Scala News

miércoles, 31 de octubre de 2012

Halloween


Hace ya algunos años que por estas fechas me invade la misma pereza con respecto al tema de Halloween.  Me parece tan absurdo como que empecemos a celebrar funerales celestes, o a quemar cadáveres, aquí en Madrid, en el Manzanares. Estos ejemplos creo que no están muy bien puestos, la verdad, porque ambos responden a expresiones religiosas. Nada más alejado de eso que Halloween, al menos en la actualidad, al menos lo que en España se ha tratado de importar. Es el proceso inverso a la inculturación.

Tras años (que los jóvenes de hoy no han vivido), en los que la transmisión de la fe no era, en líneas generales, realizada de una manera gozosa, sino más bien impositiva, pasamos al modelo mega progre y de súper buen rollito, donde el todo o casi todo valía con tal de ser “feliz” (una felicidad meliflua y efímera), un buenismo sin sustento e intranscendente. Nos encontramos con el mundo de la inmediatez, el “yo”, la autojustificación según “mis” circunstancias y “mi” psicología (que llevan de manera natural a eliminar casi cualquier sentimiento de culpa), la exacerbación del materialismo bien por el exceso de acumulación o bien por la falta sangrante. Y, al menos en parte, todos nos dejamos arrastrar. Un nuevo modo de vida que fue poco a poco eliminando la transcendencia y, no la “idea”, sino la realidad de Dios, la cotidianeidad de Dios en nuestras vidas, en el mundo, en el hombre.

Se crio a una generación que aprendió a vivir de espaldas a Dios; una generación a la que no se le habló con gozo y alegría de Jesús, del Evangelio, pero de una manera clara y explícita. Como mucho metáforas, palabras a medias, casi parábolas (pero para Parábolas ya tenemos las del propio Evangelio). Primero se vació el concepto de Dios, se eliminó a Cristo incluso como concepto cultural (la falta de cultura religiosa en la actualidad es escandalosa). Esa generación tuvo hijos, chicos que ahora son adolescentes, preadolescentes, niños. Son muchachos que buscan no saben muy bien el qué, que caminan a veces entre el desencanto, la falta de perspectivas claras, el propio hedonismo, una afectividad en formación y su mismo “yo”; y en una época de crisis económica lacerante. Una sociedad en muchos aspectos vacía, sexualizada al extremo, materialista….

Bueno, ahora que ya lo tenemos todo a punto, ofrezcámosles algo aparentemente divertido, un pretexto más de fiesta, y que les haga no ser ellos mismos por un día, y, al mismo tiempo les aleje el pensamiento de lo perniciosa que podría ser una festividad religiosa. Démosles Halloween. Y por miedo a “perderles”, a no “tenerlos” contentos, a no llevarles la contraria, no les hablemos de otras cosas, no vayan a no ser “felices”.

Pues ahí lo tenemos. Algo que no es ni bueno ni malo en sí mismo. Algo que a mi me da una pereza infinita.

Que ya, que ya sé que el panorama no es tan negro, y que la generalización anterior puede que sea desmedida. La inmensa mayoría de los jóvenes que yo conozco no responden al modelo descrito; pero es que la inmensa mayoría de los jóvenes que yo conozco puede que sean una inmensa minoría.

Y mientras, en el cole de mis hijas –que debe de ser rarísimo- no celebran Halloween. Sin embargo, esta semana les han hablado de la vida de algún santo, y en el curso de la mayor (segundo de Primaria) hoy tenían que llevar una redacción sobre el que ellas eligieran (por cierto, que Toya la ha llevado sobre Santa Teresa de Ávila, para que no nos llamen pesados con Alfonso, Clemente, Gerardo, Juan Neumann…). Son así de raros ¡que incluso les han explicado la fiesta del 1 de noviembre! Y se lo pasan bomba, y son felices. Y los miércoles, cuando llega a casa de la catequesis de Primera Comunión en el Perpetuo Socorro, vuelve entusiasmada; y los domingos en misa en PS disfrutan como niñas. Y a mi me encanta, aunque no deja de sorprenderme que mis hijas y sus amigas casi tengan más cultura religiosa ya que muchos de diecisiete años. Pero como van creciendo en una comunidad Redentorista, van aprendiendo desde ya que sus manos son para darlas, su sonrisa para compartirla y su vida para anunciar la Redención. E inmensamente felices. De modo que ahí vamos, scalando en Familia.

Y para raros, raros, esta noche al acostar a nuestras hijas variaremos la oración, rezaremos la Letanía de los Santos.

Y ahora que lo pienso, si que hubo una noche de un 31 de octubre en la que yo me disfracé, y María, mi mujer. Fue en el año 2003. Ella iba de blanco y yo me puse un chaqué: el día de nuestra boda hoy hace nueve años.

lunes, 29 de octubre de 2012

Mucho más que un cumpleaños



Creí que no podría ir, pero finalmente un Ángel de la Guarda hizo posible que, aunque al caer la noche, estuviera allí. Este sábado se celebraba el cuarenta cumpleaños de una persona extraordinaria, Miguel Ángel, (“el tío Pipiolo”, como le llaman mis hijas), fiesta sorpresa organizada por Fany, su novia, con el apoyo, trabajo y desvelos de Javier y Antonio. Yo dije que no acudiría, porque otras obligaciones me requerían en Madrid, pero fue María desde el principio.

Llegué a casa y recibí una llamada de Elías: "Vente para acá". Taxi, y ese Ángel de la Guarda recibiéndome (jamás dejaré de impresionarme con la cantidad de gente que el Señor pone en mi camino).

No voy a relatar la reunión de unos cuantos cuarentones. A muchos de ellos hacía algunos años que no los veía, y a todos juntos quizás demasiados. Simplemente quiero contar qué es lo que yo me encontré allí, que va mucho más allá de un simple grupo de amigos celebrando un cumpleaños. Lo que vi fue algo empujado realmente por el Amor, y desde hace muchos, muchísimos años.

Si yo estaba allí fue porque el Señor quiso que yo entrara un 4 de noviembre en una biblioteca, Javier se me acercara y se me presentara la imposible solución a una ἀπορία, de la misma manera en que un 19 de mayo me quiso en una Capilla y que fuera yo quien se acercara a Jorge; ambos venidos de lo Alto. Dos regalos que forman parte de mi vida y mi familia.

Nada más llegar, sin haberme quitado aún el abrigo, me encontré con la sonrisa abierta y franca de Elías; la sonrisa de una buena, buenísima persona. Yo a Elías le quiero. Qué le voy a hacer, soy así. Y de eso me di cuenta hace ya una barbaridad de años en Menorca. Esa conversación inicial, sorprendente para mí, me llenó de alegría. No porque me enterara entonces de que leía de vez en cuando mi blog, ni siquiera porque mediante estas entradas tuviera noticias por primera vez de los Redentoristas; fue algo más. Un algo más intangible que genera un claro sentimiento de comunión.

He podido disfrutar con el video que Javier y Antonio prepararon de “el tío Pipiolo” recorriendo desde el primero sus cuarenta años. Y lo he disfrutado con los ojos del abuelete de toda esa tropa; con unos ojos que se han acostumbrado a mirar de otra manera, que han elegido mirar de otra manera. Por eso no he visto simplemente la personalidad arrolladora y bonachona del cumpleañero (que no es que yo le quiera, es que es así). He visto el Amor de Fany, su novia ("Sese, ¡cásate!" Fue una especie de grito de guerra esa noche); he visto el Amor de sus hermanas; he visto el Amor de sus amigos; he visto fidelidad –sí, fidelidad- tras el paso del tiempo. Y todo ese Amor recogido y acogido en el Amor de Dios. Me gustaría que muchos de ellos pudieran entenderlo así, pudieran darse cuenta de que independientemente de los problemas cotidianos, de las rachas de la Vida, a todos les (nos) cuida, les (nos) protege y les (nos) une el Amor de Dios. Que son –somos- sus criaturas. Que está en todos y cada uno de ellos.

Que la grandeza reside en Su Amor, no en el nuestro; que la maravilla de todo esto reside en que Él nos Ama por que sí y seamos o no conscientes de ello. Que Su fidelidad es incomparable. Que es Su Amor incondicional el que le hizo colgar de un madero. Me encantaría que todos sintieran, como lo hacemos María y yo, que en Él está la Redención Copiosa.



martes, 23 de octubre de 2012

Cuando el silencio habla


Hay veces en las que el silencio parece hablar de una forma mucho más expresiva y sorprendente que las palabras; parece incluso que grita. Cuando esto sucede trae como resultado una comunicación realmente intensa. Aun siendo necesarias las palabras, éstas no llegan a los labios. Para percibir esto no sé si será necesaria una sensibilidad especial, una intuición especial, una empatía especial, o simplemente querer a alguien. Querer porque sí, sin más motivo que el impulso que viene de lo Alto y, por lo tanto, sin esperar nada a cambio; absolutamente nada.

Ser consciente a veces de lo que entraña ese silencio produce dolor, y se es entonces consciente de que amar duele. Y produce impotencia. Como el dolor y la impotencia ante el hambre, la pobreza, las injusticias, la guerra, el terrorismo, las exclusiones, la ignorancia. Uno puede tratar de poner su granito de arena, de enfangarse, de ser el más minúsculo de los granos de mostaza; pero sigue doliendo. Se puede ser o no consciente de que no es sino entre muchos, con el esfuerzo individual, pero individual de muchos y, por lo tanto, comunitario como quizás puedan cambiar las cosas, pero lo que no se puede es cejar en el empeño.

Los gritos del silencio de un ser querido pueden no tener más acogida que el abrazo y la oración; y estar presto a la escucha. Y recordarle con Isaías que su nombre está grabado, también, en las palmas de nuestras manos. Sea lo que sea lo que cause el silencio; sea lo que sea lo que causen los gritos del silencio, ten presente Provervios 17, 17 (En todo momento ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia). Y aunque estas ocho manos sean las últimas de una larguísima lista de manos tendidas, no dudes de que estarán siempre dispuestas como si fueran las primeras.

¡Cómo no voy a rezar por ti!

sábado, 20 de octubre de 2012

Que sí, que SÍ


Esta noche un grupo de amigos me ha dado una sentida y sincera enhorabuena (sé que son muchos más los que se alegran también). Han mostrado una alegría real. Entre sonrisas y bromas por respuestas dadas casi en la “senectud”. La verdad, yo estaba encantado; puede que un pelín abrumado. Pero pensando que qué importa la edad; tenía en la cabeza a un no precisamente joven Pablo de Tarso, a un Siervo de Dios leridano, y a unos cuantos talluditos más. Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo… scalar en Familia y en Paz. Ya, ya, salvando todas las distancias… incluida la de la edad, ¡que tampoco soy el anciano Simeón!

Soy consciente de que además de alegría, algo ha habido de sorpresa. Pero, como dice mi mujer, uno no se casa pronto o tarde, sino mal o bien. Y, como los tiempos del Señor no son nuestros tiempos, no importa el tiempo que uno haya estado jugando al escondite con Dios, lo realmente importante es que, llegado el momento uno, consciente de que ya no quedaba en dónde esconderse, decide directamente colocarse bajo Su mirada. A la vista de todos. Él es, también, infinitamente paciente.

El Espíritu sopla dónde, cómo y cuando quiere. Y hay pequeñas respuestas a lo largo de la vida; muchas de ellas silenciosas, calladas, interiores. Y conversaciones, largas conversaciones sin abrir la boca, porque “sin oración inútiles serán las meditaciones, nuestros propósitos y nuestras promesas” (San Alfonso Mª de Ligorio). Otras, grandes respuestas claras y públicas, como la Confirmación; y la intensa y gran respuesta, el inmenso y sonoro “SÍ” que pronuncié el 31 de octubre de 2003 a la persona de María, mi mujer. La mano amorosa de Dios a lo largo de mi vida. Sus manos en las de María, en las diminutas que vemos crecer desde un 2 de marzo de 2005 y un 27 de febrero de 2007 y a las que procuramos también enseñar a entregarse. Pequeños síes, síes gigantes, y entre unos y otros tropezones, caídas y dolor lumbar de tanto levantarse uno. Una cadena de síes; casi como la gracia de la salvación que “es una cadena de gracias y, todas unidas forman el don de la perseverancia” (San Alfonso), como leí recientemente en uno de los tweets de @parroquiaps, mi parroquia, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid. Perseverancia, voluntad, escucha, fe, el impagable acompañamiento de un Alquimista abierto, profundo, sincero y paciente; sí, pero es uno quien decide responder de una u otra forma. Con la aquiescencia generosa de mi esposa. Y uno se sienta, pregunta y se abre con Amor a un hermano, o padre, o lo que sea de mi alquimista, con nervios a pesar de la edad, calmados con el Amor, la claridad y la acogida de quien con tanto cariño nos invitó a El Espino.

Una cadena de pequeños pasos hasta un simple recognoscere para continuar, como siempre, scalando en Famia.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Salve, Don Bosco santo


“Salve Don Bosco santo, joven de corazón, mira todo el quebranto de un mundo sin amor. Juventudes que caminan, sin saber a donde van. Juventudes tan heridas, sin fe, sin paz, sin luz ni amor…”.

El entrecomillado anterior corresponde a las primeras estrofas del himno del colegio en el que yo estudié COU (bufff, casi me asusta pensar la cantidad de jóvenes que no sabrán a qué corresponden esas letras, COU… ¡qué vejez!), el colegio Salesiano María Auxiliadora de Santander. Sí, no fue más que un curso, hasta entonces “mi colegio” fue el colegio San José (los Escolapios, vamos), donde crecí, me formé y jugué al escondite con Dios; pero como ya desde niño yo iba un pelín contracorriente, cuando llegó el momento era uno de esos bichos raros de “letras puras” (latín y griego). Solamente cuatro, de modo que tuvimos que cambiar de centro escolar. Unos fueron a “La Salle”, otro a “los Agustinos”, y yo a “los Salesianos”. Allí conocí a Don Bosco. Jamás antes había oído hablar de él. Eran otras épocas, y yo me di de bruces con un estilo que apuntaba ya maneras hacia las actuales. La acogida fue extraordinaria y  (la cabra tira al monte), decidí por mi cuenta hacerme con todo aquello que me hablara e informara sobre el Santo Fundador de aquella casa. No pude no admirarle. Seguí jugando al escondite.

Tras un larguísimo día de trabajo – y por otro lado bendito, por eso, por tener trabajo- enciendo el ordenador y me entero por twitter de que más de cien representantes de esas juventudes sin fe, sin paz, sin luz ni amor han decidido hoy hacerles una visita a unos cuantos hijos de San Juan Bosco en Mérida. Chicos de 15, 16 y 17 años que se han acercado al Colegio Salesiano “María Auxiliadora” con el cariñoso saludo de “¿dónde están los curas que los vamos a quemar?” o “más educación pública y menos crucifijos”; con los profesores seglares han sido un poco más benevolentes, porque no querían prenderles fuego que los pobres son solamente unos “putos fascistas” por trabajar allí.

Jóvenes de corta edad, pero alguna frase del tipo “tú tócame, que te grabo y se te cae el pelo porque soy menor”, muestran con claridad que son de todo menos ingenuos. Iba a decir “inocentes”, en lugar de “ingenuos”, pero implica un matiz en el que no he querido entrar, porque ni les conozco, ni se de sus circunstancias, ni qué le ha hecho estar tan heridos como para montar algo que es más, mucho más que un lamentable espectáculo. Porque culpa hay por muchas partes: largos, larguísimos años de mensajes soterrados que ha ido calando en la sociedad, que se han ido impregnando en el inconsciente general de la sociedad y han llevado a mirar el mundo con unos ojos que no creo que sean los del Señor; cambios de vida; cambios de lenguaje que no son simplemente “de lenguaje” sino que implican la relativización absoluta, la disculpa por la disculpa, e incluso en muchos casos la asunción de realidades erróneas como evangélicas; “es que hoy las cosas son así, los jóvenes son así” como si determinadas actitudes vitales fueran buenas en sí mismas por el simple hecho de que existen. Azufre infiltrándose entre perfumes. Y en esos errores, en uno u otro momento, de una u otra forma, todos hemos caído o caemos en algún momento.

Y con esta idea rondando mi cabeza, “caigo” en Religión Digital y una noticia sobre el próximo Congreso de Pastoral Juvenil que se celebrará en Valencia del 1 al 4 de noviembre, y me detengo en algunas frases sueltas de Monseñor Munilla (que puede ser de todo menos poco claro, lo que en sí mismo es una rareza que se agradece). Frases que muestran el desconocimiento de Jesús de la mayoría de los jóvenes españoles, sus heridas internas, heridas afectivas, la ignorancia religiosa de muchos jóvenes (yo creo que es mucho más que simple ignorancia) y entona un mea culpa cuando habla de la “secularización interna” (esto me parece acertadísimo) de la propia Iglesia (en la que obviamente me incluyo).

Releyendo lo que llevo escrito, me alegro de haber incluido aquí la palabra “inocentes” porque si bien los realmente inocentes son los chavales que estudiaban en el colegio de Mérida, tanto como los trabajadores, religiosos y sacerdotes, en cierto modo, esos jóvenes visitantes son también “inocentes” si los consideramos como “producto” de algo sutilmente orquestado desde hace ya demasiado tiempo. Ellos son también realmente necesitados de auxilios…

Pido por ellos, y me siento un privilegiado por conocer y querer a un montón de jóvenes con fe, entregados a los demás, que evangelizan con su sonrisa y con su ejemplo; me siento un privilegiado por los esfuerzos incansables, la imaginación poderosa y la fe robusta y radiante de los sacerdotes y religiosos que los acompañan; me siento un privilegiado por haber conocido  a tantos jóvenes de diversos países en el Encuentro de Blogueros de Santander y sus novedosos proyectos evangelizadores; me siento un privilegiado por poder ofrecer a mis hijas el sensacional entorno donde conocer y vivir la fe que es una comunidad Redentorista, no para que crezcan en una burbuja irreal, sino para que aprendan que vivir la fe consiste en eso, Vivir, y por lo tanto darse; me siento un privilegiado por tener fe (pero Señor, aumenta mi fe); me siento un privilegiado por mi Iglesia, no solamente capaz, si no deseosa de acoger a ese centenar de chavales, y a centenares de centenares; me siento un privilegiado por que la fe de mis hermanos sustenta la mía y me ayuda a ir scalando en Familia.

domingo, 14 de octubre de 2012

Eucaristía de Envío 2012


Menudo Dream Team: los Padres Nicanor Brasa, Pedro López, Jorge Ambel, Juan Antonio G Terrón, y el diácono Damián Mª Montes. Ahí es nada. Ya, ya sé que por un motivo o por otro puedo resultar poco objetivo con cualquiera de ellos, pero la realidad es que cualquiera de esos motivos son los que hacen de la objetividad el entusiasmo más contundente. Y esos cinco Misioneros Redentoristas eran quienes estaban hoy en el presbiterio durante la Eucaristía de Envío en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, en la que acolitó Javier Grijota (un brillantísimo estudiante de Ciencias Físicas que sobresale por muchísimo más que sus matrículas).

No voy a hablar de cada uno de ellos, porque podría pasarme horas tecleando y tampoco se trata de eso. Que yo les quiera carece de mérito por mi parte. Simplemente diré que para hablar de ellos cinco, no tendría más que escribir unas cuantas cosas sobre San Alfonso Mª de Ligorio y bastaría; o escribir sobre cualquiera de ellos sería como hacerlo sobre el Santo Fundador. Ambas cosas vienen a ser lo mismo. La Congregación del Santísimo Redentor, formada por “una élite de santos decididos, como los apóstoles, a dar sus vidas para predicar el reino de Dios y salvar las almas” (San Alfonso). Pues eso, que ahí estaban cinco de esos santos. Podían haber estado otros cinco, y el Dream Team sería igual. Con las peculiaridades y dones inherentes a la individualidad de cada persona, pero sería igual.

La homilía del párroco, el P Nicanor, con su característica cadencia, simplemente envolvente. Las preces, basadas cada una en el Credo, de una sensibilidad, profundidad y capacidad de “arrastrar” fuera de lo común; brillantes.

Pero este año quero resaltar la presencia de los fieles, del pueblo de Dios enviado a la misión bajo la acción del Espíritu. Últimamente he venido leyendo, releyendo y reflexionando sobre el Decreto APOSTOLICAM ACTUOSITATEM firmado en Roma por S.S. Pablo VI el 18 de noviembre  1965 como fruto del Concilio Vaticano II y que se refiere ni más ni menos que al apostolado de los laicos, una visión novedosa para laicos y clero  (http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19651118_apostolicam-actuositatem_sp.html). Su lectura estos días me ha resultado de lo más oportuna para poder comprender en profundidad que también hoy –quizás más que nunca o, al menos tanto como entonces- los laicos somos exhortados a responder “con gozo, con generosidad y con corazón dispuesto a la voz de Cristo”. Precisamente a eso es a lo que  estaban hoy dispuestos los representantes y miembros de cada uno de los grupos de esta Parroquia Redentorista, fieles de todas las edades, toda la comunidad parroquial.

Justo antes de que el P Nicanor iniciara las preguntas correspondientes a la celebración del envío, me agache para decirles a mis hijas: “escuchad bien, porque esto va dirigido también a vosotras”.

Y yo este año tengo motivos personales para que tanto las preguntas como las respuestas tuvieran un color y un sabor especiales. Ahí estábamos todos los fieles respondiendo una por una con una sola voz. Respuestas individuales pero procunciadas en comunidad y para el servicio de la comunidad.

Por resumir cómo me he sentido en la celebración, cómo me siento, creo que lo que mejor lo expresa es esto: “Sí, creo; sí, estoy dispuesto; sí, quiero; sí, me comprometo”.

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!


Hoy cumples años, la edad de Cristo ni más ni menos. ¡¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!!!!

En casa llevamos ya tiempo pensando qué regalarte. En este mundo en el que vivimos, rodeados de semanas fantásticas, anuncios, y tentaciones al consumo irracional, cuando uno piensa en hacer un regalo, no sé por qué será pero lo primero que le viene a la cabeza es un verbo más que común: “comprar”. Que está muy bien, no voy a decir yo que no lo esté, pero como que en este caso concreto cualquier cosa nos parece o poco, o no realmente acertada. Y por falta de imaginación no será; de presupuesto puede, pero de imaginación va a ser que no.

Regalarte algo, simplemente por el puro placer de hacerlo, como mucho por la primera acepción del verbo que nos ofrece el diccionario de la RAE. Cuando algo es espontáneo y sincero no hay do ut des, ni do ut facias, ni facio ut des, ni facio ut facias que valgan para nada; serían inútiles porque nunca habría equivalencia. ¿Qué equivalencia puede haber ante semejante cauce; ante alguien que un buen día me presentó a su “Padre” y me llevó a que hoy nos encontremos en una Familia rodeados de “padres”, Scalando en Familia; alguien que muestra a todos una Luz que no es suya? Ninguna. ¿Qué se le puede regalar a un “regalo venido de lo Alto”?

No se trata de más que de encontrar algo que te muestre con claridad que te queremos. Pero ni en el 11888 me han dado respuesta; he buscado en internet, y tampoco. Intenté averiguar si existe un registro de actividad económica en el que figuren establecimientos en donde se venda cariño para regalar, y me he llevado una desilusión enorme, porque de eso no hay.

Por otro lado, tiene que ser algo que no caduque, porque sólo Dios sabe cuándo nos veremos para dártelo; y que no pase de moda; y que sirva tanto en Madrid como en cualquier otro lugar. No sé, algo útil, duradero y atemporal; pues podría ser una espada para matar dragones, pero claro, tú de eso ya tienes. Licencia 007… también para matar dragones.

Complicado. La puerta de esta casa siempre abierta, ya la tienes; nuestras ocho manos también; el corazón de esta familia no puede ser, porque ya es tuyo; con cuatro abrazos ya sabes que cuentas. Vamos que esta familia es tuya; un poco el juego de la Oca, pero de familia en Familia.

En fin, que seguimos sin tener ni la menor idea de qué regalarte. A no ser que sirva de regalo un sencillo recordatorio. El simple, sencillo y natural recordatorio del cariño de una familia como otra cualquiera a uno de sus miembros (ya sabes que hay gente así de rara, gente que es capaz de coger cariño en un instante y sin venir a cuento, aunque esto no pase más que un par de veces en la vida). Porque ese humilde calorcito del cariño que, junto a la oración, puede que haya momentos en los que a uno le sostengan un poquito, funciona en la distancia; no caduca; no hay que hacer nada para mantenerlo activo porque siendo espontáneo se retroalimenta; no se pasa de moda; no ocupa espacio en una maleta; no se pierde, con lo que siempre lo tienes a mano, y como el Amor que Dios nos tiene, está permanentemente presente aunque no siempre se sea consciente de ello. ¡Y ni siquiera te lo tenemos que dar en persona!

Sí, creo que este año no es más que eso lo que te vamos a regalar. Así que ya sabes: que no se te olvide nunca que te queremos.

viernes, 12 de octubre de 2012

¿Medias verdades o mentiras a medias?


No me gustan nada las medias palabras, el decir pero callar, la sonrisa que asiente sin en verdad hacerlo, las mentiras piadosas, el constante dar largas; y para qué hablar de la falsa excusa como de rondón. No puedo con esas actitudes. Jn 8, 32; Mt 5, 37. O encierran falta de valor (en cuyo caso no queda sino acogerlo con misericordia), o simplemente tomándote por tonto adornan una abierta mentira (ya, también hay que acogerlo con misericordia aunque haya que redoblar el esfuerzo); puede que no sea sino producto de una descarnada falta de confianza. Me saca de quicio. Casi que prefiero la verdad desnuda y cruda que, a medio/largo plazo duele muchísimo menos. Todo esto me molesta realmente cuando quien me habla es alguien a quien quiero, porque en caso contrario no me afecta demasiado. Si es que estoy cargado de defectos, ya lo sé. Uno intenta mejorar, pero hay veces que se me hace difícil, lo reconozco. Y para colmo de males, tengo una especial sensibilidad para captar gestos, y… sí, “pillar”. Y sí, también estados de ánimo.

Me gustan las opiniones francas. La realidad puede presentarse tal cual o de una manera educada, bondadosa y no ofensiva, pero esta segunda opción nada tiene que ver con la “mentira piadosa”, que de piadosa normalmente tiene bastante poco.

Pero como soy un bicho raro, pero que muy raro, y alguna persona hay en mi vida a la que he cogido cariño en quince minutos y, además, dejar de querer, en mí es un ejercicio infructuoso, pues todo lo escrito hasta ahora podía directamente borrarlo, porque en el fondo carece de valor. Desaparece cuando sopeso el cariño sincero con el dolor causado. Y además, quién soy yo para meterme en la cabeza y/o el corazón de nadie y juzgar (Lc 6,36-38) sus motivos, sus causas. La causa de la causa es la causa del mal causado.

Y en el fondo sonrío, porque sé que muchos ni siquiera pueden evitarlo. Y como bicho raro, muy raro, me acaba enterneciendo. De modo, que sigo queriendo, sigo confiando. Y bien mirado, justo en el comienzo del Año de la Fe creo que es lo mejor que puedo hacer. Aunque no tengo opción; no me sale otra cosa.

martes, 9 de octubre de 2012

Los tiempos del Señor son perfectos


Llevo ya una semana sin escribir nada por aquí. Y es que los tiempos del Señor son perfectos. Cuando empiezas a sentir que el paso del tiempo comienza a ser agotador, Él sale de nuevo a tu encuentro diciéndote otra vez “Enrique que estoy ahí sosteniéndoos a todos”. Sólo hay que querer verlo. El tweet de alguien a quien estoy unido en oración, el de mi amigo José Fernando, la oración nocturna en 140 caracteres de @parroquiaps, el silencio que habla cuando las palabras no pueden. Y entonces no te conformas, te abandonas bajo Su mirada, con la confianza de que el Redentor es camino, verdad y vida. Porque la Verdad es sólo Él, aunque pueda haber mucho también de verdad en quienes ni le conocen ni le reconocen; cuestión nuestra es saber vislumbrarla. Al fin de cuentas, no hay barreras para que el Misterio se haga presente. Ser consciente de eso me hace en cierto modo, sí, como sentirme en posesión de la verdad.

Una semana que realmente hubiera dado para unas cuantas palabras hilvanadas:

-         El encuentro de blogueros con el Papa en Santander el pasado sábado, donde pude conocer a jóvenes de diferentes estilos pero unidos por el entusiasmo y la fe. Conocer al P Joan Carreras. Compartir mesa con un seminarista joven de Monte Corván, un hombre bueno, sensato y de mirada inteligente. Dos chicos de unos 17 años, que mostraban claramente el vigor y la ilusión propios también de su edad. Un peruano sencillamente brillante. Un bloguero maduro de Lanzarote que se vino hasta el norte a compartir experiencias y fe. Los organizadores, las chicas de Arguments, Catholic-link, Chesterton, evangelizacioncatolica.org...

-         El hecho de haber conocido al P Fortea da para una entrada larga, profunda y divertida. Pero como ni de lejos iba a alcanzarle, mejor me lo ahorro. Todo un lujazo conocer a un sacerdote con un sentido del humor impagable, una inteligencia fuera de lo común, una preparación extraordinaria, y vestido con una sotana impoluta que derriba cualquier prejuicio – a quien lo tenga- sobre las vestiduras de los sacerdotes. Jamás entenderé por qué molesta ver a curas de sotana o clergiman; jamás entenderé por qué molesta ver a curas en vaqueros.

-         Comenzar el día de mi cumpleaños ese mismo sábado junto a Santi Casanova, con quien también compartí mesa, es un regalo en sí mismo. Divertido, inteligente. Coincido en muchas, muchísimas cosas con Él, la fundamental la fe; y la Vida, y la visión de la vida. Lástima no haber podido escuchar su presentación de iMisión.

Porque me tuve que marchar. Me recogió María y fuimos a casa de mis padres. Ver en mi madre la expresión de la infinita Misericordia del Redentor es un ejemplo impagable. Ver a mi padre despedirse – en lo que se anuncia como una despedida definitiva- de mis hijas, desgarrador, entrañable y hermoso. La vuelta a Madrid, triste. La espera dura.

Pero la fe da esperanza y eleva el ánimo porque la Verdad es esta: Copiosa Apud Eum Redemptio. Y Él sale al encuentro para recordármelo y mostrarme que Sus tiempos son perfectos.
"Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos" (Sal 31, 14-15). Y los suyos; los de todos.