Scala News

miércoles, 31 de diciembre de 2014

De inventario...




Scalando en Familia...






jueves, 25 de diciembre de 2014

¡Feliz Navidad!


“Jesús mío, mi soberano Señor y verdadero Dios: ¿Qué fuerza te ha hecho descender del cielo a una gruta sino la fuerza de tu amor por nosotros?
Tú que habitas el seno del Padre, tú que reposas  en un pesebre.
Tú que reinas más allá de las estrellas, tú vienes a nacer sobre un poco de paja…
Tú que eres la alegría del cielo, yo te escucho gemir y llorar.
Dime, oh Jesús mío: ¿Qué fuerza desconocida te ha reducido a tal abajamiento?
Una sola, la fuerza de tu amor por nosotros.” San Alfonso Mª de Ligorio


Hoy, ante ese Niño pobre que hemos adorado en Familia en la Misa del Gallo del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, he entonado mi acción de gracias. Gracias por mi mujer, por poder ver crecer a mis hijas, por poder disfrutar de mi madre, de mi Familia; por una año maravilloso y lleno de Vida; por haber respondido “sí” a cada una de las preguntas que mi querido P. Pedro López, como Superior Provincial de la CSsR, nos hizo el 18 de julio a los nuevos Misioneros Laicos del Santísimo Redentor; gracias por haber podido vivir cómo mi hija mayor, Toya, recibía por primera vez el Cuerpo de Cristo, el nueve de agosto, de manos de quien es un miembro más de nuestra familia; gracias por una Comunidad que es nuestra Familia; gracias por tener un trabajo con el que, además, disfruto.

Adorando al Niño, como si estuviera físicamente con nosotros, estaba a quien tenemos siempre en el corazón pero no vemos a menudo. Este año he llevado también a Cris, que pasará su primera Navidad como médico de guardia, a Xiskya y a Josué, hermanos de iMisión, que pasan su Navidad junto a los refugiados en Irak que son perseguidos por ser cristianos; Flavia, Antonio y Carlota con su capacidad de lucha y superación. Alicante, Mérida, Irak… pero allí estaban, en PS, junto a mí. Y unidos a los que nos han precedido a la Iglesia del cielo, todos en alabanza.

Yo lo tengo todo, y en el primer mundo. Le he dado gracias, sí, pero también he pedido por quienes no tienen más que tristeza y frío; por los parados, por las personas sin hogar; por quienes son perseguidos nada más que por creer que un Niño pobre, frágil, entre pajas y nacido en una gruta es realmente el Redentor; por todos lo nunca llegaron a nacer. Una locura. He pedido por quienes entregan su vida por anunciarle. Y por mi familia, y por mi trabajo y para que me enseñe a llevar un poquito de Luz.

Celebrar el nacimiento de Cristo, en PS, con la comunidad Redentorista y la comunidad parroquial es hacerlo en Familia. Salir con ese calorcito interior y celebrarlo con el chocolate caliente que nos ofrece la comunidad religiosa es celebrar la Navidad en Familia después de una cena en Familia. Recibir al Redentor en mi corazón y en el corazón de la comunidad, es asentarse en la Roca para continuar, un año más, scalando en Familia.

Dios ha nacido y es un bebé ¿Cómo no amarlo? Dios ha nacido ¿Cómo no estar alegre? ¡Contagiemos un poquito de esa alegría!


¡FELIZ NAVIDAD!


martes, 16 de diciembre de 2014

Las Posadas

Hoy comienzan las Posadas, una celebración habitual en muchos países hispanoamericanos que conmemora el peregrinaje de José y María en busca de cobijo, a la vista de que el parto se acerca. Me parece una celebración preciosa para prepararnos no solamente a recibir al Niño, sino para acompañar a María y a José. Una oportunidad para ser nosotros mismos Posada y para ayudarles a que otros lo sean también.

Llaman a la puerta interior de cada uno de nosotros para que seamos refugio seguro y cálido del Redentor. El tiempo avanza y ya va siendo hora de que preparemos un corazón limpio en el que se sienta seguro y a gusto.

Que le ofrezcamos un lugar confortable implica que en nuestro entorno también creemos el clima necesario de Amor. En la Familia, en el trabajo, en nuestra Comunidad. Un corazón preparado para servirle. En mi parroquia, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, ya tenemos, como en tantas otras, la Posada preparada. Hemos recorrido el tiempo que llevamos de Adviento en acción y oración, y así seguimos: con una alegría que desborda las manos. Porque, en realidad, no hay alegría sincera si ésta no te empuja a darte, a ayudar, a anunciar su venida a los demás. Regalar tu tiempo, tus manos y tu sonrisa. Sólo sirviendo con los pies en la tierra, sólo caminando en los problemas reales, anunciaremos la Paz.

¿Cuántas malas caras? ¿Cuánto mirar para otro lado ante las necesidades ajenas? ¿Cuánta preparación de festejos sin reparar en quien no tiene ni lecho? ¿Cuánto sonreir sin mirar a los ojos al triste? ¿Cuánto planificar sin tener en cuenta las carencias de los demás? ¿Cuánta autocomplacencia sin pararnos a pensar en todos los hermanos perseguidos, asesinados, por ser cristianos? ¿Cuánto señalar y endurecer la mirada sin vaciarnos del todo para que el Redentor lo ocupe todo?

¿Nos dejamos llevar por el consumismo? ¿Nos dejamos arrastrar por los hábitos? ¿Repetimos gestos año tras año llevados por la inercia de la historia y la costumbre?

¿Creemos realmente que el Redentor nació y viene de nuevo a nuestra vida y nuestra historia?

Cada vez que juzgamos les cerramos la puerta de la Posada; cada vez que torcemos la vista a las necesidades de los hermanos les negamos cobijo; cada vez que bajamos la mirada ante el triste, el enfermo, el humillado, el necesitado o el angustiado les damos un sonoro portazo. Y no se les puede acompañar sin oración.

Os animo a que tratéis de hacer el ejercicio diario de caminar a su lado, meditar sobre su situación, su realidad y sus necesidades. Ensuciándonos los pies con el polvo del mundo; sintiendo el dolor que precede a la Alegría. Veréis cómo a cada paso junto a ellos, tras cada puerta cerrada, sintiendo los miedos de la Madre y las angustias de José os iréis vaciando un poquito, y acabaréis con una cuna confortable en vuestro interior.

Porque ellos llaman a nuestra puerta sin salir de casa, en nuestra mujer o nuestros hijos; tantos parados o desahuciados buscando Posada; cristianos iraquíes que son unos peregrinos permanentes en busca de Posada; niños no nacidos cuya vida está en cuestión; madres o padres angustiados a quienes la situación les hace dudar sobre el futuro del hijo que esperan; niños explotados, abusados, en cualquier parte del mundo…

Y mañana de nuevo, al salir a la calle, en el metro, al llegar a la oficina… ese compañero de trabajo con quien no congeniamos; la parte del trabajo que más pereza nos dé; al hacer la compra… cualquier circunstancia nos ayudará a ir abriéndoles la puerta.

Una oportunidad más para los rezagados de espabilar, ponerse a tono, reconciliarse consigo mismo para hacerlo con los demás. Merece la pena. Él pone todo de su parte; poner un poco de la nuestra es el primer paso para hacerlo por entero. Ser pequeñas luciérnagas que iluminen su camino. Seamos diminutos puntos de luz que señalen: aquí nacerá el Niño, aquí se asentará la Luz. ¿Lo hacemos juntos? ¿Vamos con ellos scalando en Familia?


Probadlo los rezagados, los indecisos; los tristes abandonad vuestra tristeza para ocupaos de la de otro. Intentadlo los incrédulos, los hastiados. Si queréis lo vamos hablando… Quizás acabemos juntos en la Misa del Gallo.

domingo, 14 de diciembre de 2014

¡Alegraos!

Gaudete. ¡Regocíjense! ¡Regocijaos! ¿No lo notáis? ¿Seguro que no? Tratad de ir acompañamdo a María y a José, porque Él ya está cerca. Aún estáis a tiempo los rezagados. Animaos. Sí, levantad el ánimo y la cabeza para poder mirar a los ojos, y ahí, en esos otros ojos ver y mostrar que está cada vez más cerca.

Soy un privilegiado, lo reconozco. He tenido la suerte de vivir el pasado jueves una maravillosa vigilia en PS a la que no solamente fueron alentados todos los grupos parroquiales, si no cualquier feligrés. El P Nicanor, mi párroco, nos ayudó a allanar el camino, individual y comunitariamente. Una parroquia misionera, una Congregación misionera. Por eso no se limitó a ayudar a la disposición interior de nuestros corazones, si no que insufló las fuerzas para que saliéramos a ser testigos de Esperanza. Un privilegiado, porque a cada paso, es mi Parroquia la que está en permanente estado de misión; y en Familia. Un privilegiado.

El viernes también en PS, una familia misionera del movimiento de Schoenstatt que en enero próximo irán a vivir a Costa Rica como lo que son, misioneros, nos contó su proceso de discernimiento, su proceso vocacional familiar. Una bonita manera de conocer de primera mano otras realidades eclesiales que muestran la felicidad, la alegría del Evangelio. Un matrimonio alegre, padres de cuatro hijos que transmitían paz. Un privilegiado.

El mismo viernes una especial Eucaristía del grupo de matrimonios en la Capilla de la Comunidad. Sin palabras las palabras del P Octavio. En casa, en Familia, entre hermanos. Compartidos el Pan, la Palabra y la oración. Una gozada. Benedictus como preludio al fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioanes del Evangelio del domingo de Gaudete. Y el jueves, en la vigilia, me tocó ponerle voz a Juan… Un privilegiado.

E #iMisión en plena ebullición de proyectos, ilusiones, iComunión. Proyectos e ilusiones individuales y grupales. #iComunión.

Y mañana más, y a lo largo de la semana más. Pero yo ahora empiezo a necesitar aumentar mis ratos de silencio. De calma y oración en silencio. Calma, oración y silencio. Estar rodeado de personas que irradian luz de tal forma tanto en directo como en la red, a veces le hace sentirse a uno diminuto y frágil. Saberse diminuto y frágil también es una gracia cuando uno se da cuenta de que Dios se hizo diminuto y frágil, un bebé indefenso producto de un embarazo digamos que no planificado…

Impresiona el Amor del Padre para con todos nosotros. Impresiona su Amor sabiendo por todo lo que habría de pasar. Impresiona la confianza, la fe, de una chiquilla, de una jovencita, que hizo posible esta maravillosa historia de salvación. Impresiona la fe silenciosa de José; impresiona la humildad del padre del Hijo de Dios. Impresiona la fragilidad de Jesús, la fragilidad de esa minúscula cantidad de Redentor desde su concepción. Impresiona pensar que si María, al día siguiente de su fiat, se hubiera tomado la píldora del día después, no habría nada que celebrar.

Impresiona tanto Amor. Me impresiona pensar que ese Amor es por mí y por mi mujer, y por mis hijas. Impresiona pensar que ese Amor es por los cristianos perseguidos y por quienes les persiguen; por los mendigos que duermen a la intemperie; por todos y cada uno de los que sienten que no tienen nada que celebrar. Me impresiona nuestra propia libertad para seguirle o no, para dar o no Esperanza. ¿Qué hacemos con nuestra libertad?

Yo soy un privilegiado no por lo que tengo, que también, si no por lo que atesoro: la fe.

¿Eres simplemente un perezoso espiritual? ¡Pues espabila! Ahí afuera hay mucha gente que te necesita, que necesita que les animes y les lleves su Esperanza.

¿Eres un consumista compulsivo que basa estos días en comidas y regalos? Pues párate y recapacita. Piensa un poco, quizás simplemente necesites darte un respiro, contemplar la fría gruta donde nacerá el Hijo de Dios… ¿No sabes dónde? ¿Seguro? Date una vuelta por tu ciudad, la noche ya bien entrada, y fíjate en cualquier soportal, en la boca de alguna parada de metro, en alguna sucursal de cualquier entidad bancaria; sí, esas cajas de cartón, esas vidas rotas… Mira a los ojos; trata de mirar a los ojos. ¡Belén no está tan lejos!


¿Eres tú uno de los que sienten que no hay nada que celebrar? ¿De verdad? Pues hablemos… a ver si acabamos juntos en la Misa del Gallo.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Pajitas para una cuna

Yo no quiero esperar la venida de Cristo. No quiero sentarme con la confianza quieta de que haga lo que haga Él vendrá. No quiero hacerlo porque de esa manera encontrará, una vez más, una fría gruta donde nacer. No, este Adviento yo quiero salir al encuentro de Cristo. Salir a su encuentro anunciando a los demás que el Redentor está de camino.

Quiero prepararle un cobijo confortable, cálido, humilde y tierno donde acogerle. Quiero ir tejiendo una cuna de pajas para que se acurruque cómodo en mi corazón, en mi Familia, en mi comunidad. Anunciarle para que quienes no le conocen, o aquellos que no esperan más que luces y paquetes al pie de un abeto, sepan que la verdadera Luz está de camino.

Esta idea de tejerle una cuna de pajas nos la han dado las carmelitas descalzas del Monasterio de la Encarnación, en Ávila. No había mejor manera de celebrar las vísperas del Adviento que yendo a visitarlas, pasar un rato entre esas santas mujeres justo la víspera del comienzo del Año de la Vida Consagrada. Una de las hermanas animó a mis hijas a que fueran guardando cada día una pajita para formar la cuna del Señor. Con cada gesto bueno, con cada sonrisa ante una situación incómoda, con cada acto de Amor, con cada sacrificio por los hermanos acumularemos una humilde pajita. Les prometimos acumular al menos una al día por cada miembro de la familia, y otra más por la propia Familia; porque si prepararemos cada uno de nuestros corazones para acoger al Niño, también habremos de preparar la Familia a cuyo seno queremos que venga. Una hermosísima manera de ser #ConspiradoresdeAdviento

Tocar la campana del torno, entrar en el locutorio, y ver los rostros siempre sonrientes de esas hijas de Santa Teresa de Jesús (la santa predilecta de San Alfonso Mª de Ligorio) en la que fue su casa, es verse iluminado por una luz cegadora, porque cada una de ellas refleja con nitidez espléndida la Luz de Cristo. Mujeres alegres, plenamente al tanto del mundo; orantes silenciosas que sostienen la Iglesia. Nosotros nos cruzamos con una familia que había ido también a visitarlas; una familia cualquiera, por muy famoso que sea el padre. La familia de una joven postulante que acaba de engrosar las nutridas filas del Carmelo.

Al tanto del mundo y nuestro recuerdo en sus oraciones. Para María es parte de su vida. Son muchísimas las horas que ha pasado allí visitando a su tía Pili, la Madre Magdalena de Jesús, fallecida con fama de santidad no hace aún tres años. Un lujo. Un remanso de Felicidad, de Paz, de Fe y de Amor. Una especie de nave nodriza de espiritualidad con naturalidad y sin fingimientos. La austeridad extrema engalana de calor, color y Amor sus inmensos corazones.

Volvimos a Madrid cuatro corazones inflamados y serenos cargados de regalos: dos Niños Jesús para mis hijas, un calendario de Adviento, tres ejemplares de la Carta sobre la Madre Magdalena de Jesús, la imborrable imagen de esos rostros luminosos tras la clausura y una inusitada recarga espiritual. Y un encargo para mí: hablar en el blog de la vida de la Madre Magdalena. Llegará. Agradecidos.

Empujado por sus oraciones quiero salir al encuentro de Cristo, anunciar la venida del Redentor; no ser un mero alabardero de María y José camino de Belén, sino llevar una al menos pequeña antorcha que ilumine los corazones a otros para que quieran también salir a su encuentro y prepararle cobijo; anunciarle a quienes no le conocen, a quienes no saben Quién viene. Con gozo, calma y oración. ¡Juntemos pajitas para su cuna!

Disfrutar ese rato del sábado en el Monasterio de la Encarnación ha sido la mejor preparación posible para comenzar el Adviento scalando en Familia camino de Belén.


¡¡¡Animaos todos, dejaos contagiar por la alegría del Niño que está de camino, preparaos, salid a su encuentro y contadlo!!!

viernes, 28 de noviembre de 2014

Maratón solidario redentorista

Nada como no ceder al cansancio para correr a abrazar el Adviento y poder ir, con calma, scalando en Familia camino de la gruta de Belén.

El viernes 28 se inicia una especie de maratón solidario en muchas parroquias Redentoristas de España. Estas cosas extrañas de la fe que, con alegría, empuja a la solidaridad. La fe, la alegría de la fe que lleva a darse. El motivo de lo que vamos a vivir los días 28, 29 y 30 de noviembre no es otro que recaudar fondos para un proyecto de Asociación para la Solidaridad, la ONGd Redentorista: el equipamiento de un laboratorio de análisis clínicos en Mbanza-Ngungu, en la República Democrática del Congo.

EL viernes arranca con el Concierto que dirigen e interpretan los jóvenes del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid. Ese mismo día iniciamos en PS el rastrillo que durará todo el fin de semana. El sábado 28 quince kilómetros de marcha solidaria entre las Parroquias  Redentoristas de San Gerardo, Perpetuo Socorro y Santísimo Redentor, en Madrid, y que concluirá en ésta última parroquia con el Concierto de las Velas. El domingo, en PS, además del rastrillo, los laicos redentoristas organizamos la “Tapa solidaria”; habrá rifas, juegos, mercadillo y muchas, muchas ganas de ofrecer manos: en gerundio.


¿Agotador? ¿Dónde está el cansancio cuando nos sostienen la fe y la oración? ¿Cansancio? No, ilusión; caminando de la mano del Santa María del Perpetuo Socorro.

Y nosotros cuatro, el sábado, haremos un alto en el maratón para acercarnos al Monasterio de la Encarnación donde nos esperan las carmelitas en el último día de visita antes del Adviento.

Esto en Madrid, pero también en Sevilla, Mérida, Vigo, Granada… montones de gente anónima, silenciosa, incansable  y entregada ante la que uno no puede sino sentirse simplemente diminuto.

Y en PS nos esperan vísperas, oración, vida en comunidad, comunidad misionera, evangelización en gerundio, vida en salida al hermano. Nada es espontáneo, es consecuencia de la fe transmitida de una manera alegre, campechana, profunda, esperanzadora y optimista. Sin dedos que señalen, con brazos que acogen. Ancianas que sostienen parroquias con su callada oración diaria; niños que crecen firmes familiarizándose con la Palabra y la oración mientras comienzan a andar; jóvenes fuertes, ejemplo de fe, valor y entrega. Que no, que no es por que sí. Comunidades presididas por el Santísimo, la Perpe y un San Alfonso que sin duda habrá de sentirse satisfecho. Porque en casa, en estas casas de puertas abiertas, quien mantiene la fe, quien muestra la alegría de la Redención, quien transmite la esperanza, son los Misioneros Redentoristas.

Por supuesto que cosas así se viven en muchos, muchísimos otros lugares del mundo ¡gracias a Dios! pero, qué queréis que os diga: esta es mi familia.

Mientras, por otro lado, se van cuajando planes con los hermanos de iMisión, y la vorágine del fin de semana que comienza no impide que sigamos “maquinando” ofertas para el 2015 en todos los frentes, la música del día a día suena mejor porque es compartida.


El domingo, tras tanto trajín, abrazaremos el Adviento, la calma, e iremos scalando en Familia, con José y María, camino de la gruta de Belén. Pero aún queda; mientras tanto nos acercamos al Adviento en Familia.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Defender la Vida

A ver, que yo he estado allí, desde la glorieta de Ruiz Jiménez (San Bernardo de toda la vida) y, la verdad, eso de millón y medio… pues va a ser que no. Estábamos los que estábamos, aunque sean muchos más los que defiendan la vida, que eso se hace con la actitud diaria y en gerundio.

Lo de manipular las cifras es algo que no entiendo; manipular es algo que no entiendo. Allá cada cual.

Fuimos los cuatro, en familia. Y los participantes éramos personas de lo más variopinto tanto en su condición como en su estética. Esto es lo que más me ha gustado, éramos tan variopintos que quedaba claro que la manifestación por la Vida no ha sido nada ideológico ni confesional. Habría mucho católico, pude reconocer a un montón de religiosos y laicos. Pero estábamos a título personal y particular.

Defender la Vida no debe ser una cuestión ideológica, ni si quiera confesional. Por eso estaba yo allí, como un gesto patente de que defiendo la Vida desde la concepción. ¿Qué es defender la Vida hoy en día? Creo que algo periférico; esa es la realidad. Son las ideologías egocentristas que endiosan la voluntad egoísta y caprichosa del hombre las que hacen calar en el inconsciente social la tibieza ante la defensa del no nacido. Incluso he escuchado a algún cura lo carca y repetitivo que resulta defender al no nacido (algo que, sinceramente, me escandaliza y duele).

La defensa del no nacido, considerada como algo residual, es colocarnos a quienes la defendemos en la periferia de las periferias, andando sobre el filo de la navaja de lo socialmente defendible. Porque si son indefensos quienes viven en las periferias de las realidades humanas mucho más lo son los débiles, hijos de aquellos indefensos, que ni siquiera han llegado a nacer. A éstos, en esas situaciones límite ¿quién los defiende? ¿qué oportunidades tienen?

Pero no se puede ser hipócrita, o nos vomitará. Defender la Vida no simplemente es estar en contra del aborto o a favor de la defensa del nasciturus. Defender la Vida es defender a las gestantes (que son ya madres), apoyar a las mujeres que abortan. Defender la Vida es apoyar a los padres que quieren tener a sus hijos pero a quienes las madres no les piden opinión porque carecen de voz. Defender la Vida es defender a quienes se la juegan saltando una valla en busca de un futuro mejor. Defender la Vida es acompañar a los parados, a los sin techo, a los desahuciados. Defender la Vida es estar al lado del pobre, del que carece de esperanza. Defender la Vida es jugarse la propia por atender a enfermos, ancianos, huérfanos. Defender la Vida es defender los derechos de quienes carecen de ellos. Defender la Vida es acompañar a los moribundos ayudándoles a una muerte verdaderamente digna. Defender la Vida es alegrársela al triste. Defender la Vida es ocuparse de los encarcelados, de los parias, de los drogadictos, de las prostitutas. Defender la Vida es acompañar a quienes están marginados o señalados por la sociedad por su condición o circunstancias. Defender la Vida es luchar por los maltratados. Defender la Vida es dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, enseñar al que no sabe, dar posada al peregrino… pero para tener hambre, sed, ignorar o necesitar posada hay que llegar a nacer. Defender la Vida no es cuestión de bienpensantes de buen tono, limpios y perfumados; defender la Vida supone abandonar el balcón de nuestra propia existencia y lanzarse al fango. Eso es para mí, objetivamente, defender la Vida.

Pero ésta no es solamente la que vivimos aquí, que estamos de paso. Por eso, para mí, defender la Vida, lo es también y por encima de todo, mostrar a Cristo a quienes no le conocen. Llevar la Esperanza a quienes no la tienen porque simplemente nunca oyeron hablar de Él. Pero para tener necesidad de esa Esperanza y de su Palabra, hay que llegar a nacer.


Por eso yo hoy, junto a mi mujer y a mis hijas, estuve en la marcha por la Vida. Scalando en Familia.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Mártires de Cuenca

Hoy celebramos la festividad de los Beatos Mártires Redentoristas de Cuenca (http://www.redentoristas.org/redentoristas/santos-y-beatos/martires-de-cuenca)   y yo acabo de vivir una hermosísima celebración en la Capilla de la Coronación del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, ante sus reliquias y en el lugar donde reposan sus restos.

La Eucaristía ha estado presidida por un misionero redentorista boliviano, el Cardenal Julio Terrazas Sandoval CSsR. El misionero ha estado acompañado por otros misioneros redentoristas más, la comunidad de PS con Pedro López CSsR (el P. Provincial), sacerdotes todos salvo Carlos A. Galán CSsR, quien creo que inicia un año que le llevará al diaconado. La feligresía formada por jóvenes y mayores y entre ellos quien escribe, un misionero laico del Santísimo Redentor. El coro de jóvenes con el P Damián Mª Montes CsSR, sensacional. Vamos, lo que se dice una Eucaristía en Familia.

Eso ha sido exactamente la sensación, la profunda sensación de pertenencia a una Familia. La Iglesia celebra a los mártires españoles del siglo XX y, entre ellos, a los mártires redentoristas de Cuenca. Una Familia dentro de la Familia universal de la Iglesia. Y todo en casa, en PS. Participar leyendo las numerosas preces por intercesión de todos y cada uno de los santos y beatos redentoristas… en fin, qué puedo decir… que ya tocaré de nuevo el suelo en algún momento…

La homilía ha sido extraordinaria. Una homilía con acento misionero desde su inicio: “la Palabra no es sólo para ser predicada, sino para ser puesta en práctica”. Mártires, personas como cualquiera de nosotros pero que “hicieron suya la Pasión de Cristo llenando su existencia”, “testigos de su Vida y Resurrección”. No son un recuerdo del pasado, son presencia viva, imagen viva de que la santidad, también por la vía del martirio, es posible. Como nos ha recordado el Cardenal, los actuales son tiempos de una brutal persecución a la Iglesia y los cristianos.

La persecución en muchos puntos del planeta es un hecho incontestable. Como incontestable es el hecho de que la persecución alimenta continuamente mártires con nombres y apellidos y mártires anónimos. Javier, Ciriaco, Miguel, Julián, Victoriano y Pedro, hombres que son una gracia para la Iglesia y un regalo para la Congregación. Ante mí tenía a otros redentoristas, mayores y jóvenes, que continuando el ejemplo de San Alfonso regalan su vida anunciando la sobreabundante Redención. Los seis de hoy son reconocidos de manera oficial, pero yo pensaba en cuantos han entregado de manera anónima sus vidas, cuántos han alcanzado la corona del martirio de incógnito, cuántos avanzan a diario hacia ella con los hechos patentes y también por las palabras de ingratos, indiferentes y, en el peor de los casos reales, justicieros parapetados frente a la bondad sin límites de muchos de éstos hombres anónimos. "Sin miedo a mancharse las manos con los alejados", como hoy mismo ha dicho el Papa en Santa Marta.

Procesión en familia hasta el lugar donde descansan los mártires, y allí besamos su reliquias. Todo con la solemnidad, normalidad y alegría que son todo un signo de nuestras celebraciones.

Acabar besando el anillo del Cardenal Terrazas ha supuesto para mí la doble alegría de besar el anillo a un hermano y a un auténtico hombre de Dios.


Un día magnífico por el que dar gracias a Dios por sus mártires, por éstos mártires y por vivir scalando en ésta Familia.

viernes, 31 de octubre de 2014

Once años

Once años ya de aquel 31 de octubre de 2003. Y el Señor continúa bendiciéndonos cada día. Un matrimonio normal, como tantos. Una vida normal, como la de tantos. Risas, felicidad, hijos, guijarros en el camino, tropezones sobre piedras desaparecidas, obstáculos, bodas, camino, paro, estudio, manos tendidas, tiempo, ordenaciones, encuentros, prontos, entrega, muertes, compromiso, abrazos, nacimientos, lágrimas, despedidas, proyectos, perseverancia: Vida, Amor. Lo habitual, como en cualquier matrimonio.

En María, está el Señor. Tras cada carcajada, tras cada lágrima, está el Señor. A nuestros pies tras cada resbalón, está el Señor. En cada mano tendida y en nuestro tiempo, está el Señor. La casa sobre Roca y bajo la mirada de Dios. En cada hijo está el Señor: en Toya, en Paula y en los que nos esperan en el cielo.

Scalando en Familia con el Señor. La nuestra es una familia más. Recuerdo como si fuera para hoy mismo la ilusión de cada preparativo para la ceremonia, la elección de las lecturas, la redacción de las preces. Porque fue para hoy mismo, y para mañana, y para el día siguiente… Cada conversación con Borja, el P Borja Hernando (especialmente una paseando por el Cerro de los Ángeles), cada una de las palabras. La elección de la música…, ese Ave, mundi Spes con María recorriendo el pasillo central de la iglesia hacia el altar. Todo.

Descalzos sobre un camino de rosas, con sus espinas y el barro sobre el suelo. Y el barro a veces tiene piedrecitas, y en ocasiones está fresco, otras enfangado por exceso de lluvia o completamente seco por el sol. Esa es la única realidad, que hay rosas, espinas y barro; que lo recorremos juntos; que cada mañana nos visita el sol que nace de lo alto para guiar nuestros pasos.

Es así como vamos, scalando en Familia, bajo su mirada, de la mano de la Perpe y con San Alfonso. Hemos aprendido a descalzarnos. Así enseñamos a caminar a nuestras hijas. Y a tender manos a su modo; manos para dar, para acoger y para aceptar. Descalzos a través un tiempo que no es nuestro; quizás por eso, porque no es nuestro, tratamos de multiplicarlo. Yo no sé si acierto, pero lo intento. El ejemplo son las letras que guarda la memoria sin estar en los libros. Lo intentamos. Esfuerzo y tesón. Y la permanente sonrisa de su madre, y el permanente optimismo de su madre, y la singular fortaleza de su madre. Y una Comunidad, una Familia, que es un tesoro. Once años y Dios a cada esquina, apuntalando, en tanta gente. Y, desde el silencio, me sigo sintiendo acompañado.

Mirar a los problemas por encima del hombro, no con displicencia, sino porque por encima del hombro de los problemas veremos a Dios; tengo la opinión de que una gran satisfacción del diablo debe ser la frustración y el vacío que se generan cuando un problema no te permite ver a Dios. No es el problema quien te lo impide, es la falta de perspectiva propia. Como la borrachera de felicidad también te puede llevar a la autocomplacencia, olvidándote de mirar a lo Alto y agradecer.

Once años. Hoy miro hacia atrás y doy gracias; hacia adelante y doy gracias; a mi lado, y doy gracias. Doy gracias por el día a día. Doy gracias porque hace once años nos comprometimos a que éste sería un matrimonio de tres, porque sin el Señor no lo sería. Y descalzos aprendemos que el matrimonio es un sacramento peculiar que se conforma, crece y transforma día a día y en virtud del Amor. A cada paso se avanza por este camino de santidad que no podemos recorrer solos, que no recorremos solos.

Un instante eterno puede cambiar la vida y por él, por aquel 15 de agosto, once años llenos de fechas: 2 de marzo, 27 de febrero, 6 de marzo, 19 de mayo, 21 de noviembre, 18 de julio, 9 de agosto… y sumando fechas…

Once años y una familia. Once años y scalando en Familia. Once años y MLSR. Once años y ocho manos tendidas. Once años en gerundio, compartiendo.

Once años pronunciando cada noche, a pesar de algunos días, dos simples palabras: te quiero.

Once años y, sin darnos cuenta, se nos ha llenado la Vida de gente, de historias, de rostros y de nombres que han entrado para quedarse.


Once años y…: sí, quiero.

sábado, 25 de octubre de 2014

D. Carlos Osoro

Esto es imparable. Se sirve de Francisco o se sirve de Carlos, cada vez de más. Imparable. Pareciera que el Señor se haya decidido a enviar su Espíritu con fuerza y contundencia arrebatadoras, la contundencia y la fuerza del Amor y la misericordia, en medio del mundo. Del mundo real, no del idílico. Imparable revolución del Espíritu, llamémosla de Francisco que es su “abanderado” e impulsor primero, pero del Espíritu.

La homilía de D. Carlos Osoro hoy, en su toma de posesión como Arzobispo de Madrid es la entrada imparable del aire fresco y misericordioso del Amor en la diócesis de Madrid. Inicia su ministerio episcopal en la Iglesia madrileña con un vendaval suave que limpia, ilumina y empuja. Amor, el mandamiento del Amor, misericordia, puertas abiertas, acogida, misión, realidades eclesiales, Emaús, envío, anuncio, panes y peces, cambio, transformaciones, encuentro, opresión, excluidos, abandonados, mente abierta, proyectos, diálogo… Cristo, la Buena Noticia, la alegría del Evangelio.

No voy a repetir la homilía. Cuando deje de levitar y vuelva a tocar el suelo la leeré, releeré… es toda una joya. Del inicio, recordando al obispo emérito de Madrid Mons. Iniesta a quien visitó en su residencia de Albacete… (sí supo irse…), hasta el Amén final. No sólo no se ha olvidado de nadie sino que ya se ha mostrado como un padre que acoge a todos en una casa en la que cabemos todos. Por si no habéis tenido la oportunidad de escucharle os dejo un link para que la podáis leer: http://www.revistaecclesia.com/carlos-osoro-arzobispo-de-madrid-homilia-en-la-misa-de-su-toma-de-posesion

Es la toma de posesión de D. Carlos, es la toma de posesión del Espíritu, es la toma de posesión de la Esperanza… “… pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera”.

Hoy me he sentido inmensamente orgulloso de mi Arzobispo, mi paisano D Carlos Osoro Sierra, como me sentí orgulloso viendo a mi queridísimo amigo @PerezMaura leyendo la Primera Lectura, incluso orgulloso recordando a Casa San Alfonso al oírle hablar de Emaús… Un orgullo sano.


Lo dicho, que esto es imparable. Por eso TODOS somos necesarios. Un día grande por el que dar GRACIAS al Señor.

domingo, 19 de octubre de 2014

Mi Iglesia

No paro de leer últimamente comentarios que me producen una sincera y profunda tristeza. Artículos, blogs, sites de información religiosa que parecen escritos por rígidos miembros de un Sanedrín que se atrinchera en  supuestas seguridades humanas, que no divinas. Evidencias de una patente falta de confianza en el Espíritu, en Aquel que guía a la Iglesia, en la Iglesia y sus pastores. Muchas de esas opiniones reflejan una nula fidelidad al Papa. Pero expresan una ensoberbecida y supuesta verdad con minúsculas porque las cosas siempre se han hecho de una determinada manera, porque la ley –como hubo una ley que prohibía curar en sábado- impone ciertas normas o conductas.

Si todo se ha de hacer como siempre se ha hecho, andaríamos a cuatro patas y las Cuevas de Altamira serían unos codiciados apartamentos de lujo.

Esos “perfectos” me producen tristeza. Tristeza por ellos mismos y tristeza por la tristeza que generan a su alrededor.

Yo quiero a mi Iglesia, con sus defectos también, aunque haya que corregirlos. Y tiene muchísimos, aunque solamente sea por los que tengo yo, que soy parte de ella. Me encanta la pluralidad que se puede vivir en su seno dentro de la unidad. Así como me apasiona el gregoriano, la música negra y los distintos coros de mi parroquia, me maravilla que haya gente que tenga una real experiencia de Cristo en latín, bajo una celebración mozárabe, a ritmo de Gospel o frente a las maravillosas y coloristas estolas misioneras. Me entusiasma que un cura tenga la absoluta libertad de vestir vaqueros o alzacuellos sin verse coaccionado en ningún sentido, como hay sensacionales religiosos con hábito y sin él, como también y de manera bochornosa se han cometido atrocidades tras los muros de impolutos alzacuellos o la cercanía de una imagen secular. Todo lo que ayude a que uno mismo tenga esa real experiencia de Cristo es una gracia. Pero si esa experiencia de Cristo es real no puede sino llevarnos a volver la mirada a los más necesitados de auxilios, a transformar nuestra mirada en la mirada de Cristo, y esa es una mirada de misericordia, entrega y donación. Si algo no es la mirada de Cristo es la de un permanente inquisidor; si a alguien se encaminan sus pies es a los más desfavorecidos y abandonados. Aquello que simplemente nos lleve a la autosatisfacción, a mirarnos como los únicos correctos, a contemplar con displicencia al hermano es mero humo, cuando además nos lleva a la condena no es más que el atrezzo de algo peor.

Pero la Iglesia continúa adelante. La Iglesia, en gerundio, en movimiento, avanza acogedora acompañando a los correctos, sanando a los heridos y en busca de los despreciados. La Iglesia se afana en ser madre de la familia, de los ancianos, de los moribundos, de los descartados. Mi Iglesia se encuentra en salida en los misioneros de tierra de misión y de Occidente, hacia los que tienen y hacia los que carecen de lo más necesario ante la mirada impávida del “mundo”. Mi Iglesia sale a los caminos a por invitados a la boda, mata el carnero para el hijo pródigo, perdona y abraza a Magdalena. Mi Iglesia se desvive por buscar el amparo de quien lo necesita y lo necesitan los divorciados, los homosexuales, los no nacidos, los ancianos que estorban, los moribundos a causa del hambre o la enfermedad.

Lo que me sorprende con tristeza es la gente que se fija más en la letra de la ley que en las vías de solución; me sorprende con tristeza quienes están permanentemente en busca del fallo para estirar como un resorte su rígido dedo, señalando. Pero mi Iglesia les acoge a ellos como me acoge a mí. Mi Iglesia es una casa de puertas abiertas.

Como ha dicho hoy SS, Dios no tiene miedo a las novedades, por tanto, no hemos de tenerlo nosotros tampoco.

Releo las tentaciones señaladas por el Papa al concluir el Sínodo extraordinario de los obispos sobre la familia y me recuerda tanto a San Alfonso… Francisco me recuerda tanto a Alfonso que cada día me gusta más. Pero esto no es una cuestión de gustos personales es más, y al estilo de Alfonso, cuestión de una sencilla fidelidad… Por eso, con Pedro y bajo Pedro, ahí vamos, scalando en Familia.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La esperanza es el hombre

El punto de mira, el color del cristal con que se mira, aquello que vemos… Uno, a veces, puede dejarse apabullar por una realidad poco o nada edificante o, por el contrario, ver la espiguita que lucha hacia el sol en un lodazal, indicándonos que el sol que nace de lo alto continúa visitándonos cada mañana y que la vida se afana en perpetuarse.

Lo que tiene esto de la aldea global es que ya no podemos excusarnos en la ignorancia. Sabemos que hay gente que muere de hambre en África a diario; sabemos que es un continente azotado por guerras interminables y periódicas; sabemos que la pobreza y la desnutrición campan a sus anchas; sabemos que la enfermedad siembra de cadáveres nuestro vecino continente; sabemos que el “Scramble for Africa” fue una repartición de intereses que ha dejado paso a que el desinterés se adueñe de Occidente tras la descolonización; sabemos que los más pobres sufren la miseria real y cruel cayendo a diario como moscas y entre moscas; sabemos de niños soldados, de fundamentalismos, de ablaciones… Sabemos, y… ¿qué?

Ahora parece que surge un brote de pánico por una enferma de ébola contagiada en Madrid. No hago más que oír hablar de pandemias, catástrofes, petición de dimisiones, miedo… Cientos de personas se manifiestan ante el domicilio de la enferma para que no se sacrifique a su perro y apenas doscientas acudieron al funeral del último religioso fallecido en Madrid. No sé yo cuántos de los que se manifiestan por la mascota lo harían por defender la vida de los no nacidos, por mejorar la vida de los refugiados, de los inmigrantes en nuestro propio país. En fin. Es el miedo endémico y se llama ébola.

Mucho de este miedo tiene el semblante del egoísmo, del ombligocentrismo, del yo, mí, me, conmigo. Miedo por si me toca a mí o a los míos. ¿Cuántos se preocupan por la mejoría de la enferma? El mundo, el ruido mundano, el espíritu mundano. Un mundo de tinieblas.

Todo lo anterior, siendo cierto, no es más que una parte. La otra muestra una realidad que, siendo la misma, tiene un sustento bien distinto. Muestra, en el mundo, las manos de Dios, el Amor de Dios, el calor de Dios, la sonrisa de Dios. Un mundo de Luz.

Una auxiliar de enfermería que se presta voluntaria para atender a un religioso español enfermo de ébola; misioneros repartidos por todo el continente Africano siendo presencia de Dios en la vida de aquellas gentes, de aquellos hermanos; sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos dando tiempo, y vida por la vida de los más necesitados; médicos, sanitarios, voluntarios que, incluso aunque no lo sepan, son praxis viva del Evangelio; guardias civiles organizando algo tan simple como equipos de futbol con los acogidos al otro lado de una valla, al otro lado de unas concertinas teñidas de rojo.

Hoy es África de lo que más se habla, pero en muchos puntos del planeta donde haya un necesitado también hay alguien dispuesto a ayudar. Héroes anónimos, misioneros anónimos tras cada Congregación o Instituto Religioso misionero, tras cada cooperante de organizaciones como la Fundación Cione Ruta de la Luz, tras cada misionero religioso o laico, cada voluntario de la ONGd Redentorista  Asociación para la Solidaridad (www.asolidaridad.org).

Sin dudarlo prefiero la segunda realidad de un mismo mundo. La de la alegría del Evangelio, la de los héroes anónimos, allí y aquí. Porque el cambio solamente se dará si comienza aquí, en el todo poderoso Occidente; sólo se dará si comienza en cada uno de nosotros.

Y Dios sigue llamando. No sé con qué te quedarás tú, pero yo claramente me quedo con la Luz frente a la oscuridad del egoísmo o del mirar hacia otro lado. Me quedo con la alegría y la esperanza en cada ser humano que sepa mirar al otro como a un hermano. Mientas haya un cristiano que lo sea de verdad, que sea capaz de llevar la Luz de Cristo, habrá esperanza. Mientras, frente a quien se queje por repatriar a un misionero español enfermo de ébola, se alce la mano de una enfermera voluntaria para atenderle, habrá esperanza. Mientras haya alguien que se plantee romper las estructuras que perpetúan las injusticias, habrá esperanza. Mientras alguien continúe defendiendo la Verdad, habrá esperanza. Mientras exista un bebé concebido, habrá esperanza. Mientras nos visite cada mañana el sol que nace de lo alto, habrá esperanza.

No creo en el concepto calvinista de natura corrupta. La esperanza es el propio hombre, aunque pueda ser un lobo para su propia especie. Sacerdotes, profetas y reyes, sí, pero no de figurín. Todos tendremos algo que dar, algo que hacer, algo que cambiar mientras tengamos vida.


Y dicho esto, yo ¿qué hago…?

martes, 30 de septiembre de 2014

San Jerónimo

Me gusta San Jerónimo, me cae simpático. Aunque realmente, lo que se dice simpático, no sé yo… Mucho más allá de su traducción de la Biblia (aunque eso ya bastaría), de su obra, lo que realmente me atrae de éste santo es su carácter. No porque ser directo sea atrayente; no porque ser sarcástico sea atrayente; no porque la energía de ánimo en sí misma sea atrayente… más bien por todo lo contrario. Todo un carácter abrazado también a la ternura.

Me atrae porque la acidez dialéctica, la pasión, los prontos, la imaginación, incluso la ira, son características que comparte con un individuo al que voy aprendiendo a coger incluso cariño con los años, y con el que me encuentro cada mañana frente al espejo en el cuarto de baño. 

Ya, que sí, que es lo único que comparto con el santo, pero eso no deja de ser un motivo de esperanza. ¡Un enorme saco de pecados puede llegar a ser santo! Eso ya lo sabemos, pero tener identificados en un mismo ejemplar un buen número de mis mayores defectos… aumenta la esperanza.

Un carácter que me lleva, casi cada vez que escucho lo de ir a trabajar a la viña, a responder con un sonoro, rotundo, enérgico y malhumorado “no quiero”, aunque luego vaya. Porque acabo yendo, aunque la mayor parte de las veces no sepa ni cómo; ahí me veo, aunque la mayor parte de las veces no sepa ni para qué.

Quizás sea un buen ejercicio para cada uno de nosotros, identificar no solamente nuestros más llamativos puntos de mejora, sino los pecados que sólo le confesamos a Él en la reconciliación y ver qué santos han compartido nuestras mismas debilidades. Porque de todo ha habido, pero como todos han Amado, así los reconocemos, como santos. De todo, desde el Buen Ladrón a San Andrés Wounters de Heynoor, cura borracho y mujeriego del siglo XVI que sufrió martirio a manos calvinistas repitiendo su famosa frase: “Fornicador siempre fui, pero hereje, nunca”. De todo.

Cuando nos licuemos tanto como para creer que nuestras debilidades nos van a vencer; cuando nuestras debilidades nos vencen, no es mala cosa echar mano del ejemplo de esos santos que cayeron como nosotros; de esos santos que se superaron a sí mismos; de esos santos que hicieron de su Vida un ejemplo de camino ascendente.

Fijémonos también en ellos y encomendémonos, porque siguen repartiendo Vida. De modo que ánimo, amor a Dios y perseverancia que, como enseña San Alfonso, son las dos gracias más necesarias para la salvación. Eso sí, sin olvidar que el amor a Dios no es tal sin el amor a quien tenemos al lado o al que está lejos; al hermano.


Yo hoy doy gracias por el lado más humano de San Jerónimo que, aunque no sea el más erudito, sin duda es el más divino. Doy gracias porque lo intento, y porque no lo hago sólo, lo hago en comunidad y unido en la oración a los que están distantes. Scalando en Familia.

martes, 23 de septiembre de 2014

El clamor de la conciencia

“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite”. (Provervios 21, 13)

Con la frase de arriba acaba la Primera Lectura propuesta para hoy, 23 de septiembre de 2014. “Practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios” es otra perla de esta inquietante lectura. Digo inquietante porque me hace cuestionarme a mí mismo. Ese clamor del necesitado siempre ha resonado en mi cabeza; incluso en la época en que era mi nombre de fondo la música que oía, ahí estaba siempre la preocupación por el necesitado. Y cuando es tu nombre la música de fondo, al final acabas por dejarla sonar y, con las notas va todo el resto. Uno no es ni mejor ni peor por ello. Quizás pueda serlo por la respuesta que cada uno de a ese clamor, y la respuesta no puede ser más que la justicia y el derecho, que, en este caso, es algo así como la praxis del Amor de Dios.

No cerrando los oídos, abres los ojos y extiendes las manos. Al menos lo intentas. La tragedia propia y ajena está en no intentarlo.

El clamor del necesitado. Y necesitado es nuestro hermano más cercano; el necesitado puede estar en nuestro propio hogar, en nuestra casa y familia. Necesitado es el desamparado, quien se encuentra en una situación límite sea cual sea, el incomprendido. Necesitado es el anciano desmemoriado y el niño desvalido. Necesitado es el padre que no puede alimentar a sus hijos, la madre que no puede alimentar a sus hijos, los hijos que pasan necesidad. Necesitado es el marido incomprendido, la mujer maltratada, el hijo ninguneado. Necesitado es el enfermo a la intemperie en el Tercer Mundo y el misionero que le abraza. Necesitadas son las prostitutas y necesitadas las Oblatas que les muestran las manos de Dios. Necesitados son los novios apaleados en una calle de Madrid porque los dos son del mismo género. Necesitados son los niños soldados y quienes mueren con el cuello rebanado en mitad del desierto. Necesitado es el parado y necesitado lo es el empresario que arriesga y pierde hacienda y empresa por crear puestos de trabajo. Necesitados son el preso, la víctima y el juez. Necesitado es el emigrante agarrado a una valla y necesitado es el Guardia Civil. Necesitado es el “sin techo” de nuestro propio barrio y necesitado el voluntario que hace lo que puede por ayudar. Necesitado es un ser humano en una patera y necesitado es el soldado en una misión humanitaria. Necesitado es el indigente, el voluntario de Caritas y, muchas veces, quien se acerca a donar una bolsa con ropa o comida. Necesitado es el desahuciado, el niño que no entiende por qué tiene hambre, la madre que vela insomne las angustias. Necesitado es el amigo que nos pide comprensión con la mirada o con el silencio. Necesitada es la madre anciana que en la distancia caldea la estufa de los recuerdos para no caer en el frío de la soledad. Necesitadas son mis hijas o mi mujer ahogando mis miedos. Necesitado soy yo temblando por no saber cómo, acompañado de mí sombra por la calle, tendiendo torpemente unas manos vacías o con el corazón acelerado ante el Sagrario.

La necesidad se puede graduar, pero no se juzga. La necesidad se puede priorizar, pero no acallar. La necesidad se escucha, se identifica y se combate.

Aprovecharse de la necesidad ajena es lo más indigno que un ser humano pueda hacer conscientemente. Aprovecharse de los inocentes necesitados, es una indignidad escandalosa. Y se aprovecha de la inocencia ajena quien promete aplacar el clamor de los más débiles para encumbrarse y, una vez en la cima, cierra sus oídos al clamor del necesitado; después de todo, esos más débiles abortados no meten ruido. Los muertos no hablan. Pero claman a través de quienes no callamos.

Necesitados son aquellos que, queriéndolos, no pueden tener hijos. Necesitadas son las madres que abortan, los padres de los bebés abortados a los que no se les pide ni opinión; necesitados son los bebés a los que no se les brinda la oportunidad de nacer.

Hoy, 23 de septiembre de 2014, el Gobierno se ha carcajeado, una vez más, de sus votantes. Hoy, el ministro de Justicia de ese Gobierno - se esté o no de acuerdo con él- ha tenido una demostración de dignidad y coherencia acorde a su conciencia inusual en nuestro espectro político. Ensalzo la actitud de Alberto Ruiz-Gallardón. Que el Gobierno se ría o no de aquellos que le votaron me preocupa poco o nada ahora. Lo que es una lamentable realidad es que los necesitados no serán escuchados en sus gritos. Quien no escucha el clamor de su propia conciencia no puede escuchar a nadie, servir a nadie, vivir por nadie salvo sí mismo. Y sí, hoy, hablo de los niños no nacidos, de esos necesitados.


“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite”. (Provervios 21, 13)