Scala News

domingo, 30 de julio de 2017

Joaquín García-Romanillos CSsR

Ayer vivimos en PS una Vigilia de Oración por Joaquín García-Romanillos Henríquez de Luna, previa a la Profesión que hoy realizará en la Congregación del Santísimo Redentor. Si, la #Familia crece. El Señor sigue llamando, mimando a la Congregación.

Las fechas no son las mejores. Madrid ya está medio vacío, con lo que éramos un puñado de personas quienes pedíamos por él, aunque muchas más lo hacían en la distancia. Sin embargo, lo recogido y familiar han sido exponentes perfectos de cómo es Joaquín: discreto, tremendamente discreto, como queriendo permanecer en un segundo plano y que quien resplandezca sea Otro.

Yo me senté como a mitad de la capilla, pero quien dirigía la oración me pidió que lo hiciera junto a él, en el primer banco. Así que ahí fui, junto a Lalo, otro religioso redentorista. La suya y la de Joaquín son dos vocaciones que de una u otra forma he podido ir viendo nacer, crecer y fortalecerse y eso es un regalo que no alcanzo a entender por qué se me ha concedido; sólo me cabe acogerlo con agradecimiento y naturalidad.

La de Joaquín no es una vocación joven, aunque no sea mayor; está en una edad estupenda. Políglota, extraordinariamente formado, profesional de éxito en el mundo de las finanzas… pero fue llamado, elegido y esta tarde dirá “SÍ” como hijo de San Alfonso.

A los pies del Altar habían preparado un cesto con algunos papeles; en ellos estaban escritas varias de las Constituciones. El “azar” quiso que cogiera la número 20. Volví al banco mirando el papel y sólo acerté a leer antes de sentarme: “Constitución 20”. Se me puso la carne de gallina, porque es una descripción de Joaquín, una descripción literal de Joaquín: “Los redentoristas son apóstoles de fe robusta, de esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante. Como hombres apostólicos e hijos genuinos de san Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra, y por la abnegación de sí mismos se mantienen disponibles para todo lo arduo a fin de llevar a todos la redención copiosa de Cristo.

Él es para mi familia alguien especial, mis hijas hablan de él como “el tío Joaquín” aunque no nos une ningún lazo de sangre. Es vecino nuestro. Vive en el piso de arriba; su habitación está justo sobre la de mis hijas. Me impresiona, y así lo dije, que Dios estuviera llamando directamente al 6ºB. A la salida alguien me dijo que me había equivocado, que no había sido preciso; que el Señor también había llamado al 5ºB porque todos los que estábamos en ese primer banco éramos misioneros redentoristas, aunque de ellos yo fuera el único laico. Según me lo estaba diciendo me vinieron a la cabeza algunas partes del Decreto Apostolicam Actuositatem de Pablo VI. Dos vocaciones en una misma #Familia. Dos estados de vida que requieren de radicalidades y presencias diferentes para expandir un Carisma común. Algo que en ocasiones no comprenden ni propios ni extraños.

Esta #Familia crece. A mí no me importa el número ni el ritmo tanto como la idoneidad, y lo hace con los mejores, con los más desapegados de sí mismos.

Apóstol de fe robusta, esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido. “Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo”. Hoy, en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, en la Eucaristía de las 21h Joaquín irá con Él para el anuncio constante de la Redención abundante. Una alegría para la Congregación y para la Iglesia. ¡Gracias, Joaquín! Os pido que recéis por él. Con la Paz.


Copiosa Apud Eum Redmeptio

martes, 25 de julio de 2017

Peregrino

Hoy, día del Apóstol Santiago, Patrón de España, pienso en todos los peregrinos que caminan hacia una misma meta. Todos somos peregrinos de nuestra propia existencia y, a veces, nos perdemos en nosotros mismos. Nos fijamos poco en nuestros compañeros de camino.

Los tenemos bien cerca, a nuestro lado. El primero lo vemos cada mañana frente al espejo. ¿Lo cuidamos para que no pierda el sendero? A veces pienso que no, a veces siento que no, a veces sé que no. Cuando recuerdo mis dos etapas sirviendo en Casa San Alfonso, la Casa de Acogida al peregrino que los Redentoristas tenemos en Astorga, redescubro las conversaciones con tantos caminantes y medito sobre la oración que al caer la tarde se ofrece o los mensajes que dejan en el libro de firmas, me doy cuenta de lo inmenso que es el Amor de Dios y que, para darse, hay que reforzarse con la oración.

Lámpara es tu palabra Señor para mis pasos, luz en mi sendero”. Para ser un buen compañero de Camino hay que poder reflejar esa luz en el otro, para el otro. Darse es vaciarse, y para vaciarse hay que estar primero llenos de su Palabra, asentarla con la oración. Unos con otros nos vamos sosteniendo. No podemos solos; siempre con Él y en comunidad.

Esta mañana ha comenzado en el Monasterio de El Espino el encuentro San Alfonso que cada año tiene lugar allí; se congrega la #Familia Redentorista, religiosos y laicos. En esta edición el centro es el carisma Redentorista. Siento no estar; duele no estar. Pero soy partícipe. Con la oración compartida y con las crónicas que me van enviando. La Comunidad en la distancia, la #Familia que medita unida, que ora unida, que se da en bloque. Sostiene. Somos peregrinos, cada uno de nosotros.

Como duele no estar con mi mujer y mis hijas, esas pequeñas peregrinas a quienes enseñamos a caminar y que van intuyendo, poco a poco, por dónde dar sus pasos.

Recuerdo a tantos que me he cruzado, que Dios ha puesto en mi vida. Pero le doy la vuelta y me pregunto si, habiéndome asimismo puesto Él en sus vidas, aunque sea por un instante ¿He estado a la altura? ¿Estoy a la altura?


Eso de que no pesan los años sino los kilos es una falacia (aunque a mí me vayan pesando ya ambos). Pesar, lo que de verdad pesa son los fallos. Hoy Clavijo está en mi interior. Sin embargo, regodearse en ello sería un pecado. Simplemente uno se levanta, se sacude el polvo y continúa con la confianza de hacer un buen Camino; caminando. Siempre en gerundio y en #Familia. Cogido de la mano de Santiago y, siempre, de Alfonso; permanentemente bajo Su mirada. Aunque sea en la distancia.

martes, 11 de julio de 2017

Aquí sí hay quien viva

La vida transcurre en comunidades como pequeñas colmenas. A veces uno no es consciente de ello, pero estamos todos interrelacionados. Las comunidades de vecinos son un ejemplo como otro cualquiera. Puede haber líos, desacuerdos, indiferencia o un simple saludo, a veces protocolario, en el ascensor. O pueden existir relaciones más o menos intensas. Es la vida misma. Cada uno decide cómo insertarse en ella; cada uno decide sus pasos. Sembrar o pasar de perfil.

De la mía tenemos grandes amigos. Los Robino son hoy en día unos extraordinarios amigos aunque ya no vivan puerta con puerta con nosotros. Una familia de inmigrantes americanos que forman parte de nuestra vida. 

Mi mujer nació en el edificio donde vivimos, y las cuitas de los vecinos forman parte de su intrahistoria.

En el piso de arriba, por ejemplo, Dios estaba llamando de forma clara. Uno se asombra de estas cosas. Joaquín (el tío Joaquín, como le llaman mis hijas), hará su profesión temporal en la Congregación del Santísimo Redentor el próximo domingo 30 de julio, en la parroquia Santuario del Perpetuo Socorro. Llamado y elegido. Ya me voy acostumbrando a admirar el nacimiento, florecimiento y afianzamiento de vocaciones en la Congregación - ¿a que soy un privilegiado?- pero se me sigue poniendo la carne de gallina sólo de pensarlo. De vecino a amigo y a hermano; si, hermano, aunque haya gente que no entienda que un laico esté agregado a una Congregación, y yo lo estoy como Misionero Laico del Santísimo Redentor.

Marta, otra vecina y gran amiga, testigo de la vida de mi mujer y ángel en los momentos duros del final de su madre cuando era niña. Una mujer fuerte, luchadora, optimista y entregada que ha educado a dos hijos magníficos.

Una comunidad de vecinos es la vida en gerundio, con sus momentos. Algunos son intensos, otros intensos y dolorosos. Ante el dolor ajeno te puedes mostrar como un simple espectador, lo cual indica altas dosis de frialdad, o implicarte y tratar de acompañar, cuando ese dolor no es ajeno porque se hace propio. Recientemente todos nos hemos podido enterar por los medios de comunicación de la tragedia de una familia; en el Valle del Jerte fallecían un matrimonio y sus dos hijas mayores haciendo barranquismo. Escuchas la noticia y te impresiona. Horas después te enteras de que esa familia eran Macarena, José y sus dos hijas de 11 y 9 años, apenas unos meses menores que las mías. Macarena ha sido vecina nuestra. Su madre, Mari Sol, vive un par de pisos más abajo. Aquí vivió Macarena hasta que se casó y con ellos nos encontrábamos cada vez que venían a casa de su madre, aunque simplemente fueran unas frases, intercambio de admiraciones mutuas por cómo iban creciendo nuestros hijos… Ya no están aquí. Ya han llegado. Nacemos para llegar al cielo y ellos nos han precedido. La fe no aminora ni un ápice el dolor, la fe no rellena el vacío, la fe no seca las lágrimas. No puedo dejar de pensar en Sol, acordarme de ella, rezar por ella. La fe ni rellena huecos, ni es un parche. La fe nos da otra perspectiva, ilumina con otra dimensión: la Esperanza. La oración nos ayuda a mantenerla; con la oración acompañamos a otros en sus duelos. A veces, ni sale, otras es lo único que nos brota junto a las lágrimas. Cuando ni siquiera somos capaces de rezar, cada una de esas lágrimas puede ser una oración que nace desde lo más profundo; cuando la desesperanza nos ahoga, esas lágrimas pueden convertirse en pequeñas luces que poco a poco reflejen una Luz mayor que ilumine de nuevo la Esperanza. No puedo ni imaginar la intensidad del dolor, pero lo que si que puedo hacer es rezar, acompañar con mi oración y pedir a los cuatro nuevos miembros de la Iglesia del cielo que acompañen y alienten desde Arriba. Oración, cariño y manos se convierten en sinónimo. Es todo lo que puedo hacer. Es lo que os pido hoy: oración por ellos, por los que se han ido y por los que quedan aquí.


Esta es parte de mi comunidad de vecinos y ¿sabéis qué os digo? Aquí sí hay quien viva. Y doy gracias a Dios por ello.