Scala News

miércoles, 25 de abril de 2012

En el día mundial contra el ruido


Hoy es el día mundial contra el ruido y creo sinceramente que tenemos demasiados “días mundiales” de algo, los hay de casi cualquier cosa.

No voy a hacer un estudio de los efectos nocivos sobre la salud al soportar determinado número de decibelios, porque lo cierto es que no tengo ni idea sobre el tema. Sin embargo, me sugiere cuán importante es el silencio, aunque, paradójicamente, éste no siempre dependa del ruido circundante.

El silencio nos ayuda a la concentración, nos ayuda a dejarnos empapar, nos ayuda a vernos por dentro, nos ayuda a conectar, nos ayuda a orar; pero también nos puede adormecer.

Yo personalmente lo necesito, no para evadirme; lo necesito para hablar con Dios, de tu a Tú; no digo para rezar o pedir, me refiero a hablar, y en hablar incluyo desde enfadarme a contarle cualquier estupidez del día, pero sobre todo, por encima de todo, lo necesito para escucharle. Quizás pueda parecer una tontería o un contrasentido, pero en ocasiones he de afanarme en buscar el silencio desde el silencio, porque el ruido del vacío puede resultar ensordecedor. Otras veces, por el contrario, la paz que puede proporcionar el silencio, incluso casi ese mismo silencio lo he encontrado rodeado por un ruido infernal, a solas, orando en una capilla rodeada de unas obras que parecían transformarla en un campo de batalla.

En definitiva, que ruido y silencio, aunque objetivamente mensurables, acaban dependiendo de nuestra propia actitud. ¡Cuántas veces nos han hablado y no hemos oído! ¡Cuántas veces hemos escuchado el dolor o las angustias de un hermano en su silencio!

Unos ojos pueden decir tanto como un grito; un niño muriéndose de hambre es un grito en sí mismo; un desempleado sin poder alimentar a su familia ensordece a cualquiera; las injusticias deberían producir tanto ruido en nuestro interior como el estallido de las bombas en un campo de batalla.

Así que, como esto de los decibelios no es simplemente una cuestión física, propongo como lucha contra el ruido un cambio en cada uno de nosotros, una disposición a la escucha. Escuchar a Dios qué quiere de nosotros; escuchar al hermano, que puede ser también oírle a Él. ¿Por qué no empezamos por aquellos que tenemos en nuestra casa? Y continuamos generando una onda expansiva como la del mayor de los bombazos; pero de otro tipo, claro.

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