Scala News

jueves, 14 de septiembre de 2023

15 de septiembre, día mundial del linfoma

 

15 de septiembre, día mundial del linfoma. Pues eso. Nunca he sido nada de “días internacionales” absolutamente nada; nada de nada.

Pero este año me ha tocado a mi, de modo que aunque solamente sea en esta ocasión, aquí está mi microgranito de arena para dar visibilidad al linfoma, al muy poco habitual cáncer que me ha tocado en el sorteo de enfermedades raras: Macroglobulinemia de Waldenström

Lo primero que quiero decir es que me encuentro razonablemente bien y que, teniendo en cuenta las otras tres opciones que se barajaban estoy simplemente feliz.

Las formas de reaccionar cuando a uno le van barruntando que tiene algún tipo de cáncer, son tan variadas como enfermos de cáncer hay. Cualquier reacción es o puede llegar a ser comprensible y no somos quienes para juzgarlas. Eso que quede claro. Por lo tanto, la mía también.

Yo siempre he preferido ponerme en lo peor, que de ahí sólo se puede mejorar (es mi manera de afrontar las dificultades). Y así hice hasta el diagnóstico definitivo, donde MW ganó la carrera. Lo primero que pensé es que he tenido una vida magnífica (con todos los altibajos que se quieran y con etapas duras), pero estupenda en su conjunto. Una familia incomparable, unos muy buenos amigos (incluso los que salieron en desbandada o aquellos de quienes simplemente no sé nada, cada uno lo fue en su momento; la permanencia, como en el amor, es un acto de la voluntad)… 56 años plenos. Siempre he tenido claro que me voy a morir, por mucho que no tuviera ni idea ni del día ni de la hora (tampoco ahora). Y siempre he tenido una fe clara, aunque no sea ni haya sido ningún angelito. Creo sinceramente que esto último (la fe), además de la educación vivida y mi propio carácter, marcan la diferencia. La posibilidad de que mi paso por aquí tuviera un final cercano me producía una tristeza infinita por mi madre de 89 años, por encima de mis hijas o mi mujer. Mis hijas tienen ya 18 y 16 y la mejor madre que uno pudiera imaginar; mi mujer, a quien la propia vida le ha hecho tremendamente recia, la edad y el carácter suficientes para sobreponerse. Pero para una madre sobrevivir a un hijo no es algo precisamente fácil. La pena era por ellas, no por mi.

Desde el minuto uno decidí no dedicar ni un pensamiento al pasado, que está acogido a la Misericordia de Dios, y encarar el futuro no con tranquilidad, con alegría, pensando en la inmensa suerte de poder prepararme al máximo con una tranquilidad inexplicable. Encomendé oraciones a un puñado de mis Redentoristas y a algún otro sacerdote. La reacción inmediata del P. Ortiz, la conversación serena y clara con el P. Caballero, las palabras del P. López, el consuelo profundo, realista y sereno del P. Chacón, la oración de monseñor Vidal. Y algunos amigos como Miguel, Ana, Almudena, Rafa, Gonzalo o Suyapa quienes estuvieron presentes en el momento de la incertidumbre, y José Manuel un extraordinario compañero de trabajo. Y por supuesto María, siempre María, mi mujer. Y yo encomendándome al venerable P. Francisco Barrecheguren, por aquello de que los dos somos redentoristas y ambos estábamos necesitados de un milagro, él para conseguir su beatificación (https://www.barrecheguren.com/p-barrecheguren-cssr ). Llegado a este punto me ocurrió – y me sigue ocurriendo- algo un tanto peculiar y es que no me atrevía a pedir que desapareciera el bicho; sólo le pedí tiempo, que me concediera tiempo para dejar al menos a mis hijas con las carreras terminadas. Eso fue lo que pedí. Por lo demás decidí no preocuparme lo más mínimo por aquello que no estaba ni está en mi mano.

Y mientras, las niñas con su verano, su JMJ, sus viajes y todo lo propio de sus edades. No quería generar a nadie más ansiedades innecesarias hasta la sentencia definitiva. Entretanto fuimos los cuatro a Santo Toribio de Liébana -éste es Año Santo lebaniego- a ganar el jubileo. Me confesé allí y fue simplemente extraordinario. Y una Paz que espero no perder. Y una felicidad y Esperanza por el futuro esperado cuando todo esto acabe que confío en que perdure.

Llegó el 7 de agosto, y en la Fundación Jiménez Díaz nos dieron el diagnóstico, Macroglobulinemia de Waldenström, un cáncer de sangre muy poco frecuente. No tiene cura, pero si muy buenas opciones de tratamiento y tiende a hacerse crónico. Con lo que el futuro, a no ser que Dios decida otra cosa, parece que por el momento seguirá por aquí…. Comunicar a mi madre, a mis hijas, a mis amigos más cercanos esta noticia fue algo magnífico, porque lo que se manejaba podía haber sido algo más inmediato.

Pero soy consciente de que no todos reaccionan de la misma manera por lo que os pido hoy que recéis por los asustados, por quienes están o se sienten solos, por quienes no tienen fe, por los médicos y los investigadores, por hematólogos y oncólogos.

Esta es mi manera de encararlo. Sin miedo a la palabra cáncer. Sin miedo al futuro, corto o largo. Ni una batalla que vencer, ni un partido que ganar. Simplemente, cada día un día por vivir; cada día una eternidad. Y el resto, todo, en manos de Dios. 

Y después, a quienes aquí queden les seguirá visitando cada mañana el Sol que nace de lo alto…

Así que, aún continúo scalando en Familia.

viernes, 4 de agosto de 2023

Cabemos TODOS, TODOS, TODOS

 

Las palabras del Papa a los jóvenes en el Parque Eduardo VII me parecen para enmarcar. Y todos los congregados coreando: “En la Iglesia caben todos, todos, todos”, no es más que un grito de esperanza en la propia Iglesia, en los jóvenes, en la humanidad.

Debemos repetirlo y creerlo. No creerlo es sencillamente o carecer de fe o tener una fe débil.

Gracias a Dios que cabemos todos, todos, todos….porque en ese “todos” estoy también yo…..y tú que no estás de acuerdo. Entramos los pecadores y los que se creen puros; entramos con nuestras dudas y nuestras flaquezas. Somos parte de la Iglesia con nuestros aciertos y nuestras miserias; caídos unas veces, ayudando a levantarse al hermano, otras.

Cabe el rígido con su dedo acusador y cabe el laxo que piensa que todo vale. Cabe el que se cree excluido y cabe el que excluye. Caben los extremos precisamente porque, felizmente, la Misericordia nos alcanza a todos. ¡Qué sería de mi sin la misericordia de Dios!

Si no fuera por la Misericordia yo no cabría en la Iglesia. Si no fuera por la Misericordia la Esperanza decaería. Si no fuera por la Esperanza la noche reinaría.

Las palabras de Francisco ayer muestran al Espíritu en el Pastor y reconcilian al hombre consigo mismo y con la Iglesia. Son pura esperanza evangélica, son una nítida expresión de la benignidad pastoral de la que centenariamente tienen por bandera los Redentoristas. Y el propio Papa nos insta a que, si no hay sitio para todos, lo hagamos.

Enseñanza y encargo. Hace apenas tres días celebrábamos a San Alfonso María de Ligorio, el gran santo de la oración. ¡Cuán necesario es hoy en día retomar sus enseñanzas frente al rigorismo y el laxismo!

Señores, tengamos claro que cabemos todos, el amargado, el iluso…..y es labor de cada uno de nosotros invitar a TODOS. Lo que incluye a los alejados, a los que no conocen a Cristo, a los errados….y sea conflictivo o no, a los fieles de otros credos, si no fuera así ese “todos” sería incompleto o sería falso.

Mi hermano Damián Mª Montes CSsR -sí, mi hermano-, decía hoy en Twitter: “Es precioso: nuestra tarea como Iglesia es echar la red y recoger TODO tipo de peces. Lo de después (separar buenos y malos) es tarea de Dios.” No puedo estar más de acuerdo con él en cuanto a la acogida, 100% de acuerdo. Y coincido plenamente con que no es nuestra tarea juzgar quién es bueno o malo a ojos de Dios; no lo es en absoluto.

Echar la red y recoger a todo tipo de peces y además hacerlo con Amor. A partir de ahí, ese Amor implica también enseñanza, didáctica y corrección, como hacemos los padres con nuestros hijos. El propio San Alfonso nos habla a los padres en ese sentido:

…/… Un padre tiene la obligación de instruir a sus hijos en las verdades de la Fe. …/…Los padres religiosos no solamente pueden instruir a sus hijos en estas cosas, que son las más importantes, sino también pueden enseñarles lo que se debe hacer cada mañana al amanecer. Enseñarles primeramente agradecer a Dios por haber preservado su vida durante la noche, en segundo lugar, ofrecerle a Dios todas las buenas acciones que harán y todos los sufrimientos que pasarán diariamente, también implorar a Jesucristo y a Nuestra Santa Madre María que los preserve de todo pecado durante el día. Enseñarles, al anochecer hacer un examen de conciencia y un acto de contrición. También les deben enseñar actos de Fe, Esperanza y Caridad, a rezar el Rosario, y visitar al Santísimo Sacramento.”

Pero no podremos hace eso, no podremos instruir, si en primer lugar y ante todo, no acogemos a TODOS. Sin juzgar y con esa alegría que da la fe y el encuentro con Cristo. Con esa alegría sana y profunda que estamos viendo estos días por las calles de Lisboa.

Interioricemos con convicción que cabemos TODOS, TODOS, TODOS.

lunes, 31 de julio de 2023

#JMJLISBOA2023

Hace 12 años, en la misa final que celebramos en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid con motivo de la #JMJMadrid2011, pedí porque en el futuro mis pequeñas hijas tuvieran la oportunidad de vivir una experiencia similar en una JMJ en algún lugar del mundo. Lo recuerdo con nitidez.

Recuerdo con nitidez aquellos días, mis servicios como voluntario Redentorista y los meses de servicio en Acreditación de Sacerdotes en San Juan de la Cruz. Recuerdo a los peregrinos acogidos en IES Santa Engracia, a la mejicana de 16 años perdida, los ojos de Benedicto XVI, a un joven estudiante Redentorista a quien presté mi acreditación para que pudiera entrar en Cuatro Vientos. Recuerdo la sonrisa de un hombre bueno en la oficina de San Juan de la Cruz durante los meses de trabajo para la acreditación de los sacerdotes que venían de todas partes del mundo, recuerdo su mirada de hombre bueno, recuerdo sus silencios de hombre bueno, recuerdo sus comentarios de hombre bueno; recuerdo que me sorprendió su bondad. Con el tiempo ese hombre bueno, ese joven sacerdote, se convirtió en Monseñor Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid. Varios de aquellos peregrinos, varios de los que María y yo llamamos cariñosamente como “nuestros chicos” son hoy sacerdotes Redentoristas que acuden desde sus respectivas parroquias guiando a sus propios grupos de peregrinos. Que Nuestra Señora del Perpetuo Socoro los acompañe.

Mi pertenencia a la familia Redentorista, amistades creadas en esa época como la de todos “nuestros chicos”, como la del propio Jesús Vidal, son una infinitésima parte de las gracias recibidas durante esos días. La constancia, la pervivencia en el tiempo muestran la solidez de lo vivido, la riqueza de una fe sólida. Aquel joven estudiante Redentorista, el hoy Padre Víctor Chacón CSsR, me ha regalado recientemente una de las más hermosas, clarificadoras, esperanzadoras y serenas conversaciones por whatsapp que he tenido en años.

Fueron días intensos que permanecen en la memoria y en el corazón. Días que cerramos con aquella Eucaristía en PS en la que pedía que mis hijas pudieran vivir algo similar. Puede parecerme mentira, pero los bocados del tiempo hacen que la Vida parezca un instante y el momento ya ha llegado para ambas. Las dos participan como peregrinas en la JMJ de Lisboa. Toya con un grupo de la parroquia de San Josemaría Escrivá de Aravaca y Paula con su grupo (bueno, grupo….. son varios los autobuses que han salido del santuario de Pozuelo de Alarcón…) de Schoenstatt. El Señor nos concedió el regalo y la misión, a mi mujer y a mí, de ser custodios de las Vidas de dos personitas que van creciendo, dando sus propios pasos y tomando sus propias decisiones. Las dos son peregrinas, cada una recorriendo su propio Camino.

Obviamente es a ellas a quienes encomiendo principalmente junto a mis sobrinos Lefort y a una joven amiga de Toya, María S. (pido por su propio camino interior). Hoy me ha llegado una foto de Paula junto a sus primos que vale un mundo; unos sobrinos que son mucho más que unos simples sobrinos, aunque eso ya sería bastante. #FamiliaPeregrina Que el Señor toque el corazón de todos y cada uno de ellos.

Que Él toque el corazón de cada peregrino, de cada joven dubitativo y escéptico que acude a estas jornadas simplemente por ir, por pasar unos días más o menos divertidos. Mente abierta, corazón abierto. Comprenderán el verdadero sentido de lo que es una Iglesia peregrina en la tierra; vivirán de cerca la expresión más palpable de la Institución más diversa y plural del mundo.

Aquel entonces estudiante Redentorista me dijo algo hace doce años que me sorprendió, y cuánta razón tenía: Yo no vengo a ver al Papa, vengo a encontrarme con Cristo.

Que se dejen encontrar por Cristo.