Scala News

sábado, 28 de noviembre de 2015

Un rey homosexual

Acabo de leer algo preocupante en una publicación de información religiosa en internet. Preocupante por sesgado y porque manipula la realidad de una manera torticera. No faltaría a la verdad si la interpretación de los hechos no estuviera relatada de manera que induce a un error insano de una manera premeditada.

La información se refiere a los mártires de Uganda y el titular es el siguiente: “Los mártires de Uganda, quemados y desmembrados por resistir el acoso de un rey homosexual”. Lo hechos son los que fueron y, siendo ciertos, uno saca la conclusión errónea de que Carlos Lwanga y sus compañeros alcanzaron el martirio por luchar contra la homosexualidad, y que uno de los principales problemas del rey Mwanga II de Buganda era su homosexualidad. Tanto como decir que santa María Goretti, mártir de la pureza, lo es porque Alessandro Serenelli era un heterosexual empedernido.

Mal. Muy mal. Por ahí vamos al desastre y la injusticia. Por ahí tratamos de inocular odio y formar en el error: deformar. El camino de la mentira es siempre el camino del mal. Una actitud nada evangélica; una práctica nada cristiana. El mal utiliza también carita de ángel (creo recordar que Luzbel era el más bello...¿no?). El mal es también sibilino e infiltrado.

Mwanga era un sinvergüenza, un violador, un asesino, un tirano. Tiranía y lujuria. Era negro y era homosexual, como podía haber sido blanco o heterosexual. Además era rey, como san Enrique; uno depravado y otro casto y santo.

“También en esto los mártires de Uganda nos indican el camino. Su fe buscó el bien de todos, incluso del mismo Rey que los condenó por su credo cristiano. Su respuesta buscaba oponer el amor al odio, y de ese modo irradiar el esplendor del Evangelio. Ellos no se limitaron a decir al Rey lo que el Evangelio prohibía, sino que mostraron con su vida lo que significa realmente decir «sí» a Jesús. Significa misericordia y pureza de corazón, ser humildes y pobres de espíritu, y tener sed de la justicia, con la esperanza de la recompensa eterna.

El testimonio de los mártires muestra, a todos los que han conocido su historia, entonces y hoy, que los placeres mundanos y el poder terreno no dan alegría ni paz duradera. Es más, la fidelidad a Dios, la honradez y la integridad de la vida, así como la genuina preocupación por el bien de los otros, nos llevan a esa paz que el mundo no puede ofrecer.” 

Las palabras de arriba (entrecomilladas y en cursiva) son del Papa Francisco en el santuario de los mártires de Uganda, en Namugongo. Otro tono, otro discurso. El bien brilla en cualquier caso; frente al mal, resplandece.

Cuando he leído la información que comento he pensado en los homosexuales que conozco, prácticamente todos católicos, y me han dado arcadas imaginando cómo se podrían sentir leyendo esa barbaridad.

Dios escribe derecho con renglones torcidos; el otro escribe torcido con renglones derechos. Tiempos complicados. Los diablillos andan enrabietados soliviantando el mundo. Asesinatos, profanaciones, exposiciones blasfemas, atentados, guerras, maltratos, opresiones, corrupción, aborto… Cizaña. El mal fuera y dentro.


Oración y misericordia.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Tirso Cepedal CSsR D.E.P.


Escribo a vuela pluma. Me acaban de comunicar el fallecimiento del P Tirso Cepedal CSsR. Lo primero que he hecho ha sido rezar por él y lo segundo rezarle a él. Un hombre bueno. Extraordinariamente bueno. Una cabeza impresionantemente amueblada; en ella atesoraba la historia viva de la Congregación. Inteligente, culto, brillante, sereno, sensato. Su inteligencia, sus dotes como teólogo o escritor no son nada comparadas con su bondad.

Le acompañaba todo, empaque, estatura, esa voz profunda y monacal, y la natural inclinación al bien que transmitía.

Era un remanso de paz. Verle ya tranquilizaba al espíritu indómito y suavizaba el día más áspero. Educado; educadísimo. Un caballero en la más profunda y elevada concepción de esa palabra. Un señor de los que, desgraciadamente, cada vez van quedando menos.

Le conocí ya mayor. Recuerdo que un día en PS, casi recién aparecidos por el Santuario, cuando yo no sabía aún ni cómo se llamaba, me llamó y me preguntó por mi mujer y mis hijas. Él ya sabía el nombre de cada uno de nosotros. Pasado el tiempo, su felicitación cuando hice la promesa como MLSR… uffff.

Un hombre total. Un sacerdote inmenso. Un redentorista… ¡qué redentorista!

Cepedal ha sido un regalo para la Congregación y para la Iglesia. Un regalo para todos y cada uno de quienes hemos tenido la fortuna de conocerle. Más allá de su obra, la siembra de una larguísima vida, activa hasta el final, ha dado frutos por cada uno de los lugares por los que ha ido pasando. Una vida plena y generadora de Vida.

La comunión de los santos… Desde el cielo continuará generando Vida. Desde el cielo este redentorista pleno, continuará cuidando a la Congregación. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y san Alfonso habrán salido a su encuentro y ya verá cara a cara a su Redentor. Que goce de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos.

Os dejo este breve artículo que escribió hace tiempo para OMP: http://www.omp.es/OMP/misioneros/carimasmisioneros/archivo/Congregacionsantisimoredentor.htm

P. Tirso Cepedal CSsR, descansa en Paz.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Cristo humillado

Trato de buscarlas pero no encuentro las palabras adecuadas para definir lo que sentí ayer al ver las imágenes de la profanación diabólica que tiene lugar en Pamplona. Un individuo, cuyo nombre me voy a abstener de mencionar, se dedicó a ir a 242 eucaristías, acercarse a recibir la Comunión y conservarla para, con las 242 formas consagradas, distribuirlas por el suelo formando la palabra “pederastia”. A eso pretender llamarlo arte. No lo ha hecho sólo. Lo hace él en primer lugar, quien paga y encarga la exposición, quienes sostienen a quien la encargó... quienes callan. Satanás actúa, no descansa, y en estos tiempos parece estar especialmente enrabietado. El mal en estado puro.

Deleznable. A parte de un delito tipificado en el código penal, un acto repulsivo y gratuito de ofensa a los católicos, una profanación continuada del Cuerpo de Cristo. Pena. Se ha dicho mucho en las redes sociales al respecto para regocijo del autor y, a riesgo de continuar alabando su ego enfermizo, no me resisto a plasmar mi repulsa más triste y enérgica.

Una pena tremenda la ofensa, una pena tremenda ver el Cuerpo de Cristo mancillado de semejante manera. Permanecer callado es como permanecer callado e impasible ante la Cruz. Lo haré a menudo en cada una de mis lamentables caídas cotidianas, pero me niego a negarlo tres veces con mi silencio. Habrá a quien no le guste lo que voy a decir, pero es como permanecer callado ante 242 abusados, ante 242 mujeres maltratadas, ante 242 niños obligados a ser soldados, ante 242 muertos de hambre, ante 242 niños abortados, ante 242 pobres sin salida, ante 242 tristes sin consuelo, ante 242 inmigrantes en busca de futuro, ante 242 necesitados de auxilios.

Dan arcadas. Y pena.

Una pena doble. Me he tomado la molestia de googlear el nombre del individuo en cuestión. He descubierto a un hombre enfermo, como él mismo dice. Ingresos psiquiátricos, intentos de suicidio, incapacidad para la empatía… “si alguno de mis amigos muriera a mí me daría igual”. Hijo no deseado de una prostituta heroinómana que continuó pinchándose durante el embarazo. Frialdad absoluta capaz de cualquier barbaridad. Confieso que he caído en la tentación de rezar por él; y de hacerlo con fe. Mea culpa. Pero a la oración y peticiones que en ella haya realizado se le une también la petición de justicia en la tierra. Él, quiéralo o no, habrá de juzgarle y la sentencia no me corresponde pues la Redención es un regalo que alcanza a todos, sólo hay que aceptarla. “Vete y no peques más”.

Pero antes está Dios que todos los santos. Una vez más humillado, una vez más prendido, una vez más azotado, una vez más coronado de espinas, una vez más crucificado. Mi reparación personal viene de la oración. Éste jueves, durante la Adoración en PS tendré presentes esas 242 formas tiradas por el suelo. Y tendré presente a quien realizó el acto diabólico y se jacta de ello. Allá cada cual con su silencio o su aquiescencia.

Una consideración más. A la hora de dar y tomar la Comunión, quien comulga, sea en la mano o en la boca, ha de hacerlo delante del ministro de la Comunión. Y esto no siempre es así.

Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.
Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.

Amen.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Robándole horas al tiempo

Yo no sé cómo resultará, no tengo ni idea. Pero conozco la ilusión del grupo de personas que lleva ya semanas trabajando. Conozco su fe, su esfuerzo, sus risas y su entrega. Sé que le roban horas a los días y multiplican sus manos. No son un grupo cualquiera; son una Familia trabajando junta y con un propósito común, la solidaridad que anuncia el Evangelio, la solidaridad que se hace Camino de Esperanza para los más desfavorecidos.

Una comunidad especial, un grupo de pequeñas luciérnagas que se afanan por reflejar Su Luz a toda potencia, habituada a ir por la Vida como conjunto y de manera individual generando Vida, scalando en Familia. En la parroquia santuario del Perpetuo Socorro de Madrid huele a música, a alegría y a entrega; a fe, esperanza y caridad. Libreto, música, bambalinas, atrezzo… todo es oración. El próximo viernes 27 de noviembre, a las nueve y media de la noche, tendrá lugar el ya tradicional Concierto Solidario a beneficio de Asociación para la Solidaridad, ONGd que es cauce de toda la Provincia Redentorista española para la colaboración con el desarrollo de los Países del Sur.

La fe y el ejercicio de la fe que es la propia Vida no es algo triste, todo lo contrario. La fe y el ejercicio de la fe que es la propia Vida no es algo trasnochado. La Vida, cuando es vivida impulsada por la fe, es una explosión de alegría. No, no somos ingenuos; la vida es también dura. Altibajos, caídas, privaciones, sinsabores, incomprensiones, soledades… todo iluminado por la Redención, por la Misericordia del Señor que refuerza y da Esperanza al Camino. Es el Señor, es el hermano, es la comunidad quienes nos sostienen. Es en el hermano y en la Comunidad donde encontramos a Cristo, ergo nuestras manos, nuestra mirada, nuestro tiempo han de ser la manos, la mirada y el tiempo de Cristo para otros.

Admiro a esa gente. Admiro su fe, su entrega, su misión. Gracias a ellos muchos vivimos la alegría y gracias a lo que recauden los pobres de los pobres podrán aliviar un poco privaciones, sinsabores… Todos podemos contribuir a ello. Un pequeño esfuerzo que, sumado al de otros, hacen que año tras año la recaudación aumente y se pueda servir cada vez a más personas. Admiro a Dori, a Javi, a Tito, a Ana, a Manuela, a Eva, a Gonzalo, a María, a Enrique… a todos ellos. Vencen miedos, timideces; dejan atrás complejos absurdos. Y este año, además, homenajearán a la Perpe, en la conmemoración del 150 aniversario del encargo del Papa Pío IX a los Redentoristas: “dadla a conocer por todo el mundo”… y desde hace 150 años la Congregación propaga la devoción al Icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de manera incansable. Ahora, este grupo de laicos de una concreta parroquia redentorista, robándoles horas al tiempo, ponen su grano de arena.


Os animo a que el próximo viernes 27, a la 21:30 horas os acerquéis a pasar un buen rato y contribuyáis económicamente con lo que podáis. Algún hermano a quien no conocéis os lo agradecerá. ¿Dónde? En la calle Manuel Silvela 14 de Madrid, en Chamberí. ¡Os esperamos!

miércoles, 18 de noviembre de 2015

99 en misa...

“Cristo deja a los 99 que van a misa y va en busca del que abandona la Iglesia”. Acabo de leer esto en twitter y me ha impactado. Lo ha tuideado @Diaconos_perman. Diáconos permanentes; telita.

Deja a las ovejas en el redil y va a por la perdida. No hay nada nuevo en ello. Pero la imagen de los 99 en misa me ha hecho pensar. Nada mejor en un tuit: que te empuje a pensar, a dudar, a cuestionar esquemas preconcebidos, a dialogar. Sólo así uno crece: pensando, dudando, cuestionando, entrando en diálogo con los demás.

Creo firmemente que como cristianos debemos no solamente permanecer y sentirnos bajo Su mirada, debemos devolverle nuestros ojos para mirar el mundo como Él, que nuestros manos sean las suyas para otros, que nuestro tiempo sea el suyo para quien lo necesite. Siendo esto así esos 99 en misa han de ser 99 en busca de quien abandona la Iglesia, 99 en busca de quien duda, 99 en busca de quien se encuentra perdido. Cada uno encontrado se suma a los 99. Un crecimiento exponencial. Una Iglesia en salida llevando ovejas al aprisco cerrado. También en las redes.

¿Lo hago? ¿Lo hacemos? De facto y con el ejemplo coherente de nuestras propias vidas. De manera individual; como matrimonio; como familia. ¿Lo hago? ¿Lo hacemos?

¿Me contento conmigo mismo, con mi mujer, con mis hijas? El día de mañana ¿Qué le diré? “Te presento mi vida como esposo, como padre”. ¿Simplemente? Me da la sensación de que es como tenerla guardada en un pañuelo y devolvérsela tal cual, como la moneda del empleado holgazán del Evangelio de hoy (Lc 19, 11-28). Esa es mi obligación, mi misión primera: mi matrimonio, mi familia, la Iglesia doméstica. Pero precisamente por eso, por Iglesia, también debe serlo en salida.

¿Qué hago con mi onza, con mi vida? ¿Cómo la voy administrando? ¿Crece? ¿Produce? ¿Genera Vida? O la atesoro solamente para mí mismo…

¿Qué hacemos con nuestras Vida? Desde el acto más nimio a las cuestiones más complejas. ¿La gestionamos mirándonos al ombligo o con Cristo en el corazón y el corazón en el horizonte?

A cada uno nos ha dado una onza, la propia Vida. “Negociad mientras vuelvo”. Y vuelve.


Pues eso… Y en gerundio, scalando en Familia.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Como un cedro del Líbano

Un dolor profundo e intenso. Conozco bien París, ha sido mi casa, mi ciudad. Mi mujer y mis hijas están cuajadas de apellidos franceses, son también descendientes de esa gran nación. Conozco al pueblo francés, su historia, su lengua, su literatura. Sus luces han iluminado a una gran parte del mundo occidental a través del Código Napoleónico que tanto influyó no sólo en nuestro Derecho Civil sino en el Derecho comparado; la identificación de la libertad, igualdad y fraternidad estarán siempre identificadas con Francia, a pesar de las atrocidades cometidas en su consecución durante la Revolución y que regaron aquel país de mártires y santos, desde San Jacobo Laigneau de Langellerie a Santa Francisca Mézière.

Todo eso da igual, exactamente igual. Lo de ayer no ha sido un ataque a Francia ni a su pueblo, lo de ayer fue un ataque al mundo occidental asentado en la cultura judeocristiana. No solamente eso, lo de ayer es un exponente más del calvario que atesoran la mayoría de los refugiados que se agolpan a la puerta de nuestra casa, porque ataca también a los nacionales de países musulmanes más o menos moderados. Un acto de guerra demoníaco. Es un acto del mal en estado puro. Lo que le pasa al mundo es que el mal está rabioso. El enemigo es claro: la Yihad.

Los gobernantes tienen la obligación de defender con todos los medios posibles a sus ciudadanos. Con todos. No caben ni buenismos ni palabras melifluas. No se puede ser pusilánime. El bien ha de ser contundente, radicalmente contundente. El bien puro debería ser en sí mismo suficientemente contundente.

Las declaraciones internacionales de condena contribuyen a hermanar a las gentes de bien. Cierto. Pero seré muy claro, es una opinión exclusivamente personal, pero clara. De nada me sirven declaraciones como las de Arabia Saudí cuando en aquel país no puede haber un templo cristiano, cuando en aquel país la conversión de un musulmán al cristianismo conlleva la muerte; esas declaraciones de repulsa me parecen una tomadura de pelo. No por ser musulmanes, sino por su fundamentalismo. Los esfuerzos conciliadores de, por ejemplo, la Casa Real jordana, tienen todo mi aplauso, pero no dejan de ser una excepción.

Tratan de colonizarnos con el becerro de oro del petróleo y las magnificencias de los países boyantes del Golfo mientras la pasividad reina ante la infiltración de terroristas en occidente, muchos educados en nuestros propios países, nacidos aquí. Y mientras tanto nos debatimos entre cerrar las fronteras a los oprimidos y eliminar símbolos cristianos para no ofender… No se trata de eso. Vienen en busca de una vida, de un futuro, de paz, no a reproducir sus lugares de origen en nuestros territorios; no es cuestión de rebajar los mínimos de nuestros valores o nuestras creencias, las que sean. Es más, la fortaleza de nuestros valores es lo que asegura la pervivencia de la concordia, la democracia y las libertades, también la libertad religiosa.

El mal avanza mientras valores y fe parecen licuarse. Lo digo con paz y sin resquicio de odio. Pero, mientras el mal avanza, la fuerza de los estados es el Derecho y su contundente aplicación. Mientras el mal avanza la fuerza de los individuos es la sensatez y la cordura. Mientras el mal avanza la fuerza de los cristianos ha de ser precisamente eso, Cristo y su Buena Noticia.

Una fe robusta nos ha de llevar ha redoblar la oración, la caridad, la Vida coherente que atraiga a otros. El anuncio de la Redención con nuestra Vida, con la Palabra y con los símbolos que nos identifican y hacen visibles. No se contemporiza con el mal; a los espíritus inmundos se los expulsa en Su nombre.

Cierro los ojos y me veo tantas veces de rodillas en Notre Dame, Sacré Coeur o Saint George de la Villette que es casi como si estuviera allí. Hoy rezo por los muertos, por sus familias, por la conversión de los asesinos y también por la de Occidente. No puedo evitar pensar en el gran pecado de Judas, no dejar acogerse por la infinita Misericordia de Dios, no creer en la Misericordia, en la Redención.

Las campanas que hoy tocan a muerto lo harán un día a gloria. Rezo y me quedo con estas palabras del salmo 91 de las Laudes de hoy:

“El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano;
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.”


Que nuestra Vida y la sangre de tantos mártires derramada en nuestro tiempo vayan dando fruto.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Cumpleaños de una #Parroquia

“Hoy cumplimos 50 Años como #Parroquia Oramos por cada párroco, misionero y feligrés a lo largo de éste tiempo dando gracias a Dios por ellos”. Con estas palabras comunicaba en la redes sociales mi parroquia, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, que cumplía 50 años. Sencillez, alegría, oración, agradecimiento en gerundio a Dios… Una parroquia Redentorista, misionera.

Me parece un día magnífico para cumplir años. El santuario tiene muchísimos más, pero hace 50 que somos parroquia. Y cumple años el día de todos los santos ¿no es una maravilla? Me permite regalarle una oración por todos los santos de la parroquia, no solamente San Alfonso, el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor, no solamente los Beatos Mártires de Cuenca que reposan en la capilla del Santuario. Hoy recuerdo y oro por esos santos anónimos que han pasado y pasan por la casa, por la parroquia. Misioneros cuyos nombres muchos tenemos en la cabeza y permanentemente en el corazón; laicos que se desviven por su parroquia, por sus curas y por el resto de feligreses; esas ancianas que pasan horas a oscuras ante el sagrario; jóvenes que crecen y ayudan a crecer en la fe a niños y otros jóvenes; catequistas y catecúmenos. Tantas y tantas personas que con su fe, su vida y su ejemplo sostienen la fe y la vida de tantos. En gerundio, caminando a la santidad.

No son simples nombres. Los santos lo son porque lo fueron en vida. Con alegría, con normalidad, con sencillez; santos bilocando como san Alfonso o con estigmas como el Padre Pío no hay muchos, pero evidentemente los hay, obviarlo o ridiculizarlo no es más que una necedad. Los santos de los que hablo ahora, los santos de andar por casa en casa, en PS, son santos del día a día, santos de la normalidad más absoluta; santos de la sonrisa, la bronca, el tiempo, la escucha, la oración, la entrega, la bolsa y la Vida. Reflejos de Luz que nos alumbran casi sin que nos demos cuenta. 

Santos que abrazan su suerte o su infortunio por y para los demás; santos orantes; santos currantes. Santos divertidos, comprensivos. Santos débiles; débiles santos que no se cansan de levantarse y levantar a otros. Anónimos con nombre y apellido que desparraman la fe de la Iglesia en la parroquia y van implementando en sus vidas y las de los demás el carisma Redentorista. Santos de a pie; santos de barrio, del de Chamberí como pudiera ser cualquier otro barrio de cualquier otro punto del globo. No hablo solamente de los misioneros redentoristas, profesos o laicos. Hablo de quienes son laicos redentoristas porque viviendo su fe en una parroquia redentorista tienen el carisma fusionado en su ADN espiritual. Los pobres que piden, los niños que crecen, los jóvenes que cantan, los adultos que caminan y los mayores que sostienen. Orando, misionando, sosteniendo el templo, scalando en Familia.

En el día del cumple de mi parroquia, de PS, les pido a los santos del cielo por los santos de la tierra, los de aquí, de mi parroquia y mi barrio. A los santos del cielo les pido para que nos ayuden a todos a serlo.


¡Vivan los santos vivos! Porque todos los santos lo están.