en una biblioteca, Javier se me acercara y se me presentara la imposible solución a una ἀπορία, de la misma manera en que un 19 de mayo me quiso en una Capilla y que fuera yo quien se acercara a Jorge; ambos venidos de lo Alto. Dos regalos que forman parte de mi vida y mi familia.

Nada más llegar, sin haberme quitado aún el abrigo, me encontré con la sonrisa abierta y franca de Elías; la sonrisa de una buena, buenísima persona. Yo a Elías le quiero. Qué le voy a hacer, soy así. Y de eso me di cuenta hace ya una barbaridad de años en Menorca. Esa conversación inicial, sorprendente para mí, me llenó de alegría. No porque me enterara entonces de que leía de vez en cuando mi blog, ni siquiera porque mediante estas entradas tuviera noticias por primera vez de los Redentoristas; fue algo más. Un algo más intangible que genera un claro sentimiento de comunión.

He podido disfrutar con el video que Javier y Antonio prepararon de “el tío Pipiolo” recorriendo desde el primero sus cuarenta años. Y lo he disfrutado con los ojos del abuelete de toda esa tropa; con unos ojos que se han acostumbrado a mirar de otra manera, que han elegido mirar de otra manera. Por eso no he visto simplemente la personalidad arrolladora y bonachona del cumpleañero (que no es que yo le quiera, es que es así). He visto el Amor de Fany, su novia ("Sese, ¡cásate!" Fue una especie de grito de guerra esa noche); he visto el Amor de sus hermanas; he visto el Amor de sus amigos; he visto fidelidad –sí, fidelidad- tras el paso del tiempo. Y todo ese Amor recogido y acogido en el Amor de Dios. Me gustaría que muchos de ellos pudieran entenderlo así, pudieran darse cuenta de que independientemente de los problemas cotidianos, de las rachas de la Vida, a todos les (nos) cuida, les (nos) protege y les (nos) une el Amor de Dios. Que son –somos- sus criaturas. Que está en todos y cada uno de ellos.

Que la grandeza reside en Su Amor, no en el nuestro; que la maravilla de todo esto reside en que Él nos Ama por que sí y seamos o no conscientes de ello. Que Su fidelidad es incomparable. Que es Su Amor incondicional el que le hizo colgar de un madero. Me encantaría que todos sintieran, como lo hacemos María y yo, que en Él está la Redención Copiosa.