Scala News

jueves, 28 de febrero de 2013

La Barca al pairo

Ya todo el mundo sabe que hoy, a las ocho de la tarde, comienza el período de Sede vacante en la Iglesia. Rezar, hay que rezar para que el Espíritu actúe en los Cardenales electores y éstos, libre y conscientemente, se llenen de Él y decidan en consecuencia; inspirados desde el corazón de Cristo.

La renuncia de nuestro todavía Papa, Benedicto XVI, es para mí una inmensa lección de cómo afrontar los problemas que me sobrevengan: desde Cristo. Con Él a mi lado, que no me abandona. Todo acto consciente de ponernos a los pies de la Cruz, no es más que una respuesta voluntaria, una aceptación a la previa invitación de Quien ya está con nosotros. La libertad está en aceptarlo o no, en disponernos o no. Invita, no obliga. Una invitación al abandono y a la acción prescindiendo de nosotros mismos. Ni en nuestros gozos, ni en nuestros sufrimientos, ni en nuestras necesidades inmediatas; solamente desde Él. Ojala no lo olvide llegado el momento. Con la mar como un plato – estando la mar bella como decimos en Santander- remar es fácil; lo complicado es hacerlo ante la tempestad.

Rezar. Tengo un amigo que, desde el primer momento del anuncio de la renuncia de S.S., aconsejó orar. Orar. No malgastar tiempo ni esfuerzos en especulaciones. Orar. Una muestra más de la sensatez y profundidad de mi amigo. Segundo plano y oración. Y orar con confianza, como nos enseña el Doctor de la oración, San Alfonso María de Ligorio – “…todo cuanto pidáis en la oración creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis” (Mc 11, 24)-; y desde el Amor, amando y sabiéndonos amados a los pies de la Cruz: “Mira sus brazos extendidos para acoger, su cabeza inclinada para darte el beso de la paz, su costado abierto para recibirte en su corazón ¿qué dices delante de este Dios que tanto nos ama?” (San Alfonso). Y orar además con alegría, porque somos cristianos, como nos indicaba ayer el propio Papa por Twitter vía @Pontifex_es.

Renuncia que es una catequesis en sí misma. Renuncia por la que me admiro y de la que todos debemos aprender, no por la renuncia en sí, sino porque es dar respuesta, prescindiendo de sí mismo, desde el corazón de Cristo.

Rezo por el anciano Pontífice que dejará de serlo a la ocho de la tarde, y desde las ocho de la tarde lo haré por el sucesor de Pedro. Ha surgido en alguna red social una iniciativa que viene a ser algo así como adoptar a un Cardenal para rezar por él. Bueno, yo es que soy muy bruto y muy raro. Yo por lo que voy a rezar es por lo que señalaba en el párrafo inicial de esta entrada, que es tanto como hacerlo por Pedro, sea cual sea el nombre que tome su próximo sucesor. Sin personificar más que en él. Sin ideas preconcebidas; con confianza, con amor y con alegría.

Y rezaré para que todos, todos, una vez que los Cardenales hayan elegido al nuevo Papa, le acojamos con confianza, amor y alegría. Para que, sea quien sea, se adapte o no a lo que a mi personalmente me pudiera gustar más o menos, parecer más o menos idóneo, le acoja con confianza, amor y alegría. Porque quizás, la idea que yo pueda tener, lo que a mi me pueda gustar, no sea ni lo idóneo, ni lo útil, ni lo sensato, ni lo bueno, ni lo que la Iglesia necesite; puede que no sea lo que Cristo quiere para su Iglesia. Y la Iglesia es su Barca, de Él, no nuestra.

De modo que en mi casa estos días vamos rezando sencillamente por el Papa. También dando gracias a Dios por el pontificado de Benedicto XVI, que se va sabio, humilde, libre y prometiendo obediencia total al nuevo Papa. Sí, obediencia total. Y reverencia.

Hoy en misa de 20h pediré por la Iglesia y por lo mismo que decía al comienzo, como lo haré en la Oración ante el Santísimo a las 21h en @parroquiaps.

Mientras tanto sigo scalando en Familia, con la seguridad de que, aunque la Barca parezca al pairo, Cristo está en ella. De manera que: Fiat.

lunes, 25 de febrero de 2013

Unus pro omnibus, omnes pro Uno

Por Uno estábamos ahí todos, celebrando la Santa Misa, la Pasión y la Resurrección, la Redención que nos regaló con el precio de Su Sangre. Entorno a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, escuchando la Palabra en el segundo domingo de Cuaresma.

Muchos celebrábamos además, alrededor de la Mesa, los 150 años de presencia Redentorista en España. Algo así como Unus pro omnibus, omnes pro Uno. Quienes estuvimos presentes ayer a las 10:30 de la mañana en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid y quienes siguieron la retransmisión de la segunda cadena de Televisión Española. Ayer se unieron muchos que no siguen de manera habitual la misa por la tele, y lo hicieron para sentirse parte, porque de una u otra forma son parte.

Hemos vivido unos días fantásticos, pero el culmen, insisto, fue ayer. Y yo estaba orgulloso y feliz. Orgulloso no de las magníficas voces del coro, sino de las extraordinarias personas que formaron ese coro; orgulloso por el callado, dedicado y abnegado servicio que muchos de ellos realizan en PS, orgulloso por la callada, dedicada y abnegada labor del sacerdote que les acompaña. Como muchos de los jóvenes que ayer se unieron realizan en sus parroquias Redentoristas de origen. Orgulloso por las caras de felicidad de los feligreses, de los que llevan toda su vida en la Parroquia y de los que acaban de llegar y son acogidos como “de toda la vida”, y yo sé bien de eso. Orgulloso de todos los grupos parroquiales, de todos los miembros de esos grupos que no han parado de ofrecer manos y tiempo para colaborar. Orgulloso tanto de quienes han trabajado de manera incansable y se les ha visto, y de quienes han trabajado de igual forma permaneciendo en la sombra. Orgullosísimo de quienes no han parado de rezar. Todos con igual actitud de servicio común, siendo cada uno como es, lo que me reafirma en cuánto enriquece y engrandece la diversidad, la esencia del individuo puesta a disposición de un fin común.

A mi simplemente me tocó leer la segunda lectura. Como un domingo más, como cada día que me acerco al ambón y leo, con igual fe, igual ilusión, igual tranquilidad e igual responsabilidad por Aquello que leo; pero ayer salimos dos porque en mi corazón iba un enfermo que me sostuvo, y por quien pronunciaba cada una de las palabras de la lectura. Y la verdad, con la emoción de que yo estaba ahí con mi mujer y mis hijas, 150 años después, scalando en Familia.

Estábamos todos. Hasta quienes no pudieron. Redentoristas que fueron llegando a lo largo de la semana de distintas partes del mundo, musical, teatro, presentación del libro, exposición itinerante, comida, pero nada como la Eucaristía. Feliz de ver a mis hijas jugando y corriendo con otros niños a lo largo del fin de semana, en casa; pero nada como la Eucaristía, insisto.

La lista de nombres sería interminable, cada uno de los actos daría para una entrada, aunque solamente voy a nombrar a una persona, se llama Miguel, bueno, Michael. Un tipo encantador, arrollador de simpático; se le ve en la cara. Pero es que eso no es nada, es solamente un rasgo. Michael Brehl, Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor. Su homilía de ayer deja bien claro quién y cómo es este Redentorista canadiense; os animo a escucharla pinchando aquí: http://www.rtve.es/alacarta/videos/dia-del-senor/dia-del-senor-parroquia-nuestra-senora-del-perpetuo-socorro/1698285/

Un día para dar gracias a Dios, a San Alfonso María de Ligorio y, personalmente, a quien me lo presentó. ¡Y qué contento, pero qué contento estoy de haberle conocido!

jueves, 21 de febrero de 2013

Redentoristas en España: 150 años

“… los más necesitados de auxilios espirituales…”. Éstas sencillas palabras del Supplex Libellus que, en 1748, San Alfonso María de Ligorio elevó a S.S. Benedicto XIV solicitando la aprobación de la Congregación del Santísimo Redentor, constituyen el núcleo que acabó por cautivarme. Cierto es que, cuando el Señor mueve los hilos, vaya si sabe lo que hace. El día en que puso ante mí a uno de los hijos de Alfonso, cuando yo era realmente un pobre hombre necesitado de auxilios, descubrí plenamente el sentido de la benignidad pastoral tan característica de los Redentoristas. Tiene este hombre, siendo él mismo, algo de Alfonso, algo de Gerardo, algo de Clemente y todo, fundamentalmente, de un gran y humilde pastor; aunque no es de Capadocia sino de Granada y su blanco caballo sea el carisma que encarna, creo que cambió la espada en mano por esa fe robusta tan de su Congregación que le lleva a blandir la Buena Noticia de una manera especial. Parte de la grandeza común es que, compartiendo la esencia fundamental del carisma propio, cada uno sobresale –quieran o no- por sus propios dones, lo que enriquece el conjunto tanto propio como de quienes les queremos y caminamos a su lado.

Rendido por la benignidad que comento, me prestó un libro gracias al cual, antes de comenzarlo, me sorprendí con esas palabras que yo aún no sabía que procedían del Supplex Libellus. Sé que hay quien ve quizás una extrema velocidad en lo que llevo scalado, con fe, ayuda, amor, constancia y cabezonería, y mi pecado puede que esté en lo poco que me preocupa, la verdad. Continúan impresionándome: “…los más necesitados de auxilios espirituales…”. Alfonso y sus compañeros los identificaron en un lugar y tiempo concretos, Clemente en otros, como Juan Nepomuceno en Estados Unidos, y cada uno de ellos esté donde esté. Atendiendo a quienes acudimos a ellos tanto como yendo a buscarles. Misioneros de tomo y lomo. Unos con trabajos más visibles, otros con trabajos más callados; todos incansables.

Pues estos días, en Madrid, nos vamos preparando para comenzar unas celebraciones especiales: los 150 años de la llegada a España de los Redentoristas. No voy a hacer aquí un relato de cómo, quiénes y cuándo llegaron exactamente. Yo hoy simplemente celebro que llevan en España 150 años anunciando la sobreabundante Redención; que se quedaron; que les conocí; que me enamoré primero yo, luego mi mujer y nosotros cuatros vamos juntos scalando en Familia; que hoy, bajo el Pontificado de Benedicto XVI, siguen resplandeciendo las palabras que aquel gran defensor del Papa que fue San Alfonso Mª de Ligorio dirigiera a Benedicto XIV; que hoy, los hijos del Patrono de confesores y moralistas son unos extraordinarios acompañantes en el caminar a la Vida; que yo estoy a su lado con María y nuestras niñas crecen en la fe alegres y seguras.

Uno no puede sino sentirse además de feliz, orgulloso. De ellos, de mi parroquia, de todos los laicos que ofrecen tiempo, talentos y dones. Orgulloso tanto de los trabajos callados y silenciosos, como de los agotadores esfuerzos del Provincial porque todo sea un éxito para todos. Orgulloso de las manos que se ofrecen.

Hoy, en la Oración de los jueves ante el Santísimo en @parroquiaps, daré gracias al Señor por esta familia de la Iglesia, porque llegaron y se quedaron llevando la Buena Noticia; por un 19 de mayo. Y en silencio le daré las gracias por lo que alberga mi corazón y el de mi pequeña familia, porque el silencio habla cuando las palabras no pueden.

Desde aquí os pido que recéis estos días por los Redentoristas, por quienes de una u otra forma formamos parte de esa Familia, pero sobre todo por los sacerdotes y religiosos de la Congregación. Y os animo a que nos acompañéis el próximo domingo 24, a través de la segunda cadena de RTVE, durante la Eucaristía que tendrá lugar a las 10:30h en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, y celebréis con nosotros que la Congregación del Santísimo Redentor lleva ya 150 años en España anunciando la sobreabundante Redención y propagando la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

jueves, 14 de febrero de 2013

Scalando en Cuaresma

Comencé el pasado sábado preparándome para la scalada de esta Cuaresma con una revisión y puesta a punto, pasando mi ITV espiritual; siempre salgo con una sensación que nunca quisiera perder pero, por mucho que reposte en la Oración y la Eucaristía ahí acabo, poniendo a 0 el cuentakilómetros para arrancar de nuevo.

Eso sí, inicio el recorrido bien cargado de combustible, para no quedarme parado por el desierto. Aunque, bien pensado, este año esa scalada interior hacia la Pascua no quiero acometerla sólo. Lo haré en Familia. Y los pequeños diablillos que vayan apareciendo (aunque trate de no dejarle resquicio), sinsabores, frustraciones y amarguras van a ir por alguien concreto durante cada día hasta el de Resurrección. No es nada original porque ha sido idea de mi mujer, pero me parece tan sensata y fructífera que me uno. Lo bueno de scalar en Familia es que sinsabores, frustraciones y amarguras son siempre menos, o porque se aminoran sus secuelas o porque ni te fijas en ellos cuando antepones los de los demás.

En realidad, trato de consumir el tiempo, meditar el tiempo y condensarlo focalizado no solamente en la Cruz, en la Pasión, sino en la Resurrección. El sacrificio de más éxito de la historia. Sin la Resurrección nada tendría el sentido que tiene, EL SENTIDO. Un hombre de carne y hueso, humillado y colgado en un madero por mí; sí, por mí. Y yo voy y me quejo sin parar por las estupideces más nimias. La Redención regalada y ahí andamos, con nuestras actitudes, mostrando una ingratitud incalificable; aunque muchas veces sea inconsciente. El sonido martilleante de esos clavos traspasando la carne y entrando en la madera, acallado por la Luz cegadora de la Resurrección. Y los pecados del mundo lavados con la sangre y el agua de su costado.

La Vida regalada, la Redención regalada. La sordidez de la crueldad humana palidecida por la ternura del Amor de Dios. Y unas ganas inmensas de que todo el mundo lo sepa, lo vea y lo Viva; y de que se me note incluso en el silencio (qué grande y qué hermoso es el silencio a veces, y qué triste y doloroso puede llegar a ser). Lo curioso es que teniendo el carácter que uno tiene, después de haber tenido la fortuna de haberle conocido, parece que busco permanentemente los rápidos del río, y se me hacen muy, pero muy cuesta arriba los períodos de tranquilidad. En fin, soy más de tiempos fuertes; por mucho que la vida en general, el día a día, se muestre aparentemente más lineal, cada día tiene su afán.

Comenzar este tiempo fuerte con la imposición de la Ceniza en PS es hacerlo en Familia. Ser convocado por quien encarna y muestra con tanta sencillez y naturalidad la ternura del Amor de Cristo, se convierte en una lotería más que una convocatoria. Que el superjefe cuente contigo para participar en la celebración, una suerte. Ver en el presbiterio a uno de los sacerdotes mayores de la comunidad, que es además una especie del sabio, al P Provincial, al Párroco, a quien nos convocó y a un diácono que en breve será presbítero, pues… buffffff. Imagino que el Papa, (nuestro Papa Benedicto, paradigma de humildad, coherencia, inteligencia, bondad y valentía), que pronunció esa bellísima y clara homilía en la Eucaristía del Miércoles de Ceniza, se habría sentido orgulloso y satisfecho. Tener a mi derecha a un alma buena y a mi izquierda a otra. Ver a María en el coro. Formar parte de la feligresía, de tanta gente buena a la que he ido aprendiendo a apreciar. Bufffff. Uno de los rápidos del río. Pero lo siento por todos, porque todos parecen desvanecerse durante la consagración: en el momento de la elevación sólo está Él.

Y ya que no hay como vivir la fe en Familia, este primer jueves tras la ceniza acudiré a la Oración ante el Santísimo en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, en Chamberí. Para ponerme ente él, disfrutar del “trato familiar con Dios” que nos enseñara magistralmente San Alfonso; en Familia. Con el ritmo natural, sosegado y profundo de cada semana. ¿Alguien se anima?

lunes, 11 de febrero de 2013

Con el Papa

Con el Papa. Simplemente eso. Con el Papa, que no es lo mismo, aunque también, que con Benedicto XVI. No voy a glosar su Pontificado por mucho que yo tenga una opinión clara y formada sobre el mismo. Como a todos los católicos me ha impresionado y conmovido la renuncia de Su Santidad. Simplemente a éste hecho es a lo que me voy a referir.

Creo que constituye un ejemplo de lucidez y humildad para todos. Para las personas de a pie tanto como para los grandes dirigentes del mundo. Muestra unas cordura e inteligencia que no son nuevas, demostradas en su obra como teólogo, más allá de los acuerdos o desacuerdos que se puedan tener. Refleja a una persona íntegra, sensata y honesta. Ejemplo para todos, para quienes nos admiramos por su decisión tanto como para los que bromean –cuando menos- sobre ella, que de todo se lee en las redes sociales; allá cada cual con sus comentarios, que nos brindan, como nítida imagen, la catadura moral, intelectual y humana de quien los realiza.

“Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia…”. ¿Hay algo que añadir a esto? Yo creo que no. Cada uno tiene la que tiene, y si bien se educa y forma, el estrado de la conciencia es el núcleo individual del juicio particular ante el Creador. Someter nuestra conciencia a examen ante Dios, de una manera profunda, seria y sincera, es un ejercicio que a menudo se echa en falta a la vista de decisiones notorias que afectan al devenir de colectivos y al propio transcurso de la vida cotidiana. Las decisiones de cada uno pueden ser o no acertadas, pero no cabe mayor discusión cuando son tomadas bajo semejante examen.

“… ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino.” Ministerio de tal Naturaleza que él mismo considera que no hay lugar para mediocridades. Lucidez intelectual que no es acompañada por el estado físico. Peso de los años no solamente sobre la carcasa del cuerpo, sino que la lucidez, reflexión e inteligencia parecen querer indicarnos que deben de ir acompañadas de la agilidad necesaria para dar respuestas en “el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones”.

No creo que nadie discutiera su inteligencia, pero aquellos que cuestionaban humildad y bondad ¿qué dirán ahora? ¿serán capaces de examinar su conciencia ante Dios, o enfrentar su propia humildad y bondad a las demostradas hoy por el Papa y no sonrojarse? Porque los acuerdos o desacuerdos sobre cuestiones teológicas, las filias y fobias individuales, los propios prejuicios, demasiadas veces empañan el juicio y obcecan la razón llevándonos a cuestiones personales.

El acto de su renuncia es un acto de libertad, fundamentalmente de conciencia, pero también dentro del ejercicio del poder, lo consideremos terrenal o espiritual. Es un acto de generosidad inmenso; es un acto de desprendimiento. ¿Cuántos dirigentes son capaces de ello? Es un acto sabio y humilde, por cuanto busca el bien común de la Iglesia y para la Iglesia y supone no apartar a otro, sino apartarse él mismo. Y lo hace agradeciendo y pidiendo perdón.

Yo lo veo como un acto de Amor, a Dios y al pueblo de Dios que formamos todos los católicos. Es el acto de un Pastor ejemplar.

Yo hoy, como siempre, estoy con el Papa, con el actual y con el que el Espíritu Santo decida que sea su sucesor. Sujeto al margen de discusión o desacuerdo intelectual que mi propia conciencia me permita, pero siempre como oveja fiel de su rebaño. Si no, quizás, o estaría en otro sitio, o no estaría escribiendo esto.

Pero hoy, por quien rezo, es precisamente por Benedicto XVI, que el Espíritu seguro que sabrá, también en el próximo caso, elegir al adecuado.

viernes, 8 de febrero de 2013

“…como si estuvierais en su carne”


La carne de gallina se me puso hoy en PS mientras leía la primera lectura en misa de 12. “…como si estuvierais en su carne”. Creo que este es un ejercicio necesario: ponernos en la piel del otro para mejor comprender y mejor amar. Cada quien sufre su propia batalla y de esto no somos conscientes a menudo, ni respecto a quienes tratamos con más o menos asiduidad, ni con quienes nos cruzamos por la calle, ni con los lejanos. Demasiadas veces miramos sin ver tanto al prójimo próximo como al prójimo alejado. Vamos demasiado apegados al “yo” por la vida, y así solamente podemos sentir las ocasiones en las que somos objeto de las críticas, de los prejuicios que tan frecuentemente ahogan corazón y razón de quien los tiene y marginan a quien los padece, pero no sólo no caemos en la cuenta de los sufrimientos del otro, sino que con nuestra actitud, aunque sea inconsciente, podemos aumentar el dolor en las batallas ajenas.

Y qué decir de “el Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?”. Podemos decirlo en alto o mentalmente, repetirlo hasta la saciedad, pero mientras no nos lo creamos, mientras no lo interioricemos no lo haremos Verdad. Ni nos deja, ni nos abandona. ¿Podemos decir lo mismo? ¿Le dejamos? ¿Le abandonamos? ¿Y al hermano? Con esta reflexión en la cabeza acudiré esta tarde, a las 20:30 a mi parroquia, al Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid donde tendremos una Vigilia de Oración con motivo del día del Ayuno Voluntario y la campaña de Manos Unidas “NO HAY JUSTICIA SIN IGUALDAD”. ¿Alguien se apunta?

La carne de gallina mientras leía. Luego tocó escuchar, y …esa cabeza de Juan… ¿A cuántos Juanes habré entregado sin darme cuenta?

Al acabar la Eucaristía me acerqué a agradecer a San Alfonso porque me hubiera escuchado e intercediera, porque ni le dejará ni le abandonará. Escuchárselo ayer en alta voz me puso también la carne de gallina.

Ahí vamos, scalando en Familia, y tratando de que ese “…como si estuvierais en su carne” sea una realidad para mi.

miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Que no Me ves?


¿Que no Me ves? ¿Que no Me oyes? ¡Venga ya, no te lo crees ni tú! En el fondo no te lo crees ni tú mismo, de modo que no te lo repitas o acabarás creyéndotelo.

Ibas a hacer un simple encargo a una cerería, y tras ese sencillo encargo estaba Yo o no lo habrías hecho, porque aunque no me veías a mí, pensabas en otros y yo también soy esos otros; eso tú no lo olvidas. Qué curioso ¿verdad?, que tu proveedor de velas no asegurara el plazo, que de todas las cererías que hay en Madrid, encontraras justo esa con exactamente lo que buscabas y que se ofrecieran a fabricar lo que nadie hacía. Qué curioso que contiguo al establecimiento estuviera ni más ni menos que el Santo Niño del Remedio. Y entraste, cansado, agotado, frío y sordo (pero no vacío aunque te empeñes) a hablar conmigo. Dime: ¿quién habla a quien ni ve ni oye? Qué curioso que de repente decidieras cambiar tus planes –tú, tan planificador y previsible- dejando colgada a un alma buena recién descubierta – sí, tú dejando colgado a alguien sin avisar ¡quién lo diría!- para ir solo porque te reconocías como una compañía poco recomendable. Qué curioso que el paquete fuera mucho mayor de lo previsto y te vieras obligado a esperar a un taxi; sí, para dar tiempo a que entrara en escena el P Jesús Vidal, que el tráfico está como está, os vierais, parara el coche, se bajara encantador, charlarais y te hablara de Napo que, qué curioso, vive ahí mismo. Claro, no pudiste evitar evocar aquella semana de agosto tan intensa junto a mí; sí, lo tenía en el guion, lo reconozco, me gusta cuidar los detalles. Qué curioso que dejaras tu misa diaria para las siete de la tarde, aprovechando que tenías que llevar a tu hija mayor a catequesis y en el último momento no pudieras entrar. Jeje, a que te molestó, reconócelo. Qué curioso que tuvieras que ir a la de ocho y a la salida, inesperadamente te encontraras con dos regalos venidos de Valencia. Qué curioso que Lalo – porque hay que ver cómo quieres a Lalo- se ofreciera a acompañarte a casa. Qué curioso que alguien con una frase común, mostrándote como un libro, te haga ver que, hombre, peculiar sí que eres, pero raro, raro, raro tampoco.

Muchas casualidades ¿verdad? Para eso te he regalado esta semana: para ti, por mucho que te empeñes en verla desperdiciada, y te enfurrusques por eso, por tu sordera, por tu ceguera y por la falta de conversación. En ella va, de regalo adicional, que te hayas dado cuenta de que a ti, paradigma del ombligocentrismo, ya ni te importa que te den largas porque antepones a tu interlocutor; sí, antes que a ti mismo.

Muchas casualidades. Pues te contaré una cosa: alguien de quien tanto dices preciarte de ser Amigo, alguien a quien dices querer tanto, relatando hace años –tú ni le conocías- su experiencia vocacional, denominó a esas casualidades o coincidencias simple y llanamente “diosidades”. Ya ves.

Ahora, tú mismo, que yo no obligo a nada. Pero te aconsejo que releas esto con calma y te lo pienses dos veces a ver si sigues pensando que ni me has visto ni me has oído. Y descansa, que unos se agotan de actividad y otros de inactividad; cada uno tiene sus motivos. Después de todo no es ningún secreto que Yo, al séptimo día, descansé.

martes, 5 de febrero de 2013

¡Niña, levántate!


Aquí estoy de nuevo, tecleando tras un pequeño parón. Un comentario no publicado, bastante poco agradable, me hizo replantearme qué hacía yo escribiendo y “posteando”. Revisión de entradas antiguas, introspección… pero nada realmente claro.

Una conversación vía Facebook con una amiga la semana pasada; un tuit desde Argentina diciendo que @CasanuevaE estaba consiguiendo que San Alfonso se colara entre los santos favoritos de alguien; los problemillas e inquietudes de algún amigo, y una persona de Madrid a quien no conozco que recurre a otro mensaje para que le recomiende quién le podría acompañar (le pregunté edad y si lo que quería era una conversación esporádica o buscaba un acompañamiento periódico, constante y consistente al menos de manera inicial, ya que nada tiene que ver una cosa con otra) le di algún nombre y un teléfono común.

Contrastados los dos párrafos anteriores, y visto que la capacidad de provocar daño es nula y, si la hubiera, es mucho mayor la inesperada ayuda que pueda producir, continúo con mis cosas. Siempre he tenido el convencimiento de la importancia de tratar de medir adecuadamente mis palabras para que la intención estuviera matizada al menos por las formas;  no habiendo ánimo alguno de resultar hiriente, lo que constato es que, en ocasiones, son los nubarrones internos los que pueden convulsionarnos bajo el pretexto de excusas irreales. Responder a una caricia con un aspaviento ocurre, que hay gente para todo.

De todo ello he aprendido que es bueno verse interpelado por los demás, y que las cosas, palabras o actitudes más nimias pueden ser devastadoras o bien engrandecerse cuando es el Señor quien está tras ellas, sea en un saludo, un mensaje, un tuit o un mano a mano. Como me reafirmo en lo complejo y raro que soy, porque me siento infinitamente mejor cuando me piden escuchar que cuando soy yo quien habla, cuando puedo ser de alguna ayuda que cuando generosamente la obtengo.

Resumiendo, que como la niña del Evangelio de hoy, simplemente dormía, y ha habido quienes, sin saberlo unos y consciente otra, me han dicho que me levantara.