Scala News

lunes, 30 de abril de 2012

¿Camino a Valencia?


Supongo que estas cosas pasan, sin más; ni es la primera ni será la última. Ayer por la tarde, calle Génova abajo con mi mujer y mis hijas, camino de una visita frustrada al Museo del Prado, mantuve una breve conversación telefónica con una amiga que más que eso es una hermana; casi toda una vida compartida, un cariño sincero e inquebrantable y una complicidad indefinible. Pues me soltó un “monín, qué pesado estás con los Redentoristas, a ver si abres un blog de sexo; que está muy bien, pero qué pesadez tu Facebook”. Apena un poco, aunque como sé que no pasa de ser una broma cariñosa, en el fondo me hizo sonreir. La animé a que lo abriera ella misma, y desde aquí le propongo que lo haga, por ejemplo, empezando con una entrada sobre el libro de Kaswery Knotz “Sexo como Dios manda”, Franciscano (ves, si no sólo hablo de los Redentoristas, uno no siempre habla de su Familia).

Pero bueno, cada loco con su tema. Sí, LOCO. Y yo con mí día a día que me lleva a tratar por todos los medios a intentar estar mañana en Valencia (físicamente, porque en la oración y el cariño estaremos la familia entera). AVE inviable; bus, opción abierta; la gestión del coche a cargo de algún amigo. Uno llega hasta donde llega, y todo en manos de Dios. Aunque me gustaría tanto. Será un día importante: dos muy, muy queridos jóvenes, Víctor y Damián (que sí, que Redentoristas), serán ordenados Diáconos de las manos de mi paisano Monseñor Carlos Osoro con quien comparto algunos amigos. Además, será el aniversario de alguien especial, y no estaría mal poder darle un abrazo, que uno no cumple dos años todos los días (curioso comprobar cómo, a pesar de no ser más que un niñuco de dos años, da unos pasos tan firmes y seguros que marcan una huella inextinguible en la Vida y en el corazón de muchos; hay qué ver cómo son los niños de ahora).

El caso es, que si mañana consigo estar allí, en mi oración estará también mi entrañable amiga y pediré para que tenga suerte con su blog.

domingo, 29 de abril de 2012

Vocaciones: pedir y agradecer


Escuchar a un sacerdote, revestido, durante su homilía pidiendo que oremos por los sacerdotes a mí, francamente, me impresiona. Que además hable de sus miedos y de la confianza en que el Señor es mayor que los miedos o la debilidad, pues qué queréis que os diga, es una homilía completa en sólo dos frases. Aunque gracias a Dios, éste en concreto nos espabila, emociona y toca con bastante más que un par de frases. Cuando, además, le quieres y él te conoce mejor que tu mismo, en fin, touché; sí, conoce a sus ovejas, y cada una de ellas reconoce su silbido incluso cuando no lo hay, que el silencio es también un signo (y puede serlo demoledor).

Acabó la celebración con dos preguntas bomba, una a los padres ¿qué haríamos si un hijo nos dijera que quiere ser sacerdote o una hija religiosa? Y otra a los jóvenes que sienten la llamada. Que cada uno responda como crea, yo lo tengo claro. Sin embargo, dos religiosas queridas y amigas con las que compartí banco durante la Eucaristía se me “abalanzaron” a hacerme directamente la misma pregunta como padre. Su pregunta me produjo una cierta desilusión, la verdad, pero no carece de sentido. Imagino que mucha gente pide con buena intención por las vocaciones, pero casi de un modo egoísta: yo pido, pero no llames a mis hijos, llama a los de los demás. Padres felices por los matrimonios de sus hijos aunque se vayan a vivir a las antípodas, y horrorizados de que sean sacerdotes o religiosas. Sensación de pérdida o incomprensión, no lo sé, en cualquier caso a mi, en frío, me da la sensación de falta de fe y necesidad de control; y un egoísmo brutal.

Sinceramente, creo que uno de los mayores éxitos de un padre es conseguir formar y educar a sus hijos para que adquieran la madurez suficiente como para acoger su propia e individual llamada con sensatez y generosidad. Y llamadas, vocaciones, hay muchas y de diversos tipos (de hecho, hoy he agradecido a una Oblata del Santísimo Redentor su vocación y su respuesta fue: gracias a tí por la tuya. Ya, tiene un sentido del humor fuera de lo común). En reconocer, aceptar y acoger con libertar la propia creo que radica la base imprescindible para un futuro feliz. ¿Qué padre no es feliz con la felicidad de sus hijos? Puede que sea cuestión de cómo plantear el tema, además de la fe.

Yo rezo por las vocaciones, en manera genérica, en forma concreta por varios, y personal por la fortaleza de la vocación de quien ya dio su SÍ. Quizás porque conozco a varios sacerdotes y religiosas, lo encuentro algo normal. Hacerlo por quien presidió esta tarde es tan natural y diario como por cualquier miembro de mi familia.

Pero este día no es solamente para pedir por ellos y por las nuevas llamadas; yo lo veo también como una ocasión para agradecer su SÍ. Y aunque ya lo he hecho por diversos medios tanto a quien comienza a dar sus primeros pasos, como a quienes dan pasos tan firmes que sus huellas marcan el camino de otros, aprovecho para hacerlo también por aquí: GRACIAS. No puedo menos que deciros GRACIAS. A cada uno de vosotros, no os nombro porque la Familia es demasiado grande como para señalaros de manera individual, pero aquí estáis, como algún Escolapio o alguna Catequista. Y GRACIAS también a los que ni conozco por gastar vuestras vidas por la Buena Noticia.

jueves, 26 de abril de 2012

El Buen Pastor


Cada día tiene algo especial, cada día nos ofrece un motivo (o muchísimos) para dar gracias. Para mí los jueves son siempre especiales porque puedo orar entre gente querida, en Familia, ante el Santísimo, en la Capilla de PS; en silencio y en voz alta, una oración compartida.

Por eso siempre este día de la semana amanezco con la ilusión de un niño, de un principiante, y hoy, además, he conectado el ordenador después de Laudes y me he encontrado con un regalazo extraordinario, un artículo del P José Fernando Juan Santos SchP en su blog titulado: “Principiante ¡anda con cuidado!”. Como siempre de una profundidad, una sensibilidad, una delicadeza y una sensatez abrumadoras y que constituye una guía imprescindible “para todo aquel que es principiante, especialmente en la vida del espíritu”. Lo considero casi de obligatoria lectura  para cualquier principiante sea joven o cuarentón. Ni sé las veces que lo he leído a lo largo del día porque supone una especie de repaso sobre mí mismo. De este repaso resalto una conclusión: soy un ingrato exigente e injusto (entre otras cosas por juzgar sin deber hacerlo). Pero me quiero detener en el punto 2 de su artículo, que yo resumiría como dedicado al acompañamiento, y que me ha puesto la carne de gallina porque me ha llevado a una habitación acristalada que ya no existe, para verme sentado frente alguien que sé que “sabe amarme al modo como Dios ama”, que me ha venido acompañando hasta verme colocado bajo la mirada del buen Dios y con el que he ido aprendiendo a acercarme a ese modo de amar. Con él he querido hoy compartir la entrada en cuestión, pero ahora me doy cuenta de que al hacerlo utilicé un tiempo verbal inadecuado, el pretérito perfecto simple del indicativo; inadecuado por incierto.

Esta noche, en casa, en la Capilla de PS, en Familia ante el Santísimo, hemos escuchado y reflexionado sobre el Evangelio de Juan 10, 11-18, EL BUEN PASTOR, ahí es nada. Ese Buen Pastor en la Custodia, entre velas y perfumado de incienso. Y yo he pedido de manera especial por todos los sacerdotes, por todos los buenos pastores que no abandonan a sus ovejas y acompañan a quienes se afanan por seguir a Cristo en su vida diaria, y en concreto (tanto en voz alta como íntimamente) por el mío. Pero de nuevo utilicé el mismo tiempo verbal inadecuado y equivocado. Da lo mismo porque pido por él a diario en una oración que no conoce de conjugaciones sino del Amor al modo en que Dios ama.

Desde aquí, si alguien me lee, pido una oración por él, y también por el autor del post, que acompaña a diario a tantos en las redes, aunque no los conozcáis.

Pero también invito a pedir no sólo por los pastores, también por las ovejas en busca de pastor, de un buen pastor que da la vida por sus ovejas, que no las abandona y huye.

miércoles, 25 de abril de 2012

En el día mundial contra el ruido


Hoy es el día mundial contra el ruido y creo sinceramente que tenemos demasiados “días mundiales” de algo, los hay de casi cualquier cosa.

No voy a hacer un estudio de los efectos nocivos sobre la salud al soportar determinado número de decibelios, porque lo cierto es que no tengo ni idea sobre el tema. Sin embargo, me sugiere cuán importante es el silencio, aunque, paradójicamente, éste no siempre dependa del ruido circundante.

El silencio nos ayuda a la concentración, nos ayuda a dejarnos empapar, nos ayuda a vernos por dentro, nos ayuda a conectar, nos ayuda a orar; pero también nos puede adormecer.

Yo personalmente lo necesito, no para evadirme; lo necesito para hablar con Dios, de tu a Tú; no digo para rezar o pedir, me refiero a hablar, y en hablar incluyo desde enfadarme a contarle cualquier estupidez del día, pero sobre todo, por encima de todo, lo necesito para escucharle. Quizás pueda parecer una tontería o un contrasentido, pero en ocasiones he de afanarme en buscar el silencio desde el silencio, porque el ruido del vacío puede resultar ensordecedor. Otras veces, por el contrario, la paz que puede proporcionar el silencio, incluso casi ese mismo silencio lo he encontrado rodeado por un ruido infernal, a solas, orando en una capilla rodeada de unas obras que parecían transformarla en un campo de batalla.

En definitiva, que ruido y silencio, aunque objetivamente mensurables, acaban dependiendo de nuestra propia actitud. ¡Cuántas veces nos han hablado y no hemos oído! ¡Cuántas veces hemos escuchado el dolor o las angustias de un hermano en su silencio!

Unos ojos pueden decir tanto como un grito; un niño muriéndose de hambre es un grito en sí mismo; un desempleado sin poder alimentar a su familia ensordece a cualquiera; las injusticias deberían producir tanto ruido en nuestro interior como el estallido de las bombas en un campo de batalla.

Así que, como esto de los decibelios no es simplemente una cuestión física, propongo como lucha contra el ruido un cambio en cada uno de nosotros, una disposición a la escucha. Escuchar a Dios qué quiere de nosotros; escuchar al hermano, que puede ser también oírle a Él. ¿Por qué no empezamos por aquellos que tenemos en nuestra casa? Y continuamos generando una onda expansiva como la del mayor de los bombazos; pero de otro tipo, claro.

martes, 24 de abril de 2012

Sobre la felicidad en comunidad


Acabo de leer en un artículo de Religión en Libertad, que según Chaeyoon Lim, sociólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, en cuestiones de religión la tibieza no es más que tibieza; vamos que no denota ni transmite  frío ni calor. Lo cierto es que no me hacía ninguna falta el nombre de ningún sociólogo, por muy importante que sea la institución académica a la que pertenezca, porque para eso nada como la propia experiencia. El caso es que este señor viene a decir, en la American Sociological Review, que cuanto más comprometido seas con tu comunidad religiosa más feliz eres, que a mayor número de amigos con los que se comparten experiencias religiosas mayor felicidad. Pues qué importante me siento habiendo llegado por mí mismo a idéntica conclusión, y habiéndolo compartido desde hace ya tiempo por estos medios. Si va a resultar que soy un genio de la sociología.

Vaya, que no soy un bicho raro, que no soy único señores. Ni yo ni ninguno de los que conmigo, mi mujer y mis hijas comparte la fe en PS, ni yo ni ninguno de los que de una manera u otra forman parte de la Familia Redentorista. Y lo pongo así de claro porque el otro día, una logroñesa ciberamiga de Facebook me dijo que lo mío con PS no tenía nombre. Pues por lo visto sí que tiene nombre, y no lo pongo yo, que lo pone ese sociólogo aparentemente tan importante y de nombre para mí casi impronunciable, por lo visto se llama FELICIDAD. No, y no la da PS, la da directamente Cristo -sí el Resucitado, el Dios Vivo-, se mima, cocina y expande en la Familia Redentorista y se concreta en el Perpetuo Socorro de Madrid. Y además no es excluyente, al contrario, se ofrece a todos y de cualquier edad y condición; aunque ya ves, qué tendrá esto, que a mí cuando me ha dado por meterme en el fango me ha dado por hacerlo entre los más necesitados. Y oye, que qué feliz. Concretada en PS, sí, pero esto de tener una Familia tan, tan grande, hace que no sólo se concrete ahí, también en Valencia donde dos queridos amigos el día 1 de mayo se ordenarán diáconos, o en Sevilla, o en Vigo, o en Santander, o en Granada o…… qué más da, allá donde se esté y uno pueda ser útil y necesario. Porque qué tendrá eso de la felicidad que lleva a compartirla, aunque sea a través de un sencillo, personal y humildísimo blog como este.

Por eso hoy, además de compartir mi felicidad y confesar que soy todo un privilegiado por poder vivir mi fe en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, en la Familia Redentorista, quiero animar a todos a que cierren el grifo del agua fría. Que lo cierren para abandonar la tibieza, porque esto consiste en quemarse por dentro con ese calor tan especial. Que se acerquen a sus parroquias, sean cuales sean, que se impliquen, que se ofrezcan, que se den; y que si no existe o no está bien consolidada, que sean los primeros en formar allí una comunidad donde compartir la fe y ser felices dándose a los demás.

Y para que mi ciberamiga no me diga de nuevo que no tengo nombre con PS, pues pongamos que esto lo escribo simplemente por darle la razón al tal Chaeyoon Lim, que debe de ser importantísimo. Y para apoyar empíricamente su estudio con un caso más, porque punto por punto, eso se vive en PS.

sábado, 21 de abril de 2012

Compartiendo Vida


Qué gran tarde con qué gente tan buena. El milagro de la tecnología fue, hace ya bastante tiempo, provocando contactos iniciales; el milagro de la fe fue propiciando encuentro, generando comunión. Esta tarde se materializó físicamente la reunión de dos familias, los Casanova, Escolapios, y los Casanueva, Redentoristas.

Una estupenda representación de La Guerra de Troya para niños en Caixaforum y una entrañable merienda en Vip´s. El encuentro inicial fue con Esther y sus hijos, cómodo, muy, muy cómodo. Impresionante comprobar la capacidad infantil de incorporarse al otro, de integrarse, hacerlo propio con una naturalidad envidiable que lamentablemente tantas veces se va perdiendo con el paso de los años. Al poco rato llegó Santi. Le vi avanzar y me acerqué a él como si hiciera tiempo que no nos viéramos, aunque aquel fue en realidad el primer abrazo.

Reflexionar ahora en casa, tranquilamente, sobre la naturalidad y apertura de cómo transcurrió todo, es darse cuenta de la comunión, de la hermandad que genera una misma fe. Creo que no es más que una gracia; no tengo otra manera de explicarlo. Ahí estábamos todos, como si tal cosa. Compartiendo tiempo, compartiendo nuestra visión sobre una Iglesia plural, sobre la Iglesia que es presencia real también en los ámbitos más cotidianos de la vida, sobre los Laicos; compartiendo Vida. Charla sobre Escolapios, sobre Redentoristas, sobre los religiosos jóvenes, sobre las ganas, sobre el empuje, sobre la fuerza, sobre las ideas que me llevó a sentir que otras dos personas, dos religiosos y sacerdotes de treinta y dos años, estaban también merendando con nosotros.

Niños, trabajo, dones, padres, jóvenes…. Un poquito de Evangelio entre quesadillas y hamburguesas, y ese genial comentario sobre un señor que hace más de dos mil años convertía el agua en vino y andaba entre prostitutas, y que a mi casi me hizo sonreir al darme la sensación de que una tal Inma se incorporaba a la conversación… mientras sonaban –quizás demasiado alto- las voces y las risas de los pequeños.

Una tarde en comunión que debo agradecer a un señor de Peralta de la Sal, a un señor de Marianela; a José Fernando, a Jorge. Una tarde que agradecer a Dios. Ocho corazones latiendo por Él.

viernes, 20 de abril de 2012

Aprendiendo un día más


No paro de aprender. Esto no es nada extraño, porque cuando se parte de mínimos, o te quedas en ellos o vas ascendiendo. Así que, si no te estancas en tu propia inoperancia, simplemente vas subiendo pasito a pasito, a veces casi sin darte cuenta. Pues estos dos últimos días algunos acontecimientos me han hecho mover los pies camino arriba por la escalera de la Vida.

He podido darme cuenta de que la educación, en ciertas ocasiones, puede ser un obstáculo para la confianza (y lo sé bien porque a mí me pasa demasiado a menudo, lo que me lleva a circunloquios y mensajes criptográficos). Quizás más que educación es exceso de pudor por no ofender ni molestar, aunque al final acabes metiendo la pata hasta la ingle (sí, lo confieso, también me ocurre con más asiduidad de la deseable y aconsejable); o puede que te produzca un desagradable ardor de estómago porque llanamente prefieres callarte lo que llevas dentro antes de molestar a  quien quieres (que sí, que también caigo en esto, y para ello no hay ningún anti ácido eficaz, ni siquiera el tiempo).

Ayer, una persona querida, cercana, una de esas extrañas almas capaces de alegrarte el día con sólo cruzártela por la calle, me pedía disculpas por si no acertaba al acordarse de mí para una cuestión bien concreta. No es éste el caso que describo arriba, pero me ha hecho pensar en ello. Este encantador, empático, inteligente, generoso y entregado ser humano es, además, una bárbara persona de fe que te ayuda a crecer con el ejemplo de su valía y su coraje. Estará, quizás,  cargada de defectos, como cualquiera, pero no los conozco, y aunque lo hiciera no iba a escribir sobre ellos, que lo de la corrección fraterna se soluciona con un discreto y bondadoso mano a mano, no con un ciberescarnio. El caso es que me pedía disculpas por la posibilidad de no acertar, cuando en realidad ponía ante mis ojos el inmenso regalo de que había pensado en mí ¡en mi! El objeto del asunto no era precisamente para estar contento, pero después de que me surgiera una simple reacción inmediata y casi instintiva, tras un día de trabajo, de quehaceres cotidianos y oración, florece la maravilla de que pensó en mí para algo relativo a su vida personal y familiar. No creo que sea consciente, entre las otras muchas cosas que ya le dije, de lo importante que ha sido para mí, porque me ha radicado plenamente como miembro de la comunidad en la que crezco en la fe. Uno puede sentirse parte –ya, ya, porque sencillamente lo es- porque participa, porque se ofrece, porque está, por mil motivos, pero es una visión meramente personal; cuando a uno le requieren y es consiente de que esa visión personal es compartida desde dentro y desde fuera…. Uuuuufffffff ¡qué decir! Nada más que gracias. Entre otros motivos, porque ha sido para mí una oportunidad más para decirme: Enrique, ¿cuándo te dejarás de tonterías?

Dicho lo cual, también he podido aprender que hay veces en que cuando te dan las gracias debes aceptarlas. Sin más. Ni un “nos las merece” ni frases similares, porque aunque no las merezca, quien las da de verdad se siente bien haciéndolo.

¡Gracias por tu generosidad acordándote de mi!

martes, 17 de abril de 2012

El regalo de Compartir


Hay veces en las que dudo entre si solamente soy torpe, muy torpe o extremadamente torpe, y lo normal es que cuando me hago esa pregunta la respuesta suela ser la misma. Me lo planteo siempre que me fijo en las nubes cuando las hay, en lugar de pensar que sobre ellas continúa brillando el sol. Uno se ensimisma en naderías sin sentido para que, de repente, la propia Vida te muestre con claridad la suerte que tienes. Simplemente por compartirla. No me refiero a un nimio compartir sucesiones de segundos, hablo de compartir inquietudes, dudas, frustraciones, esperanzas, ilusiones; compartir el crecimiento personal cuando es, per se, un crecimiento de fe es una experiencia incomparable.

Compartir con tu mujer, el propio crecimiento integral de tus hijas, es algo gozoso y natural, pero compartirlo más allá de ese núcleo es un auténtico tesoro. Compartir es una puesta en común; compartir es escuchar; compartir es darse y recibir; compartir es intentar, seguir adelante; compartir es integrar; compartir es Amar. Y hacerlo, no como un juego, sino en el seno de una Familia superior, es darte cuenta de que tu propio día a día es una sucesión de regalos.

Uno de esos regalos impagables se me presentó ayer en vivo y en directo; miento, se me presentó hace aproximadamente dos años. Lo fui viendo, ni siquiera era consciente de que yo lo iba observando, y el año pasado una conversación familiar me llevó –de manera injustificada por mi parte- a entrometerme. Bueno, lo hecho, hecho está, y egoístamente estoy encantado de mi intromisión porque me ha permitido compartir Vida (dolor, anhelos, ilusiones) con un gozo que jamás hubiera soñado. Y además, el colofón es que ayer se compartió en familia; muestra de una generosidad infinita. Una felicidad plena acompañada de un GRACIAS a Dios y a él con mayúsculas y letras de oro. No estaba previsto; nada de esto estaba previsto, ni el regalo ni que le quisiéramos como a alguien de la familia. Bueno, es de la Familia.

Nada es casual, nada de esto es casual. Pienso en mi vida, recapitulo, y me doy cuenta de la presencia de Dios que ahora, a vista de pájaro, le da sentido a todo con una armonía tan serena que casi asusta. Siempre a mi lado; regalo tras regalo. Pero ver cómo ha cambiado, de manera concreta, los dos últimos años me pone la carne de gallina. Ya lo he contado muchas veces, y creo que aunque sea dentro de los años que sea, me moriré contándolo de nuevo; porque jamás pararé de agradecer al Señor que un día me llevara a PS, que a pesar de mis circunstancias – o precisamente por ellas- el Espíritu hiciera que la homilía de un joven sacerdote Redentorista me convulsionara (ya ni me molesto en decir que no le nombro, porque todo el que me conoce sabe quién es, y esté donde esté él el día de mañana, SIEMPRE estará con nosotros). Esto va de compartir, y de él aprendí de verdad a compartir y la esencia y la excelencia del trabajo en equipo (porque si evangeliza a cada paso con su ejemplo y su palabra, lo hace además implicando a todos en la cohesión de un equipo con una habilidad inigualable. Hacer cualquier labor con el Padre JAG es trabajar en equipo, y si no lo haces es porque no quieres o no te interesa.) Llevaba ya casi un año yendo prácticamente a diario por allí, pero mi buen Dios sabiamente esperó, maduró para que llegara ese día. Es una sensación extraña, porque teniendo la sensación permanente de que acaba de ocurrir – es una especie de don sentir esto-, al mismo tiempo me parece que ha pasado toda una Vida. No me cabe ninguna duda de que esto es así porque exactamente es  Vida lo que encontré allí. Corazones, manos; Fe. Y ver que ahora en ese mismo lugar, para ellos y en cualquier punto, están mi corazón, mis manos, los de María junto a las ilusiones y manitas de mis hijas… es para emocionar a cualquiera. Y nada es casual; mis pasos tímidos hacia allí no lo fueron. Esa Familia Redentorista simplemente no tiene precio.

Enrique, no seas tan torpe, y cuando veas nubes piensa en un 19 de mayo para sentir el sol, y luego en un 26 de mayo, porque sabes que podrás sentir por dentro un calor inmenso.

De modo que a seguir compartiendo.

lunes, 16 de abril de 2012

Arequipa de nuevo


Comprendo que la historia pueda tener su interés, pero ese interés no es el mío ni, en general, el de mi familia. Una chiquilla, perteneciente a una aristocrática familia española radicada desde hace ya algunas generaciones en Arequipa es empujada por su madre a un convento; allí, contra su voluntad, profesa como monja de clausura. Algunos años más tarde, con ayuda de sus criadas consigue un cadáver, lo viste con su hábito carmelita y lo prende fuego en su celda del convento de Santa Teresa; aprovechando el desconcierto se da a la fuga. Años de tesón y lucha contra todos los estamentos de poder Latinoamericanos, civiles y eclesiásticos copados en muchos casos por sus propios familiares; ella sola enfrentada a todos, su tesón, sus agallas, y la razón de su lado hicieron que finalmente en 1839, ocho años después de su huida, fuera restituida in integrum al estado laical por SS el Papa Gregorio XVI.

Comprendo, como digo, que esto tuviera su interés en su momento, gestas militares, órdenes de nobleza, “curiosidades” varias de los siglos XVIII y XIX, incluso hoy para el propio Vargas Llosa como arequipeño, pero que casi doscientos años después sigan a vueltas con el tema no lo encuentro lógico del todo. El periodista que se ha dirigido a mi para obtener alguna declaración de sus descendientes, lo ha hecho con todo el respeto, con profesionalidad y parece que ausente de todo morbo, pero es que hoy por hoy somos muy normales. Ni juzgo a esta señora, ni a su madre que la impidió salir a tiempo del convento, ni a algún tío obispo que la acalló, ni a su confesor, como tampoco juzgo a Tupac Amaru, por sacar los ojos, comerse el corazón y beber la sangre de un tío suyo, hecho tan histórico como su fuga del convento. No creo que haya venido a este mundo para juzgar a nadie.

Pero sí me da un poco de pena lo poquito que han cambiado las cosas, fijándonos siempre en lo superfluo. Me alegra ver cómo hoy en día Perú es un país en fuerte crecimiento económico, pero me gustaría que ese crecimiento trajera consigo desarrollo para todos, y no estoy muy seguro de que sea así. Me gustaría que las escandalosas diferencias sociales no perduraran doscientos años después, que la Justicia se hubiera extendido, pero la extraordinaria labor de los Misioneros Redentoristas en ese país (valga como pequeña muestra su programa en Otuzco) indican que las cosas cambian poco con el tiempo y que el esfuerzo de todos es siempre necesario.

Nada tengo que opinar sobre ella, como nada tengo que opinar sobre ninguno de mis antepasados; estamentos militares, órdenes nobiliarias, títulos, prebendas…… y ¿qué?

Personalmente podía haber elegido entre alguna otra, alguna de aquellas, pero solamente es una cruz la que voluntariamente he decidido colgarme del cuello. Contento, feliz y orgulloso de hacerlo. No como una floritura para un retrato o para la solapa de un traje, no. Con convencimiento, con fe, y con actitud de servicio para lo que se me requiera. No hay más, no hay otra historia que me interese más que la de la Salvación desde el mundo en el que me ha tocado vivir; y así es como quiero educar a mis hijas. Porque lo realmente importante es adonde vamos, con quién hacemos el camino y tratar de mostrar a todo el mundo que en Él está la Redención abundante.

Eso sí, todo esto me hace darme cuenta de que amándome Dios como me ama, habiendo pensado en mi desde el principio de los tiempos, anda que no han tenido que pasar cosas para que yo llegara a este mundo. Y si tanto ha sido el esfuerzo, mayor ha de ser el  mío por acercarle a Él a mis semejantes.

No sé si con esto decepcionaré o no al inquieto periodista que contactó conmigo, pero esta es toda la respuesta que puedo darle.

sábado, 14 de abril de 2012

Felicidad compartida


Acabo de leer una noticia sobre el II Congreso Internacional de la Felicidad, en el que se afirma que la felicidad es más si se comparte. Una frase bonita, pero bien pensado, es que ¿puede no compartirse? Es decir, cuando uno es feliz creo que lo comparte de manera instintiva, por naturaleza, en el rostro, en ese saludo mañanero en el ascensor sin necesidad de All Bran, en la actitud cotidiana, en la manera de afrontar los obstáculos diarios. Si no es así, si no se nota, se podrá estar más o menos contento, o satisfecho, pero feliz, lo que se dice feliz me temo que no. Bueno, lo que podamos experimentar como cercano a la felicidad, porque yo soy de los que piensan que aquí simplemente la rozamos, pero que la felicidad plena solamente la alcanzaremos cuando experimentemos, cara a cara, la plenitud del Amor de Dios. Y sabemos que la experimentaremos gracias a lo que celebramos los católicos en estas fechas, la Resurrección, la Redención abundante que nos viene de Cristo resucitado: Copiosa Apud Eum Redemptio.

Eso sí, la sensación que experimentas tratando de contribuir a crear el Reino aquí mismo, es extraordinaria. Y eso solamente se hace compartiendo. No puede ser de otra manera. Eduardo Punset afirma que la felicidad es la ausencia de miedo, y desde el punto de vista cristiano es consecuencia directa de la fe, la certeza, la convicción en la realidad de la Resurrección. Esa ausencia de miedo, esa felicidad, esa fe, a lo que te lleva es a compartir, y puede que la experimentes por primera vez compartiendo. ¿El qué? Pues la Vida, tu vida, tratando de llevar Vida a los demás. Uno a veces trata de hacerlo, puede que se quede en un intento, puede que acierte o puede que no, pero el propio intento genera un climax de inercia bastante más que positivo.

No hay más que mirar a la cara de todos aquellos que entregan su vida a los demás, a los más necesitados. Lo que ves es un nítido reflejo de felicidad. Con los problemas personales, con situaciones concretas, con dudas momentáneas, con trabas, pero si miramos fijamente al fondo de los ojos de esas personas encontramos un océano de serenidad y paz. Esta noche, el Grupo de Matrimonios de PS al que pertenecemos María y yo hemos celebrado una Eucaristía en la Capilla de la Comunidad Redentorista, presidida por el P Octavio Hidalgo, en la que compartimos abiertamente experiencias y sentimientos de esta Semana Santa. Uno de los miembros, Marina, quiso expresar en voz alta un agradecimiento explícito a los Redentoristas en su conjunto y personal a cada uno de los que conoce “porque son especiales”. ¿Veis? No es que yo sea raro por contar por aquí lo que vivo, es que son especiales de verdad. Compartir en Comunidad te hace reflexionar sobre lo vivido dejando brillar claramente la auténtica dimensión de todo ello: la fe. Y el gozo por la Resurrección, compartido, se expande e intensifica.

Pero es que eso de que la felicidad es más si se comparte se puede constatar incluso inmerso en situaciones de dolor, trágicas, límite o desesperantes, porque tratar de aliviar el dolor es acercar la felicidad y comenzar a contagiarla. Se puede comprobar en comedores sociales, en hospitales, en alberges para “sin techo”….

Compartir la felicidad la aumenta, compartir el dolor lo difumina.

Si eres feliz no puedes más que compartirlo, si no lo haces o no eres realmente feliz, o dejas de serlo.

viernes, 13 de abril de 2012

Un día peculiar


Hoy he tenido un día sorprendente, la verdad. Peculiar y sorprendente. Ha comenzado librando obstáculos absurdos, que ni siquiera deberían haber existido, porque con una simple llamada o un mensajito al inicio de la semana ni se hubieran producido, pero así es la vida y así es la gente; un simple problema de claridad, sinceridad y comunicación. Falta de empatía, con todo lo que de ello deriva. Aún ni sé si se han resuelto. Dios dirá.

Y a medida que avanzaba la mañana recibo un email de alguien a quien aprecio que me dice comprensiva que mi vida es paralela a lo que escribo por aquí. Sé lo que me ha querido decir, pero las paralelas no se juntan, ergo esto no es paralelo a mi vida, todo lo contrario. Agradezco que lo entienda. No podía ser de otra manera, dadas su sensibilidad y su inteligencia, pero además, descubro en ella una facultad que desconocía: la empatía. Una carencia que empieza a ser endémica.

Otro correo electrónico aún más imprevisto que me llega desde Perú, de un periodista jefe de informaciones de un importante medio de aquel país, a quien no conozco de nada. Un correo amable, solicitando información sobre una antepasada mía de principios del XIX, bastante relevante en la historia social, eclesiástica y jurídica peruanas en su época; una aristócrata con arrestos, luchadora y estigmatizada en su momento. Un personaje novelesco sobre el que en Latinoamérica parece ser que están preparando un gran reportaje, pero me temo que sus descendientes preferimos continuar en el anonimato, a no ser que tengamos que levantar alguna voz en su defensa. El tono es conciliador, amable y buscando el rigor histórico, pero no creo que yo haya venido a este mundo a juzgar la vida de nadie. Más que a juzgar, prefiero creer que a ayudar, comprender, acoger o perdonar. Si no pensara así, este blog sería todo un fiasco, de modo que, en el fondo este señor me ha dado la oportunidad de reafirmarme; y se lo agradezco. Pero algo así, tan inesperado, le deja a uno perplejo.

Perplejo define bastante bien cómo me he sentido esta noche. Además de tener que quedarme sin la Oración de los Jueves en PS que para mí es bastante más que importante, me han invitado a cenar. Un mano a mano curioso y, de nuevo, inesperado. Una conversación, casi un monólogo, sobre la relación con Dios de quien compartía mesa conmigo, alguien bastante mayor que yo y a quien apenas conozco. La profundidad de sus palabras, de sus sentimientos, compartidos sin ambages y sin venir, aparentemente, a cuento me ha emocionado. Ver que compartes una misma fe y que hablar de ello se convierte en algo normal no deja de sorprender por eso, por normal.

Y una vez en casa, ya ante el ordenador, de vuelta a “mi” vida corriente (cada vez me gusta más lo corriente que es), con la alegría que siempre me produce hablar (chatear por Facebook en este caso) con alguien tan querido; un individuo ejemplar, bueno, sensato, entregado y de una fe incorruptible. Que con estas características me encargue que le sustituya durante un ratito este domingo, uffffff me produce casi un ataque de pánico por no estar a la altura, aunque le saque casi veinticinco años. Pero me hace irme a la cama, satisfecho y feliz, después de un día tan extraño.

martes, 10 de abril de 2012

Unos zapatos rotos


Como cada día abro la plantilla de Word para ver si escribo algo, y hoy me he asustado, porque he visto lo poco que tengo que decir, de modo que me he quedado un rato en silencio. Y, sin saber por qué, el blanco brillante de la pantalla del ordenador me ha recordado casi bruscamente que estamos en Pascua, como diciéndome “Eh, tú, ¿no crees? Pues qué derecho tienes a estar así. Levanta ese ánimo y que se te note; espabila”. Claro, el blanco brillante tenía que ser; una limpia luz blanca. Y no sé si por asociación de ideas o no, pero el caso es que me ha llevado a una túnica también blanca, y a algo que observé hace pocas fechas al arrodillarme, en ese momento en que yo me arrodillo cada día; fue un domingo y lo que vi eran unos zapatos rotos.

Pues confieso que aquello fue algo realmente hermoso porque son los zapatos rotos de alguien que desgasta su vida a cada paso, que entrega su vida a cada paso. No son unos zapatos rotos en una pista de baile, sino desgastados en la vida de todos aquellos a quienes atiende; no son unos zapatos cualquiera, son las sandalias de un pescador. Me impactó y me emocionó. Será una tontería, pero el pasado miércoles, cuando llegué a Santander fue de las primeras cosas que le comenté a mi mujer cuando nos quedamos mano a mano, y la respuesta con sus ojos y su voz fue una respuesta de Amor. Pero luego uno se envuelve en su propia rutina, en su propio engreimiento, en un incesante yoismo en busca de vacuna, y cayó en el olvido.

Que sí, que a cualquiera se le pueden estropear los zapatos, ya lo sé, pero si ayer en Radiops escuchaba al Padre Fabriciano Ferrero hablar del “clamor de la Redención que desde nuestro mundo sube hasta Dios”, ahí es adonde se dirigen desde este mundo, firmes e imperturbables, los pies de ese hombre mientras acerca la Redención a tantos. ¡Y yo con mis tonterías!

Ni Church, ni Guzzi, ni Sebago, ni Allen Edmonds, ni Castellanos, ni Lotusse, ni Tod´s, ni los míticos Villarejo a medida. Esos zapatos son de la mejor marca que uno se pueda imaginar: CSsR. Unos humildes, sencillos, entregados, serviciales, dispuestos y evangelizadores CSsR.

Todas las palabras que voy soltando por aquí me salen de dentro, pero esta entrada os aseguro que es de las más queridas, porque “qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la Paz…” Isaías 52, 7.

lunes, 9 de abril de 2012

Una alegría monumental


Lunes de Pascua, y ¡con sol! Después de una Semana Santa pasada por agua. Lunes de felicitaciones y caras sonrientes. Creo que me está pasando como cada vez que mi mujer estaba embarazada, que no paraba de ver gestantes por la calle. Pues ahora igual, con la novedad de que en el trabajo, con mis jefes, la primera media hora larga del día ha sido un intercambio de anécdotas y reflexiones sobre la Pascua. Y eso sí que es una novedad para mí.

Hoy ha habido alguien, que prácticamente no me conoce, que me ha dicho que yo tenía un puntito emocional que le encantaba, aunque no sabía si mostraba fortaleza o debilidad. Está claro que no me conoce, de otro modo no tendría dudas al respecto. Esa afirmación confieso que me ha descolocado un poco. La realidad es que si se llega a atisbar en poco tiempo ese “puntito”, tiene tanto de una cosa como de otra. Pero lo cierto es que los que me conocen bien, lamentablemente saben que se puede tornar en punzones para mi mismo. Que me recuerden algo así, justo ahora, no me hace más que desear que los punzones se hayan quedado en el sepulcro con esa parte de la vida que en ocasiones pasa factura.

Comenzar el día con Laudes y la letra de una canción, ir a misa y felicitar la Pascua en la sacristía con un abrazo al Padre Olegario al acabar, es un tirabuzón de alegría con el que caer de pie, firme y para comenzar la semana de la mejor manera. Tiene el don de alegrar cualquier mañana, aunque no sea Pascua.

Una jornada de sonrisas continuadas (una muy especial que mandé por WhatsApp a un tontorrón) en la que, sin saber por qué, me vienen algunos flashes de estos días pasados: la ilusión infinita por unos sencillos olivos; unos amigos –de los de verdad- de Madrid, entrando con sus hijos en Viernes Santo en la Parroquia Redentorista de Santander, que me hizo una ilusión especial (sí Rocío, me encantó veros por ahí); otro –toda una vida juntos y mucho, muchísimo más que un amigo- pidiéndome un decenario de la JMJ como el que llevo en la muñeca y que me emocionó, aunque intenté que no se me notara (creo que esa obsesión porque no se me noten los “puntitos emocionales” me hace parecer un borde a veces; pero está claro que en cuanto me descuido saltan a la vista); mi madre CANTANDO en la misa del Domingo de Resurrección (sé que sonará raro, muy, muy raro pero era la primera vez en mi vida que veía a mi madre cantar en misa, y cuando me contó por qué lo hizo simplemente le regalé el abrazo de un niño pequeño); las niñas tras los huevos de Pascua y la cara de María mirándolas; la visita de las niñas a Jorge (y veeeenga huevos). No son más que retazos simples de la vida diaria que le hacen a uno feliz, y que mitigan lo torpe que en ocasiones se puede llegar a ser.

Y la sensación que tengo ahora de qué es lo que más recordaré de estos días cuando pase el tiempo: una alegría monumental; los ojos de mis tres niñas; una alegría monumental; la voz de mi madre cantando en misa; una alegría monumental; la homilía de un cura flipado con el micro en la mano; una alegría monumental; el mensaje de un gran amigo; una alegría monumental; José Luis encendiendo el cirio.

Una alegría monumental: que mi Dios es un Dios Vivo.

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!


Esta Semana Santa he comprobado que es posible ejercitar la abstracción y la dispersión a un mismo tiempo. La fuerza del silencio individual compartiendo el corazón. Dejarse llenar del Misterio y compartirlo desde el silencio y la distancia, con los próximos y los lejanos.

Han sido unos días intensos y felices, porque acompañando a Jesús, acompañando a María, uno tiene la certeza de que llega la Resurrección, con lo que lo vives con la esperanza en una felicidad absoluta.

El caso es que viviéndolo en familia y en un lugar concreto, en Santander, he tenido en todo momento en mi cabeza y en mi corazón a alguien muy querido y que me conoce mejor que yo mismo, junto a mucha gente repartida en las Pascuas Redentoristas que han tenido lugar en distintos puntos de España, y junto a PS; vaya adonde vaya, algo de mi queda en ese templo y con esa Familia. Gracias a la tecnología y a la generosidad de un sacerdote Redentorista de PS he podido llevar en mi móvil la imagen del Monumento que colocaron en mi parroquia, y estar informado de los cambios y novedades. Gracias a la tecnología y a la generosidad de un extraordinario hombre joven tocado por el dedo de Dios, he podido ir sabiendo parte de lo que se cocía en su corazón y él en el de mi familia, y especialmente en el mío.

Vivir desde el jueves los oficios en la parroquia Redentorista de Santander con mi mujer y mis hijas ha sido ciertamente especial, porque imbuidas ya de una vida de fe colmada de alegría en Madrid, ha sido sencillo ir explicándoles todo con la mira puesta nítidamente siempre en el Domingo de Resurrección, en la gran fiesta de nuestra Iglesia. Ha sido muy fácil por el día a día en PS, aunque confieso que me sorprendió el relato que me hizo mi hija Toya de la Pasión. Ellas tres celebraron el Domingo de Ramos en Santander, y me lo relató con el lenguaje de una niña de siete años (me encantó cuando hablaba de los Apóstoles como “los amigos de Jesús, los de su grupo”), pero perfectamente comprendido e interiorizado. Y es que José Luis Marra-López no sólo tiene el empaque de un obispo preconciliar, tiene la cercanía, la sencillez, la profundidad y la bondad de cualquier sacerdote o religioso de la Congregación del Santísimo Redentor, unido a una socarronería personal e inteligentísima. Mis hijas vieron en la misa vespertina del jueves, con el lavatorio de pies, una representación de parte de lo que me habían contado casi como para informarme.

El recorrido de los Monumentos de Viernes Santo iniciado en la Parroquia de la Inmaculada –y que finalicé yo sólo en el mismo lugar, para dedicar un rato largo por alguien muy querido por todos nosotros-, el acompañamiento a la Soledad de la Virgen dirigido por un imponente Padre Eulogio CSsR, la espectacular y solemne Vigilia Pascual (a la que sólo acudimos María y yo) compartida con la comunidad de Santander….. de una alegría desbordante y contagiosa. Y la misa de la mañana del Domingo, adonde quise acudir junto a mi madre para que Toya y Paula constataran esa alegría y esa felicidad de las que María y yo veníamos hablándolas, no sólo en nuestras caras, sino en la expresión de la liturgia, en el cirio Pascual, y en la comunidad donde habían pasado los últimos nueve días. Una feligreseía con menor número de jóvenes y niños, pero de la que aprender y con la que compartir, entre otras cosas, su propia ilusión infantil en una misma fe.

Que tanto José Luis como Eulogio quisieran contar conmigo dejándome participar en todas las celebraciones me hizo sentirme en casa aunque no fuera mi Parroquia, y constata lo que tantas veces me dice un gran sacerdote sobre mi pertenencia a esa Familia. Y la realidad es que para mí, estar en una iglesia Redentorista, sea cual sea y esté donde esté, es estar en Familia.

Pero mi corazón estaba también en lo que se cernía en Jayena, o en PS, o en Nanclares de las Cuevas…

Y, ya en Madrid, no he querido finalizar este día sin vivir la Eucaristía de nueve de la noche en PS, disfrutando de un coro incomparable y que en esta ocasión realmente se ha superado a sí mismo, escuchando la homilía del P Jorge Ambel Galán. Escuchar una homilía de este sacerdote es como estar sentado al lado de alguno de los que plasmaron los Evangelios mientras iba escribiendo. No es que yo le quiera, que sí, que es cierto, pero además es que se reviste, coge el micro y simplemente se sale, y hoy estaba EXULTANTE. Y el relato de Laura Granja Izquierdo (una mujer joven, brillante, sensible y cargada de dones) sobre la Pascua Juvenil de la que acababa de llegar fue la guinda del pastel espiritual. Quería estar allí para felicitar la Pascua a gente querida, muy querida. No se podía salir de PS sin hacerlo sonriendo y lleno de felicidad. Y yo lo hice además con el abrazo de alguien a quien quiero como a un miembro de mi familia. Salir sonriendo y que se me note. Porque como dijo Jorge en su homilía, para que la alegría se quede entre cuatro paredes….

A todos ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

miércoles, 4 de abril de 2012

En silencio hasta el Domingo


Ya es miércoles, y por la tarde me iré a Santander, dejando el hogar ocupado y a buen recaudo. Quedará en Madrid el ordenador, lo que me permitirá así centrarme en estos días y encontrar un poco más de silencio; no porque aporree – que lo hago- las teclas produciendo mucho ruido, sino con la intención de desconectar para conectar.

Pasaré estos días en familia, en casa de mis padres, como cada Semana Santa de mis 45 años. Con toda la familia; ahora con casi toda la familia, porque mis padres hace ya tiempo que también están en su casa estas fechas. Sí, pero preparado para llevar un corazón dispuesto a atomizarse: una parte quedará en PS, otras se esparcirán por Navares de las Cuevas, Sanlúcar de Barrameda y Jayena, algún pedacito llegará a un colegio de Getafe, a Don Benito, otro cruzará el charco hasta Guatemala y Perú y el resto casi entero a un Albergue de Madrid. Y aunque no se note que esos minúsculos trocitos andan por ahí, no importa, porque todos ellos estarán conmigo.

Además me voy dispuesto a que mi saco de recuerdos se quede aquí, que los conserve hasta la vuelta el disco duro del PC; no quiero tener ninguno, solamente las realidades del presente y para el futuro. El Calvario en el calvario de personas de carne y hueso de hoy, de ahora mismo; la corona de espinas de tanta gente que sufre de manera injusta; parados; supervivientes; alguna madre viuda preocupada por sus hijos; amigos que no creen; chicos que dudan; personas sin consuelo; un granadino con alma sevillana; algún enfermo abrasado por un dolor no sólo físico; un profesor desvivido por sus alumnos; el futuro de mis sobrinos; un amigo al que adoramos; un tontorrón impenitente; la inocencia de mis hijas; la entereza de mi madre; el aguante de mi mujer. Son personas reales, con preocupaciones cotidianas, en situaciones concretas y del presente vivo a quienes llevar conmigo a los pies de la Cruz para que a todos nos riegue el Agua de Vida del costado abierto del Redentor. Y el Domingo, aunque no estemos juntos, gritar con ellos la alegría inagotable de la Resurrección.

martes, 3 de abril de 2012

Pascua Redentorista


En breve se pondrán de camino varios grupos para celebrar la Redención abundante que nos viene de la Resurrección de Cristo.

Un Grupo de Laicos Redentoristas y dos sacerdotes de esta Congregación lo harán en un pequeño pueblo de la sierra de Granada, Jayena, desde el que atenderán también a otros lugares, para que la Buena Noticia llegue al mayor número de gente. Confieso públicamente la sana envidia que me producen, sin dobleces ni medias tintas: envida, por muy sana que sea. Conozco a alguno de ellos y espero que les acompañe, además de mi cariño, mi oración para que su servicio en esta Pascua obtenga los mayores frutos.

Otra expresión de la Iglesia Misionera que encarnan lo constituyen las Pascuas Juveniles, que tendrán lugar del 4 al 8 de abril en Navares de las Cuevas (Segovia) y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Una extraordinaria oportunidad que se ofrece a los jóvenes para compartir y entregar su fe y su tiempo, anunciando la Resurrección del Señor.

Una de las que se desarrollará en Navares de las Cuevas, la Pascua Vocacional, estará centrada en aquellos que se plantean la llamada a la vida misionera, religiosa o sacerdotal. La Pastoral Juvenil Vocacional Redentorista (PJVR) está tomando un ritmo imparable para acompañar y ayudar al discernimiento de todos esos jóvenes, sustentado en el ejemplo diario de unas personas que atraen, contagian e ilusionan; que dan sentido a la Vida con la propagación incansable de la Palabra en un carisma propio, centrado en los más necesitados de auxilios. Que nadie con dudas se quede sin resolverlas, que nadie con miedos los guarde sin vencerlos; acallarse a uno mismo no es ni sano ni sensato. ¿Cómo no orar de manera especial por ellos? Mi mujer, mis hijas y yo pediremos por vosotros desde una ciudad marinera... En Santander, en la Parroquia Redentorista de la Inmaculada, en Familia.

Sin tonterias, sin media voz, no puedo sino manifestar mi aplauso por cada iniciativa pastoral. Estas Pascuas no son nada nuevo, lo sé. O quizás sí que lo son, porque cada año se parte con un espíritu nuevo, con una ilusión renovada por compartir, acoger, expandir; por contar lo que no se puede callar.

Sonrientes, amables, entregados, incansables, sustentados en Cristo y con una fe más que robusta. Acercarse a ellos es encontrar la mejor vacuna contra el desaliento.

Y que no me digan que soy un exagerado, porque lo que cuento no es más que un hecho objetivo y, por lo tanto, fácilmente comprobable.

lunes, 2 de abril de 2012

Una Semana Santa nueva


Ya estamos en plena Semana Santa, un tiempo intenso para la reflexión, la meditación, la oración y dedicarnos de pleno al Señor. Un tiempo para vivirlo en familia, y también para darse a los demás.

Mis recuerdos más entrañables son del Viernes Santo, los cuatro hermanos y mi abuela Emilia recorriendo los “Monumentos” de iglesia en iglesia por Santander: Redentoristas, Esclavas, San Roque, Concepción, Carmelitas, Siervas de María y Santa Lucía. Siempre el mismo recorrido, año tras año, desde que los Escolapios decidieron no abrir al público la capilla. Íbamos primero los cuatro hermanos, y luego se incorporó mi abuela cuando vino a vivir a casa. Mis padres por esas fechas estaban siempre en el Festival de Salzsburgo. Mis hermanas y la abuela de negro, y mi hermano y yo con la correspondiente corbata, también negra, a medida que cada uno cumplía unos ciertos años. A mi me gustaba el encuentro con tantas caras conocidas, pero me dolía ver todo aquello convertido casi en un acto social. Por la tarde me marchaba sólo al Muelle para ver las procesiones, rosario en mano, ese rosario que me compré con ocho años en la librería del colegio, para sorpresa del P Manuel, y que hoy cuelga sobre la cabecera de mi cama junto a la acreditación de la JMJ y el carnet de la Alfonsiana. Lo vivía en silencio, con la intensidad de un niño primero, y luego con las angustias de un joven que oía sin querer escuchar y escuchaba sin tener con quien hablar. Eran otras épocas en España y en la Iglesia, puede que sea por eso que lo que más recuerdo es la sensación de luto, de un luto casi imperecedero, como si nunca fuera a tener lugar la Resurrección. Y por cuestiones internas, mi mayor alegría el lunes de Pascua era la llegada de mis padres.

Hoy la Iglesia, por suerte, ha cambiado, he cambiado yo. Este tiempo ahora es personalmente para mí una ocasión más para darle gracias a Dios de que me empujara un día a PS. Gracias a eso puedo contemplar orgulloso que mis hijas viven algo diferente y de una manera distinta, porque desde bien niñas han oído hablar de la Redención, y lo que conocen es la expresión de una alegría infinita producto de esa Redención. La Semana Santa culminada en la Resurrección, sin la que todo carecería de sentido. Me doy cuenta de que su propio día a día combina el respeto con el cariño; la normalidad de la fe en la vida diaria. Todo con ejemplos cercanos y cotidianos. Por eso no paro de agradecer. Alguna persona concreta a la que adoran de manera individual, espontánea y tras quien salen corriendo cada vez que le ven; gente entregada y feliz de todas las edades. ¡Qué importante es una comunidad así!

A alguno de ellos dedicaré de manera especial estos días, vendrán conmigo este Viernes Santo por las iglesias de Santander. El jueves será para alguien a quien no quiero perder, de manera personal. Los cuatro llevaremos a dos personas especiales. Y juntos llegaremos, con la ayuda de Dios, a un Domingo de Resurrección pleno de Esperanza. Sobre todo de Esperanza.

domingo, 1 de abril de 2012

Domingo de Ramos en PS


Qué día tan bonito es el que celebramos hoy. Y yo he tenido la suerte, una vez, más de poder hacerlo en mi Parroquia, en la Comunidad del Perpetuo Socorro de Madrid, en Familia. Justo antes de entrar, mi mujer me mandaba una foto de mis hijas con sus ramos desde la iglesia de La Inmaculada, la Parroquia Redentorista de Santander; sí, también estaban en Familia. Es la única manera correcta de definirlo; sé que hay quien me ve como un loco exagerado. No me importa que acierten en lo de loco, pero yo en lugar de exagerado diría más bien hiperrealista.

Todo en PS se celebra con alegría, porque lo que se vive es la alegría de la Redención; desde la preparación del Templo, la ilusión de todos los que participan, hasta el “podéis ir con la Paz del Señor” todo es una explosión de ganas de ayudar, de hacer algo, de colaborar, de “buen rollito” intergeneracional. Y esas ganas de echar una mano en lo que sea, lejos de ser un sacrificio o una actitud pseudobeatífica no es más que consecuencia directa del día a día de los Religiosos Redentoristas; lo que podría ser una respuesta a, deviene de manera natural en un brotar espontáneo. Entre otras muchas cosas ahí está también parte de su grandeza, en que sembrando generan personas autónomas, que contagiadas tratan de contagiar. Y con la normalidad de cualquier familia. Allí estaba en la sacristía, entre todo el revuelo, Horacio, un niño pequeñito, cariñoso y adorable, junto a Mariel, Lolita o la propia Betty, y esos jóvenes a los que admiro.

Hoy cuando llegué, ya lo hice con buen pie, porque tuve la suerte de entrar con Bárbara Thomas, y eso le alegra el día a cualquier persona, porque además de tener un sentido del humor incomparable, encarna el optimismo extremo en cualquier circunstancia.

Ha sido una celebración preciosa, comenzando con la bendición de los ramos en la capilla, la procesión de entrada, y una masa enorme de fieles, hasta el final. Verme sentado al lado de Guillermo Rejas facilita la interiorización durante la misa, porque la entrega, la sensatez y la profundidad de este chico son ejemplares (qué orgullosa debía sentirse Bárbara, su madre); los monaguillos, Lalo Ortiz, los padres Olegario, Nicanor, Pedro, Juan Antonio y Jorge; Damián; caras amigas frente a mí. Estaba en casa. El P Nicanor, el párroco, me dijo que acudiera pronto para preparar la Pasión, porque yo iba a hacer de “turba” (encontrarnos casi a diario paseando por el barrio es siempre una alegría, y hoy una suerte inmerecida). Leer durante la Eucaristía es siempre un honor, y cuando se trata de la Pasión uno se sobrecoge, pero la presencia de quien tenía cerca, a mi izquierda, siempre infunde confianza.

Mi párroco, el P Nicanor Brasa, ya nos tiene acostumbrados a unas homilías que tienden a ponernos a todos en movimiento ad intra y ad extra (y creciendo en esta Comunidad bien sabes que cualquier movimiento interior experimenta un empuje hacia afuera que rompe las barreras de la gravedad, es casi un principio físico). Además lo hace con un tempo natural, pausado, como si las palabras pergeñadas en su cabeza salieran del corazón sin pasar por las cuerdas vocales. Concluyó con el “podéis ir con la Paz del Señor”.

La sonrisa en la cara de todos al salir evidenciaba que con Su Paz nos fuimos, preparados para vivir una Santa Semana.

Rezando por la calle


Acabo de regresar a casa de dar un largo paseo por el barrio. Tranquilo y solo. Uno parece fundirse con la noche y pasar desapercibido, como una sombra más entre la gente, deslizando entre los dedos las cuentas del decenario mientras medito los Misterios del Rosario. Me encanta rezarlo por la calle mientras paseo, y comenzar a hacerlo al unísono con quienes lo estén rezando en ese mismo momento. Al acabar, observando a las personas que disfrutaban de la noche del sábado por Alonso Martínez, me he sentido conscientemente –como tantas veces solía decirme mi amigo el P Borja Hernando- bajo la mirada de Dios. No sólo yo, todas esas personas, matrimonios de mediana edad, alguna familia completa y bastantes jóvenes. Todos bajo la mirada comprensiva del Padre, aunque unos lo sepamos y otros no. Saberlo es una gracia que te lleva directamente a sentirte amado, y esa es una realidad que compromete. Compromete porque me ama tanto como a cada uno de los que por allí estaban, tanto como a cada ser humano, y eso unifica. Unifica y compromete, es casi como una obligación el hacerles saber que a ellos, aunque no lo sepan, aunque no lo crean, aunque no lo quieran también les ama. Y por ellos como por mí envió a Su Hijo, en el que está la Redención para todos.

De modo, que he tratado de convertir esa parte del paseo en Oración dedicada especialmente a aquellos que buscan, que quieren creer, que creen y no lo saben; a los que no le encuentran sentido a la Oración. Fundamentalmente he recordado a los que no rezan porque no saben cómo, a los que lo intentan, a los que no le ven sentido a la Oración. Intentarlo, verbalizarlo, hacerlo por alguien querido es ya una Oración en sí misma y seguro que muy apreciada desde Arriba. Creo que muchas veces tratamos de orar desde nosotros mismos, y digo orar, pretendiendo hacer de la oración una varita mágica de efecto inmediato. Mientras andaba, se me ocurrió que quizás, si fuéramos capaces de abandonarnos, de olvidar ese yo que tanto pesa, y tratar de mirarnos desde afuera, todo resultaría más fácil, y nos descubriríamos más allá de ejercicios intelectuales. No hablo de repetir fórmulas, más bien de ofrecimiento y vaciamiento para la escucha; no poner ni nuestro intelecto ni nuestras fuerzas en ello, sino lo nada que somos, nuestra debilidad, nuestra fe y nuestra falta de fe, para que sea Él quien obre.

Salí yo sólo, pero cuando de vuelta abría la puerta del portal de mi casa me di cuenta de que venían conmigo mi mujer, mis hijas, varios jóvenes, alguna señora mayor y un individuo con la cabeza muy dura, a los que había ido abrazando al pasar cada cuenta.