Scala News

sábado, 24 de noviembre de 2012

La muerte se Vive


“Resignación”, “encarar”, “afrontar”, “sobreponerse” son palabras que he estado escuchando o leyendo mucho estos días, referidas a la muerte. La verdad, no van conmigo en absoluto. Se agradece la intención, eso sí.

La muerte se Vive tanto como se alcanza la Vida tras ella. En la muerte se acompaña, y el dolor o la pena no empañan para nada la alegría. ¿Contradicción? Quizás. Pero es como yo he vivido la muerte de mi padre que en paz, y con una enorme placidez durmió en los brazos de María para despertarse en los del Padre. Arrodillado mientras dirigía la Recomendación del Alma, la Letanía de los Santos, la Letanía de los Ángeles. Pena y dolor; alegría y satisfacción por la manera en que llegó a su último destino. Tristeza y gozo porque se enfrentó cara a cara con su Redentor; oración para que goce de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos. Nacer cuesta, morir cuesta. Son procesos normales, y ambos han de vivirse con normalidad. La fe marca la diferencia, sin duda.

Porque la muerte se Vive, y creo que hacerlo con naturalidad es la mejor opción. Sin dramatismos. Sé que yo soy un privilegiado por la fe, y también por el ejemplo indescriptible de mi madre. Me siento contento de cómo lo han vivido mis hijas. La Misa de Alma en casa de mis padres, junto al P Marra-López, leyendo la Primera Lectura y el Salmo, contemplando frente a mí a mi madre, mis hijas, mi mujer, mis hermanos y mis sobrinos a los pies del féretro de mi padre, en el lugar donde tantas comidas familiares hemos compartido, fue también algo gozoso, por muy envuelto en pena que estuviera. Con naturalidad, con normalidad, con tranquilidad, con fe. No puedo dejar de destacar con mayúsculas la cercanía y la bondad de este extraordinario Misionero Redentorista que es José Luis Marra-López, Superior de la Comunidad de Santander.

La normalidad del tránsito, la normalidad de la vida. Normalidad al escuchar a mi hija mayor, de siete años, hablar con su hermana, de cinco, sobre que lo que había ahí adentro no era más que el cuerpo de su abuelo, porque lo que de verdad era el abuelito, su alma, ya estaba en el cielo.

Una muerte que ha sido una bendición, un ejemplo.

Y el dolor, obviamente, que hace su entrada con suavidad, sin dramas. Y en ese dolor se notan ausencias, frialdad e indiferencias que no dejan de sorprender; pero así es el teatro de la vida y hay gente que se centra más en el teatro que en la Vida. Et omnia vanitas.

Por muchas vueltas que le demos, querer, Amar, acompañar, solamente son tales en gerundio. Pero uno puede fijarse en eso, regodearse en aquellos a quienes le hubiera gustado tener cerca, o bien focalizarse en las sorpresas agradables. Ésta segunda opción, además de más justa es también más sana. Y a mi me ha alegrado y acompañado tanto el pésame de S.M. el Rey o una llamada de Granada como la presencia física de quien literalmente ha cruzado el Atlántico para estar; algunos tweets de Galicia, Valladolid, Getafe o Roma los he sentido tan cálidos como el abrazo de los que sin dormir, cogieron el coche desde Madrid rezaron, se hicieron presentes y regresaron de la misma; quien llegó de Viena, la conversación con mi Párroco de Madrid, la retransmisión casi en directo del acto teatral que ayer tuvo lugar en PS. Lo cierto es que, en estos momentos, cualquier manifestación de afecto –siendo sincera- es bien venida, sea como sea, email, teléfono, twitter, whatsapp, sms, telegrama o presencial.

Yo me quedo con la Vida que supone la muerte, ni con el vacío que deja, ni con un cuerpo en descomposición colocado en un panteón rodeado de antepasados; me quedo con la Vida. Me quedo scalando en Familia.

domingo, 18 de noviembre de 2012

FILA 0 CONCIERTO SOLIDARIO - PS


Hoy son dos los post que publico en el blog, el primero sobre cómo acabo de hablarles de la muerte y la Redención a mis hijas, personificada en mi padre que está pronto a presentarse ante el Todo Misericordioso. Una conversación sobre la Vida, sobre en qué y cómo emplear el tiempo que nos regale el Señor, sobre la Redención Copiosa.

El segundo es éste, y trata de lo mismo: de la Vida. El próximo viernes 23 de noviembre, a las nueve de la noche, tendrá lugar un CONCIERTO SOLIDARIO, en la Parroquia Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, en pleno barrio de Chamberí, calle Manuel Silvela nº 14 (http://www.perpetuosocorro.org/madrid/noticias13/Concierto_Solidario12.pdf). Lo recaudado durante el concierto irá a beneficio de Asociación para la Solidaridad, la ONGd Redentorista y, en concreto para el proyecto de construcción de un laboratorio de análisis clínicos en el distrito de Cataratas (Kinshasa, Congo). Dado lo espectacular y el exitazo del año pasado, la expectación para este año es francamente impresionante; conmueve. Son muchos los que no podrán asistir, los que me han preguntado dónde donar, cuál es la FILA 0; pues para todo el que quiera colaborar hay una cuenta abierta en Banco Santander (0049-5102-27-2210138725) donde podéis efectuar vuestros ingresos señalando CONCIERTO SOLIDARIO. Creo que es para todos nosotros una de esas oportunidades en las que podemos realmente colaborar con el hermano necesitado, mejorar sus condiciones de vida (Mateo 25, 31-46).

Como veis, los dos post están interconectados, porque mejorar las condiciones de vida es también regalar Vida. A los necesitados y a nosotros mismos, porque irán “los justos a la Vida eterna”.

Y tras lo sonoro de la edición anterior, sois también muchos los que me preguntáis sobre qué versará este año el concierto. Bueno, pues no está bien eso de ir desvelando el misterio, sólo os diré que cuando me lo contaron me quedé sin palabras y con los ojos abiertos de par en par. Pero cómo me quedara yo es lo de menos. Me impresiona –ni sé cómo sigue impresionándome- la ilusión, la entrega, la alegría, la FE del grupo de jóvenes; del P Ambel qué podría decir, en fin, me reitero en lo dicho tras el concierto del año pasado (http://www.scalandoenfamilia.com/2011/11/la-indescriptible-leccion-de-unos.html), resaltando ahora su capacidad innata para conseguir que todos nos sintamos unidos e implicados con una naturalidad y humildad que le convierten en una especie de “gusiLuz” reflejando la Luz  que viene de lo Alto.

Ver las caras de ilusión de quienes están directamente implicados en este CONCIERTO SOLIDARIO hace ya pensar en los frutos. Sus sonrisas son yemas que brotan: la primavera está cerca, a la puerta. Cada uno de ellos es una rama de la higuera en la que se convierte este Concierto.

Y yo he pensado, tras ofrecer al Señor todo lo bueno que en la vida de mi padre  ha habido, que este es un medio más para ofrecer a todo el que me lea la oportunidad de colaborar con una obra buena.

¡¡¡Animaos a colaborar!!!

Que veas cara a cara a tu Redentor


Me van pasando el parte con puntual frecuencia, y eso es doloroso, pero me hace partícipe. Acabamos de rezar con tus nietas pequeñas, con Toya y Paula, la Recomendación del Alma, a la vista de que parece que los Tiempos se aceleran para ti. Casi como si estuviéramos contigo, acompañándote en tu lentísimo abandono del Templo que el Señor te dio como morada cuando fuiste concebido. Siete y cinco años, y les he explicado con la mayor naturalidad y normalidad lo que ocurrirá sólo cuando nuestro Buen Dios decida. He tratado de hacerlo de la mejor manera, recogiendo en el relato todo lo que llevan aprendido en casa y en PS; intentando que les cuadre lo que puedan tener de confuso las mentes de dos niñas sobre aquello que van absorbiendo y haciendo suyo. Y he tratado de hacerlo desde el propio cuerpo, lo más carnal y terreno que poseemos en custodia; desde el nacimiento del bebé que fuiste, al anciano moribundo que eres. Desde la Vida por Dios creada, hasta la Vida a Dios entregada. Sin dramatismos, con normalidad. Explicarles que no son dos momentos puntuales, y que a lo largo de nuestro caminar tenemos la absoluta libertad de decidir cómo, por dónde y hacia qué lugar dirigir los pasos; tus nietas irán decidiendo con el uso de razón, y para ayudarles vamos todos Scalando en Familia.

Luego salí de casa. Me fui a Chisperos, cerquita del Sagrario, simplemente a hablarle de ti al Todo Misericordioso, aunque con la confianza absoluta de que contarás con mejores recomendaciones porque llegado el momento Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso presentarán tu alma ante el Altísimo.

Estás tranquilo y sin sufrir y con la compañía abnegada de mamá que es quien realmente sufre ahora. Y lo hace con la lucidez que ha tratado de inculcarnos a todos: una fe inquebrantable, firme, sorprendentemente firme siempre ante la adversidad, que unida a ese concepto casi genético de la dignidad y del sentido del deber hacen de ella el ejemplo más cercano que todos hemos tenido en casa del Evangelio.

Ahora ya, acompañándote desde la distancia, solamente queda rezar y esperar, con el Salmo 129. Copiosa Apud Eum Redemptio.

Que veas cara a cara a tu Redentor y goces de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Jornada Familiar en PS


Un montón de niños, padres, un religioso, catequistas, merienda, fantas y una peli con coloquio. Pero era mucho más que un cine fórum. Infinitamente más.

Nosotros cuatro solamente pudimos llegar a la película, pero allí estaba el resto desde las 11:30h de la mañana, compartiendo una Jornada Familiar en PS, mi parroquia. Eucaristía, comida, juegos… en Familia, en casa.

La madre de dos de los chicos que allí estaban, foránea de Madrid como yo, andaluza, me comentaba el lujazo de parroquia que habían encontrado en PS. Y es cierto. La vida parroquial se nutre de los laicos, pero en nuestro caso se ve acompañada, impulsada, alentada y sostenida por una Comunidad Religiosa extraordinaria, y todos nutridos y unidos por el Evangelio de Cristo y el anuncio de la Sobreabundante Redención. Para vivirlo en comunidad y anunciarlo en nuestro día a día o en actividades concretas, porque la mía es una Parroquia netamente misionera.

La fe que nos sostiene y nos impele con ilusión y alegría a tratar de irradiarla. Aquí no se trata de regalar el tiempo, todo o parte, sino de compartir durante ese tiempo; porque ni siquiera el tiempo es nuestro, nuestra es la voluntad para hacer una u otra cosa en su transcurso. Ese es el quid, la decisión que tomemos en cómo empleemos el suceder de las horas. Independientemente de las circunstancias individuales transitorias o no, puedes elegir entre lamentarte perennemente o contagiar a los demás tu alegría; entre encorvarte el espinazo y el alma contemplando incesantemente tu propio ombligo o fijarte en las necesidades de los hermanos; entre ignorar o mojarte; entre guardarte para ti el tesoro de la fe o mostrarlo al mundo para que otros puedan también ser conscientes. Sostenerte en los demás y ser sostén para otros. Ahogarte en tu vida o darla para que más personas tengan eso, Vida.

Y allí estábamos. Oita del Campo (que es en sí misma un tsunami de fe que te arrastra con su sonrisa y su mirada) eligió una película extraordinaria, “Charlie y la fábrica de chocolate”, dirigiendo el coloquio con niños y mayores; sorprendentes las respuestas de esos chiquillos. Todas juntas se erigieron para mí en una gran Respuesta: sí, la formación en la Parroquia y en nuestros hogares va por algo más que el camino correcto.

Pensar en la cantidad de parroquias como la mía, en la cantidad de pequeñas comunidades cristianas repartidas por el planeta y reunidas en Su Nombre, me hace ver que la Iglesia, "mi" Iglesia, es una Iglesia plural y Viva. Sí, plurar y Viva.

Todos juntos. Scalando en Familia.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Gestos necesarios


Justo cuando uno se debate entre la frialdad y la falta de empatía, entre el corazón ardiendo y el frío exterior, llega a través de una red social un cálido abrazo familiar del otro lado del charco. ¡Qué bien sienta y cuánto se agradece!

Porque hay situaciones en las que, tras acabar una intensa conversación de teléfono, cuelgas el móvil y te ves rodeado de gente andando por la calle, conocida o desconocida y sientes la necesidad de ese abrazo. Y llegó, como enviado de lo Alto, como si fuera Él que me dijera: eh, Enrique, que estoy aquí contigo. Y alguno más se ha sucedido a lo largo de la mañana.

Hay gestos que son necesarios.

He contemplado uno de esos gestos hoy mismo. Contemplar, exactamente eso, si me atengo a la primera definición que del verbo nos ofrece la RAE: poner la atención en algo material o espiritual. Ese gesto fue material y espiritual al mismo tiempo. Ha tenido lugar en misa de una, en el momento de la paz. Un anciano, extraordinariamente deteriorado físicamente, se volvió con gran dificultad hacia su mujer que estaba en silla de ruedas y, aunque no acertaron más que a rozar sus frentes, me pareció un hermosísimo beso cargado de Amor. Sentí una ternura inmensa. Y envidia; de la buena, eso sí. Envidia pensando en otro anciano. Envidia pensando en mí mismo. Me encantaría ser ese anciano acercándome enamorado a María.

Hace ya bastante tiempo, diez años largos, se pusieron en contacto conmigo unos Head Hunters, y tras un larguísimo proceso de selección dudaban entre otra persona y yo. Decidieron hacer una especie de careo. Nos reunieron a los dos y tras una extensa sesión de preguntas que había que responder sin tiempo para pensar, de repente nos encontramos con la última: “imaginaos que sois ancianos al final de vuestros días y alguien os preguntara cuál fue vuestro mayor éxito en la vida, ¿qué diríais?”. Me tocaba a mí contestar primero. En ese entorno, en ese momento concreto de mi vida, nunca sabré ni cómo ni de dónde me salieron estas palabras: “Haber sido capaz de decirle SÍ a Cristo”. Caras inexpresivas y silencio sepulcral sólo roto por la profesional respuesta del otro candidato, bien seguro de sí mismo, cuando quedó claro que yo no tenía nada más que añadir y además había sentenciado mi descarte. Me cogieron a mí.

Pasaron cosas, me pasaron cosas. Y cuando decidí decírselo me presentó el regalo de hacerlo en la persona de María, mi mujer.

El gesto de ese señor me ha recordado aquel momento; como me ha enseñado que hay gestos que son necesarios. Con tu mujer, con tus hijas, con un amigo, con un desconocido, con quien sea. Porque hay gestos que van tan cargados del Amor de Dios que lo muestran.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Del insomnio


Insomnio que, como tal, no es, al menos de momento, preocupante. Pero sí que llevo una racha ya demasiado larga con dificultad para conciliar el sueño. No es la primera vez. Lo cierto es que, desde niño, por muy complicado que fuera todo, nunca tuve estos problemas; meterme en la cama y quedarme como un leño era todo uno. Empecé durante las oposiciones al Cuerpo Diplomático; en cuanto se publicaba en el BOE la convocatoria de las oposiciones me convertía en un búho. Largas horas perdidas, porque los nervios, el cansancio y el hastío me impedían aprovechar el tiempo ni siquiera para leer. En esa época hice un descubrimiento sorprendente: contar ovejas no sirve para nada.

Ahora es diferente. Procuro no contar ovejas; cuento “gracias” (no, no es que me ponga a contarme chistes a mí mismo). Reconozco claramente la causa, la tengo perfectamente identificada; y ahí está, qué le voy a hacer. Pero no me centro en ella. Me acomodo paciente en el silencio del hogar, y ya me veo rodeado de ellas: mis hijas durmiendo felices, mi mujer (feliz cómo nunca por pintar poliespan) siempre paciente y siempre Roca. Las gracias del día vienen a visitarme a estas horas: la voz de mi madre por teléfono, que es una lección diaria de fe, fidelidad y sentido del deber; la naturalidad de Toya al hablar del perfeccionismo de alguien a quien adora (una lección para ella sobre el trabajo bien hecho); un apretón por la espalda al llevar a las niñas a casa; unas cuantas personas en PS entregando su tiempo para el 23 de noviembre; un grupo entusiasmado con los ensayos para la actuación de la cena de Navidad en mi parroquia… Las gracias del día serían muchas, un cúmulo de pequeñeces de la vida diaria que, sin este tiempo de insomnio, podría dejar pasar delante de mí sin reparar en ellas. El insomnio, visto de este modo, más que un intenso examen de conciencia diario en Completas, se convierte en una detallada sucesión de algunas de las veces en las que el Señor se me puso delante durante la jornada para alegrarme y sostenerme; insomnio convertido en gracia. De lo que ya no estoy tan seguro es de si yo he sabido ser algo parecido para aquellos que hoy se han encontrado conmigo.  Si al final de este día me examinan del Amor, sí, he Amado; pero no sé si lo suficiente. Como diría San Alfonso, el Señor me dio la gracia suficiente, pero ¿aproveché yo la eficaz?

Y de gracia en gracia llego a la más importante, la que me empuja a convertirme en un torpón soldado de zarzuela, la fe.

Y visto todo de este modo, ahora va a ser que sí; ya me puedo acostar tranquilo.  Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz…

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sonriente en misa


Las lecturas y el Evangelio de hoy, domingo 11 de noviembre, son realmente impresionantes. Bueno, esta frase no es que sea una estupidez en sí misma, pero sí que puede dar a entender que otras veces no lo son, cuando realmente nos alimentan cada día, como cada día tiene su afán.
La percepción de la Palabra depende solamente de nosotros, de lo despiertos, abiertos y deseosos que estemos. No realmente de la necesidad de ella que tengamos, sino de los conscientes que seamos de esa necesidad que es permanente. Y yo hoy estaba realmente ávido, intensamente ávido. Y necesitado.
Que, además, haya leído la segunda lectura (Hb 9, 24-28)… buff inexplicable. Solamente puedo decir: GRACIAS.
Pues he salido henchido de felicidad, de optimismo; contagiado y deseando contagiar. La homilía ha sido sencillamente sensacional. Didáctica y contagiosa. Que quien predicó tenga un don innato para conectar, para la comunicación, es un regalo para sí mismo y para los demás; que a ese don se le añada una profundidad semejante, con cercanía y un lenguaje al alcance de cualquiera hace de él una especie de Alfonso del siglo XXI predicando. Un lujazo. Un lujazo al alcance de cualquiera que viva en el barrio de Chamberí y quiera acercarse a misa de 21h los domingos en PS. Una Eucaristía animada por el grupo de jóvenes de la parroquia que es para mí la mejor manera de empezar la semana.
Si bien el centro de una misa es la Consagración, el misterio y el milagro de que Cristo se haga presente en el Pan y el Vino, su propia presencia en la Palabra, la homilía durante la Eucaristía del presbítero o el diácono pueden brillar también al irradiar la Luz del Espíritu. Y hoy, una vez más, así ha sido. Confieso que por motivos personales a mi se me a escapado una lagrimilla; lagrimilla de alegría. Y tiempo después un amigo me ha dicho que me vio especialmente sonriente (está claro que no me vio teniendo que quitarme las gafas). Buena señal. La mejor señal, que se me note. Me alegra que me hayan visto sonriente. Que me vean sonriente me recuerda además a mi amiga Laura Granja que siempre, siempre, tiene la sonrisa preparada en la comisura de su alma para regalártela cada vez que la ves.
Porque soy además un afortunado. Porque tengo en mi vida viudas como las de hoy que el Señor ha puesto en mi camino. Porque si lo que tengo es tiempo, aunque no me sobre, pues eso doy. Porque aunque no tenga paciencia trato de ejercitarla para perseverar y ofrecerme. Porque si algo hay en la bolsa, trato de compartirlo. Porque aunque lo único que pueda dar sea mi presencia, ahí estaré. Porque persona a persona se puede cambiar el mundo. Y yo quiero hacerlo.
Porque Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Congregatio Sanctissimi Redemptoris, 280 años


Hoy es un día grande para la Iglesia Universal, porque una Congregación Religiosa cumple 280 años, la Congregación del Santísimo Redentor, los Redentoristas, nacida de la inspiración, perseverancia y empeño de San Alfonso María de Ligorio a la vista del abandono en el que se encontraban los pobres de las zonas rurales del Reino de Nápoles. Eran éstos “los más necesitados de auxilios espirituales, al faltarles con frecuencia quien les administre los santos sacramentos y la palabra divina; tanto que muchos, por falta de obreros (apostólicos), llegan a la muerte sin conocer ni siquiera las verdades de la fe”, según reza el Supplex Libellus elevado a Benedicto XIV solicitando la aprobación del Instituto.

 

El celo apostólico de Alfonso, su fe robusta, su perseverancia, su inteligencia privilegiada y, por encima de todo, el empuje del Espíritu, gestaron esta obra santa –junto a otros misioneros- aunque el propio Fundador fuera expulsado de la Congregación víctima de intrigas y ambiciones humanas. Pero incluso entonces él mismo, el propio Santo, predijo el éxito de su empresa. Perseverancia.

 

No es cuestión ahora de hacer un examen del estado general del clero napolitano de la época, ni resaltar la lucha de Alfonso contra todas las herejías del momento, ni su combate tanto contra el rigorismo como contra la laxitud, ni su férrea e inquebrantable fidelidad y obediencia  a la Iglesia y al sucesor de Pedro; ni siquiera como paralelismo en los ciclos de la historia. A mí ahora me interesa destacar cómo supo ver los signos de su tiempo, tanto como en la actualidad sus hijos se afanan por vislumbrar los signos de los actuales con el único empeño de continuar anunciando la Sobreabundante Redención a los más necesitados de auxilios de nuestro mundo y en nuestro momento histórico bajo el pontificado de Benedicto XVI, sucesor de Pedro. Porque en esa tarea desgastan su vida en la actualidad todos los que conforman esa “élite de santos decididos, como los apóstoles, a dar sus vidas para predicar el reino de Dios y salvar las almas. A pesar de los tiempos que corren, con más renovado empeño en los tiempos que corren, edificados sobre roca firme, y alentados por una fe robusta.

 

Una Congregación que se encuentra en un extraordinario estado de salud, misionando por los cinco continentes, ejemplo vivo del Evangelio con una naturalidad, sencillez, profundidad y alegría que no provienen sino de la Verdad, porque Copiosa Apud Eum Redemptio, “del Señor viene la misericordia, y en Él la Redención es abundante”.

 

Hoy es un día feliz para todos los que formamos parte de la Familia Redentorista, sacerdotes, religiosos o laicos, porque 280 años son unos cuantos. Pero sobre todo por tener la vista en el presente y hacia el futuro, para llevar a Cristo en el corazón, con la palabra, con la Vida, a los más necesitados. Tratando de hacer la voluntad de Dios; después de todo, como el propio San Alfonso decía “si hacemos la voluntad de Dios ¿qué más queremos?”.

 

Un alegría que se redobla desde el Cielo en la Comunión de los Santos con los nombres de San Alfonso Mª de Ligorio, San Clemente Mª Hofbauer, San Gerardo Mª Mayela, San Juan Nepomuceno Newmann, y los Beatos Genaro Mª Sarnelli, Pedro Donders, Francisco Javier Seelos, Gaspar Stanggassinger, Dominik Trecka, Nicolás Charnetskyj, Basilio Velychkosky, Iván Zyatyk, Zenón Kovalyk y los de los Santos anónimos de esta Congregación que gozan ya de la Redención de la que fueron testigos. Yo, además, conozco a varios de esos que quizás algún día sean Santos anónimos (o incluso oficiales), porque ya lo son desde el silencio de su Vida diaria de entrega, con el único ruido de su sonrisa, desde la benignidad pastoral y bajo la bandera de la Redención; silencio sólo roto por la Palabra que predican, por la Verdad que siempre resplandece.

 

Como miembro de la Familia Redentorista tengo una alegría desbordante; sí, como laico Redentorista, y por lo tanto como católico, como miembro de la Iglesia porque, siguiendo las palabras de Monseñor Joseph Tobin CSsR, los diferentes carismas permiten “en su totalidad dar oxígeno a la Iglesia”. Tengo, además, la suerte de, junto a mi mujer y mis hijas ir scalando en esta Familia. Y el gozo indescriptible de haber comenzado a celebrarlo ayer, rezando y dando gracias ante el Santísimo por estos 280 años, durante la Oración de los jueves del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid: en Familia y en casa.

 

Por ello, desde aquí, felicito a toda la Familia Redentorista repartida por el mundo, una familia abierta a todos, y elevo mis oraciones al Altísimo por cada sacerdote y religioso de la Congregación, por los postulantes, para que desde la fidelidad y el celo de San Alfonso continúen su misión en la Iglesia para el anuncio de la Sobreabundante Redención, y para que quienes hemos dispuesto poner nuestro tiempo, manos y dones en su cooperación, en esa misma misión, sepamos transmitirles nuestro cariño y agradecimiento.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Todos Santos


«Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.» (Apocalipsis 7, 14)

El día de hoy, 1 de noviembre, señalado por la Iglesia para guardar memoria y honrar a todos los Santos anónimos que Viven en el cielo, me parece extraordinario. Extraordinario por simple cuestión de justicia hacia ellos, y extraordinario porque a todos nos recuerda la vocación a la Santidad. Así, tal cual. Y a mí, que soy bastante bruto, no se me ocurrió otra manera de explicárselo a mis hijas que tal cual, a bocajarro. De forma que pudieran entenderlo, pero sin tapujos ni medias palabras. Porque condensa la Vida, la muerte y la resurrección, e implica fe, confianza, voluntad y capacidad de sacrificio; no basta un simple deseo. Y creo firmemente que a los niños hay que hablarles de todo eso con claridad, alegría y sin medias tintas. Ya San Alfonso nos enseñaba que “un gran deseo de ser Santo es el primer peldaño para llegar a serlo, y al deseo se ha de unir una firme resolución”. No basta una mera bondad aparente. Es “algo” más. Es Amor hecho humanidad.

De esos santos anónimos que habitan en el cielo, gozando plenamente de la gloria, seguro que todos hemos conocido a muchos, muchísimos en vida. Como conocemos a muchos, muchísimos a nuestro alrededor y en nuestro día a día, que transitan en la gran tribulación, y lavarán sus vestiduras con la Sangre del Cordero. A unos los reconocemos o intuimos, a otros no; pero por ahí andan todos. Dando Vida a su paso, sufriendo esa tribulación con dignidad y altas dosis de estoicismo. Reconocidos sin buscarlo unos, e injuriados y perseguidos otros. De todo hay.

Los que son aplaudidos no buscan el aplauso, sino acercar el Reino a la tierra, como muchos de los incomprendidos e injuriados, empujados por una fe nítidamente robusta y una dignidad que les viene de lo Alto se mantienen firmes en la Verdad por el anuncio de la Redención Abundante. Firmes contra viento y marea, firmes ante la tribulación, firmes ante la incomprensión, porque realmente se sustentan sobre Roca, no sobre arenas movedizas.

Una vida coherente con el Evangelio y con uno mismo, que empuja a uno a una Vida Santa, puede acarrear injurias, desprecios, abandono, incomprensión, arrinconamiento, bullyin, mobbing… No solamente “en el mundo”, directamente en los círculos más íntimos, en la familia (seguro que todos conocemos algún caso, aunque ni lo sepamos), en los amigos, en el trabajo, en el colegio, en la vida diaria. Incluso en las Congregaciones u Órdenes religiosas puede darse, y de eso, ejemplos como los de San Alfonso Mª de Ligorio o San José de Calasanz son bastante explícitos. Personas que mantienen una vida heroica sea pública o anónima. Hoy. Aquí mismo. A nuestro lado.

Todos ellos, sea cual sea el caso de cada uno, santo a su manera. Cada uno a su estilo y con su impronta. El camino a la Santidad nos lo marcó Cristo y cada uno lo recorre con sus propios pies, con su forma de andar.

El caso es que con toda la alegría del mundo, con el gozo de quienes se enfrentaban a los leones o al fuego cantando, yo, scalando en Familia, quisiera el día de mañana ser uno de los que lavaron sus vestiduras y las blanquearon con la Sangre del Cordero. Con alegría en el día a día, con la cotidianeidad de Dios en el hombre, con la claridad de quien no se puede callar, con la contundencia de la Verdad, con el ejemplo de una vida coherente, desde el anonimato de mi propia conciencia y lo público del cuerpo que habito: scalando en Familia.

Todos estamos llamados a ser Santos. Aquellos a quienes hoy recordamos y honramos fueron uno de nosotros, tuvieron defectos que nosotros mismos tenemos; pero tuvieron algo más, el deseo inicial, la resolución y la perseverancia.

¡Ánimo a todos, que el Cielo nos espera!