Hay veces en las que dudo entre si solamente soy torpe, muy
torpe o extremadamente torpe, y lo normal es que cuando me hago esa pregunta la
respuesta suela ser la misma. Me lo planteo siempre que me fijo en las nubes
cuando las hay, en lugar de pensar que sobre ellas continúa brillando el sol.
Uno se ensimisma en naderías sin sentido para que, de repente, la propia Vida
te muestre con claridad la suerte que tienes. Simplemente por compartirla. No
me refiero a un nimio compartir sucesiones de segundos, hablo de compartir
inquietudes, dudas, frustraciones, esperanzas, ilusiones; compartir el
crecimiento personal cuando es, per se, un crecimiento de fe es una experiencia
incomparable.
Compartir con tu mujer, el propio crecimiento integral de tus
hijas, es algo gozoso y natural, pero compartirlo más allá de ese núcleo es un
auténtico tesoro. Compartir es una puesta en común; compartir es escuchar;
compartir es darse y recibir; compartir es intentar, seguir adelante; compartir es integrar; compartir
es Amar. Y hacerlo, no como un juego, sino en el seno de una Familia superior,
es darte cuenta de que tu propio día a día es una sucesión de regalos.
Uno de esos regalos impagables se me presentó ayer en vivo y
en directo; miento, se me presentó hace aproximadamente dos años. Lo fui
viendo, ni siquiera era consciente de que yo lo iba observando, y el año pasado
una conversación familiar me llevó –de manera injustificada por mi parte- a
entrometerme. Bueno, lo hecho, hecho está, y egoístamente estoy encantado de mi
intromisión porque me ha permitido compartir Vida (dolor, anhelos, ilusiones)
con un gozo que jamás hubiera soñado. Y además, el colofón es que ayer se
compartió en familia; muestra de una generosidad infinita. Una felicidad plena acompañada de un GRACIAS a Dios y a
él con mayúsculas y letras de oro. No estaba previsto; nada de esto estaba previsto, ni el regalo ni que le quisiéramos como a alguien de la familia. Bueno, es de la Familia.
Nada es casual, nada de esto es casual. Pienso en mi vida,
recapitulo, y me doy cuenta de la presencia de Dios que ahora, a vista de
pájaro, le da sentido a todo con una armonía tan serena que casi asusta.
Siempre a mi lado; regalo tras regalo. Pero ver cómo ha cambiado, de manera
concreta, los dos últimos años me pone la carne de gallina. Ya lo he contado
muchas veces, y creo que aunque sea dentro de los años que sea, me moriré
contándolo de nuevo; porque jamás pararé de agradecer al Señor que un día me
llevara a PS, que a pesar de mis circunstancias – o precisamente por ellas- el
Espíritu hiciera que la homilía de un joven sacerdote Redentorista me convulsionara (ya ni
me molesto en decir que no le nombro, porque todo el que me conoce sabe quién
es, y esté donde esté él el día de mañana, SIEMPRE estará con nosotros).
Esto va de compartir, y de él aprendí de verdad a compartir y la esencia y la excelencia del trabajo en equipo (porque si evangeliza a cada paso con su ejemplo y su palabra, lo hace además implicando a todos en la cohesión de un equipo con una habilidad inigualable. Hacer cualquier labor con el Padre JAG es trabajar en equipo, y si no lo haces es porque no quieres o no te interesa.) Llevaba ya casi un año yendo prácticamente a diario por allí, pero mi buen Dios sabiamente
esperó, maduró para que llegara ese día. Es una sensación extraña, porque
teniendo la sensación permanente de que acaba de ocurrir – es una especie de
don sentir esto-, al mismo tiempo me parece que ha pasado toda una Vida. No me
cabe ninguna duda de que esto es así porque exactamente es Vida lo que encontré allí. Corazones, manos;
Fe. Y ver que ahora en ese mismo lugar, para ellos y en cualquier punto, están mi corazón, mis manos, los de María
junto a las ilusiones y manitas de mis hijas… es para emocionar a cualquiera. Y nada
es casual; mis pasos tímidos hacia allí no lo fueron. Esa Familia Redentorista
simplemente no tiene precio.
Enrique, no seas tan torpe, y cuando veas nubes piensa en un
19 de mayo para sentir el sol, y luego en un 26 de mayo, porque sabes que
podrás sentir por dentro un calor inmenso.
De modo que a seguir compartiendo.
Muchas gracias por tu reflexión, Enrique. Nuevamente me vienes a sorprender. Es Amar. Saludos a la familia, de la que cristianamente formo parte.
ResponderEliminarGracias a tí José Fernando por tu presencia REAL y diaria que es un acicate para tantos. Y en tí, gracias a Calasanz, en cuya Familia crecí, me formé y en el fondo me preparé para para esperar, recibir, acoger y llegar a la casa de San Alfonso. Y GRACIAS por tu oración.
Eliminarsaludos a ambos!! abrazo desde Nicaragua, desde esta parte del mundo!
ResponderEliminar¡Llega Pater, el abrazo llega!!! Otro para tí
EliminarDios, como digo yo, siempre "está en todo", nada se le escapa. Aunque cometas errores, aunque no pienses en El. El está ahí, a la espera, y sabe cómo y cuando debe hacerse ver. Y despacio y sorprendentemente te lleva a dónde tienes que estar. No te preguntes porqué, sólo dejate llevar. Así, como quien no quiere la cosa, llegué desde Madrid a este pueblecito de Jaén. Aquí le encontré, aquí encontré la FE y mi felicidad. Mi vida ha cambiado tanto que no sé como explicarlo, pero todo es por El. Y le doy gracias todos los días. Y luego encuentras por internet personas como tú y como José Fernando (alguna vez hemos hablado por fb). Y también sabes que es El el que os pone en mi camino, virtual camino, en el que compartís mucho mas que palabras.
ResponderEliminarGracias y un saludo para los dos. Y para todos lo que, como yo, os leen.
Muchas grácias Mónica por leer lo que con sinceridad y humildad voy escribiendo, y gracias por COMPARTIRLO. El Espíritu nos mueve y la fe nos ayuda a seguir y a levantarnos nutriéndonos de la fe de los hermanos. Y se sirve de internet para generar lazos y sentirnos unidos. Gracias
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