Scala News

Mostrando entradas con la etiqueta Acompañamiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Acompañamiento. Mostrar todas las entradas

jueves, 26 de abril de 2012

El Buen Pastor


Cada día tiene algo especial, cada día nos ofrece un motivo (o muchísimos) para dar gracias. Para mí los jueves son siempre especiales porque puedo orar entre gente querida, en Familia, ante el Santísimo, en la Capilla de PS; en silencio y en voz alta, una oración compartida.

Por eso siempre este día de la semana amanezco con la ilusión de un niño, de un principiante, y hoy, además, he conectado el ordenador después de Laudes y me he encontrado con un regalazo extraordinario, un artículo del P José Fernando Juan Santos SchP en su blog titulado: “Principiante ¡anda con cuidado!”. Como siempre de una profundidad, una sensibilidad, una delicadeza y una sensatez abrumadoras y que constituye una guía imprescindible “para todo aquel que es principiante, especialmente en la vida del espíritu”. Lo considero casi de obligatoria lectura  para cualquier principiante sea joven o cuarentón. Ni sé las veces que lo he leído a lo largo del día porque supone una especie de repaso sobre mí mismo. De este repaso resalto una conclusión: soy un ingrato exigente e injusto (entre otras cosas por juzgar sin deber hacerlo). Pero me quiero detener en el punto 2 de su artículo, que yo resumiría como dedicado al acompañamiento, y que me ha puesto la carne de gallina porque me ha llevado a una habitación acristalada que ya no existe, para verme sentado frente alguien que sé que “sabe amarme al modo como Dios ama”, que me ha venido acompañando hasta verme colocado bajo la mirada del buen Dios y con el que he ido aprendiendo a acercarme a ese modo de amar. Con él he querido hoy compartir la entrada en cuestión, pero ahora me doy cuenta de que al hacerlo utilicé un tiempo verbal inadecuado, el pretérito perfecto simple del indicativo; inadecuado por incierto.

Esta noche, en casa, en la Capilla de PS, en Familia ante el Santísimo, hemos escuchado y reflexionado sobre el Evangelio de Juan 10, 11-18, EL BUEN PASTOR, ahí es nada. Ese Buen Pastor en la Custodia, entre velas y perfumado de incienso. Y yo he pedido de manera especial por todos los sacerdotes, por todos los buenos pastores que no abandonan a sus ovejas y acompañan a quienes se afanan por seguir a Cristo en su vida diaria, y en concreto (tanto en voz alta como íntimamente) por el mío. Pero de nuevo utilicé el mismo tiempo verbal inadecuado y equivocado. Da lo mismo porque pido por él a diario en una oración que no conoce de conjugaciones sino del Amor al modo en que Dios ama.

Desde aquí, si alguien me lee, pido una oración por él, y también por el autor del post, que acompaña a diario a tantos en las redes, aunque no los conozcáis.

Pero también invito a pedir no sólo por los pastores, también por las ovejas en busca de pastor, de un buen pastor que da la vida por sus ovejas, que no las abandona y huye.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Inocentadas

Creo que este 28 de diciembre era el primero en mucho tiempo que iba pasando sin pena ni gloria en cuanto a las inocentadas, hasta que un año más he caído todo lo inocentón que soy. Y no una sino tres veces. La primera se refería al traslado de alguien a quien he conocido a través de internet; en teoría se iba con toda su familia fuera de España, y aunque él vive en Getafe y yo en Madrid lo primero que pensé fue: vaya me voy a quedar sin conocerle. Y resultó que no, que era una broma. La segunda ha sido realmente anodina, y la tercera me llegó vía twitter. Eso me pasa por estar enganchado a las redes sociales. Con esta última casi se me sale el corazón por la boca; a mí y a los que estaban conmigo en ese momento. También se refería a un traslado, aunque en esta ocasión circunscrito al territorio nacional. Francamente confieso que me dio una pena inmensa pensar en perder la compañía de esas dos personas, así, de improviso. Me invadió una pena tremenda por mí, por mi mujer, por mis hijas y por unas cuantas personas más.
Por mucho que conozcas la itinerancia, tratar de asumirla fuera de tiempo y sin posibilidad de despedida era realmente duro. Se me pasaron todo tipo de cosas por la cabeza en no más de un par de minutos, entre ellas recibir con los brazos abiertos a quien viniera nuevo. Esto me demuestra por un lado mi bastante más que cariño real por algo “superior”, y por otro que el cariño específico por personas concretas no se desvanece nunca en una generalidad. Me apenaba pensar que una de esas personas a la que estoy aprendiendo a querer a velocidad de crucero pudiera limitarse al recuerdo de un tiempo; respecto a la otra era algo así como si a mi hermano le destinaran a Oriente Medio. Sí, una faena, pero no pasa más. Bueno, sí pasa, porque además creí –dado lo expedito del notición- que no tenía ni la oportunidad del abrazo de despedida. Pero ya volverá, ya nos veremos, nos comunicaremos por teléfono o por internet (una mera ilusión conociendo al individuo en cuestión). Y como un tontorrón me emocionaba sentir pena pero no orfandad, gracias a lo que viene siendo una genial gestión del acompañamiento. Al mismo tiempo que tenía presente el agradecimiento profundo y sincero de una entrega incondicional pensaba en el primero afianzándome en la idea de que nos seguiríamos viendo, cuando menos en una profesión… (la rapidez con la que funciona la mente en momentos de tensión es impresionante).
Hasta que me hacen saber que es 28 de diciembre. Creo que las carcajadas de mi mujer y mi madre aún hacen eco. Ver la cara de mi madre con ese espontáneo ataque de risa al contemplar mi expresión de panoli rabioso me hizo feliz. Era el primer año en que ella misma no gastaba ninguna, y nos trajo una larga conversación de recuerdos. Una inocentada que ha contribuido al calorcito de hogar estas fechas.

lunes, 24 de octubre de 2011

La Liturgia de las Horas


Por fin esta mañana he conseguido sintonizar Radio María en el coche. Me ha costado pero por fin lo conseguí. Desde que madrugo un poquito más para sacar un rato de estudio por la mañana en la oficina, antes de que empiece la jornada laboral, he tenido que abandonar Laudes y ¡cómo lo echo de menos!

Hace ya tiempo que le pedí tímidamente a un sacerdote Redentorista que me viene acompañando que me indicara cómo seguir el rezo de las horas y desde entonces tengo que confesar que me he enganchado. Obviamente, no las intermedias, uno hace lo que puede dentro de la estructura de su vida, y las intermedias no tienen cabida. El caso es que los madrugones me llevaron a abandonar Laudes entre semana; creo que para hacerlo aprisa es mejor no hacerlo. Requiere su tiempo y un cierto climax. Parecerá un contrasentido, pero el atascazo es perfecto. Mejor dicho, lo que es perfecto es poder seguirlo con Radio María por que el convencimiento de que rezas con gran parte de la Iglesia se hace realidad. Sin duda, comienzas el día de otra manera. Y a mí me venía haciendo falta, después de una semana poco acertada, justo la semana –menuda coincidencia- en que no seguí Laudes. En fin, ya ha comenzado otra. Y de las torpezas propias no podemos más que aprender, cuando del error hacemos enseñanza para tratar de no volver a caer en él. Una simple torpeza que, sin intención alguna, puede herir a los demás. No me habría dado cuenta, si mi torpeza no hubiera tocado a alguien querido y cercano y que me muestra que, por querido y cercano, en ocasiones al menos habla con claridad meridiana y confianza lo que quiere decir que uno algo también le importa. Muchas veces no medimos nuestras palabras, no le damos importancia, y ni nos enteramos. El caso es que caer, aparte de las magulladuras, nos da la oportunidad de mejorar. De mejorar y de poder pedir perdón que cuando se ofende o simplemente decepciona, es un ejercicio sanísimo; perdón a la persona afectada. Me quedo con eso. Y ahí vamos, scalando poquito a poco; unas veces parece que te vas a caer al abismo, otras que te quedarás permanentemente colgado, y de repente viene una mano firme que te ayuda a asir con fuerza el piolet.

Laudes o cualquier otra oración, cualquiera que nos ponga de verdad, de corazón en disposición de ofrecer nuestra jornada al Señor es la mejor manera de empezar el día. Ese sacerdote que me acompaña dio hace unos meses una charla sobre la oración que por profunda, clara, explícita, sincera y breve creo que debería ser conocida por todos. He tenido la oportunidad de releerla recientemente y confieso que no deja de asombrarme. Es un lujo poder contar con alguien cercano, tan normal y de semejante calado espiritual; y hacerlo en familia y con mi familia no tiene precio.

El caso es que animo a todo el que quiera acercarse a descubrir la Liturgia de las Horas a que lo haga sin dudarlo. No es algo sólo para conventos o sacerdotes; pertenece a todo el pueblo de Dios, “a todo el cuerpo de la Iglesia”, a todos los fieles, y por lo tanto también a los laicos. No seáis tímidos, animaos e intentadlo.

Yo hoy me quedo con una parte del salmo 41:

“¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
Salud de mi rostro Dios mío.”




martes, 11 de octubre de 2011

Estudiar a los 45


Estudiar a los 45, trabajando y siendo esposo y padre de familia requiere un esfuerzo extra.

Aunque me he pasado una gran parte de mi vida estudiando y participando en todo tipo de cursos y seminarios: Derecho, Comercio Exterior, Gestión Comercial, Relaciones Internacionales, las oposiciones…… y aunque sea un lector empedernido (fundamentalmente poesía, biografías, ensayos de Historia y desde hace ya algún tiempo -gracias a la influencia de un libra impredecible- temas de mayor enjundia y transcendencia) se notan tanto el paso de los años como el cambio de los tiempos. Supone un motivo más para ubicarte en tu propia realidad, y por muy joven que te sientas, o por muy joven que sea tu mentalidad los años pasan, y hay que realizar un trabajo extra para desoxidar las neuronas adormecidas y deshabituadas al estudio. Además está el factor tiempo; en mi caso, aunque mis motivos para esta nueva carrera son algo más que un hobby, es casi una necesidad vital, no deja de ser simplemente voluntario, y en juego no hay más que la satisfacción y el crecimiento. Pero es bastante complicado arañarle horas al día, cuando a priori parecía que ya las tenía todas ocupadas.

Un amigo –joven y estudiante de Teleco- me aconsejaba la semana pasada que tratara de hacerme horarios semanales. Pues, aunque necesariamente tienen que estar abiertos a cambios improvisados, he de decir que funciona. Conlleva madrugones de más para estudiar en la oficina antes de empezar la jornada, y sacar otro par de horas comiendo un bocadillo en mi mesa; y con el tiempo robará una pequeña parte de mi fin de semana. Pero afirmo con rotundidad que compensa. No sé si será la ilusión del principiante, pero puede que sea la primera vez que realmente disfruto con lo que estudio y aprendo.

Hace ya tantísimo tiempo que incluso el sistema es diferente. Ahora, y por pura necesidad, el sistema que empleo es de tutorías on-line y grupos pequeños de trabajo. Acostumbrado a tragarme y memorizar libros gordísimos y cargados de datos, me encuentro con algo nuevo, mucho más ágil, práctico y provechoso. Por supuesto que la memoria es indispensable y fundamental, pero se deja paso a la reflexión, el diálogo y los trabajos. Mucho, muchísimo más interesante y enriquecedor. Se resume en “utilizar la cabeza” para algo más que un cajón donde almacenar datos. Infinitamente más dinámico, pero por novedoso requiere también de una cierta adaptación (seguro que a más de uno que lea esto se le ocurrirá algún chascarrillo con lo de que “utilizar la cabeza” sea nuevo para mí; en fin, lo asumo).

Estoy entusiasmado, la verdad. Pero yo ahora sólo quería hacer algunas reflexiones rápidas:

·      Que el consejo de alguien que por edad podría ser mi hijo me está resultando utilísimo, lo que muestra por un lado que siempre hemos de estar abiertos a aprender con humildad, y que la sensatez y la madurez no necesariamente van parejas al número de días o años “consumidos”. Evidenciando que ahí fuera, en el mundo real, hay una juventud extraordinaria.

·      Que nunca es tarde para estudiar, o para emprender algo que realmente queremos. Por que la voluntad y la firmeza acaban primando.

·      Que la cabeza, el espíritu y el ánimo pueden con mucho a cualquier fecha en un DNI.

·      Que es importantísimo, fundamental, sea cual sea la edad, el acompañamiento si es plenamente sincero, claro y sin ambages, el consejo y el apoyo. Una intensa propuesta abierta al entusiasmo.

·      Que lo que hacemos por Él, nos ha de llevar a buen puerto, y aunque cueste, siempre podemos mirar a San Alfonso que algo tiene que enseñarnos sobre la perseverancia (y esto aplicado a todos los ámbitos).


Resumiendo, que estoy encantado.

¡¿Quién me lo iba a decir?! Y mi mujer, aunque un tanto perpleja, está partida de la risa. Y ahora que mi hija mayor, empieza a tener deberes, también me va a servir como ejemplo para tratar de enseñarle el hábito del estudio, el esfuerzo y la responsabilidad.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Gran fin de semana en Familia

Tras un delicioso fin de semana en familia, por fin llega la rutina; con sus pros y sus contras, pero bendita rutina.

El fin de semana ha sido un discreto remanso de agradables conversaciones y largos silencios. Los silencios se pueden también convertir en profunda comunicación cuando lo que reina es la confianza y la paz. Un sensación de armonía casi extraña porque para mí ha sido plena: lo mejor de mi vida se ha juntado durante tres días. Un regalo de Dios, y un regalo que me ha hecho María sabiendo lo importante que era para mí; mi mujer, mis hijas, mis padres y mi queridísimo Alquimista. Independientemente del aldabonazo en la boca del estómago de alguna noticia inesperada, ha sido simplemente perfecto. Cuando has abierto de par en par las puertas de tu corazón a alguien, abrir las de tu casa no es sólo un símbolo, es ofrecer la realidad del abrazo de los tuyos, tu intimidad y la realidad y confianza totales, porque eso solamente se hace para acoger como tal a otro miembro más de tu familia. Aceptarlo es también algo más que sólo un gesto, porque supone dejarse abrazar con la calidez y la crudeza del alma de una familia para formar en algún sentido parte de ella.

Pero es que además ha supuesto algo así como la cuadratura del círculo de la armonía, porque me he dado cuenta de que lo que a mí me estaba haciendo inmensamente feliz también se lo hacía a María, y en esa armonía he podido ver que el Alquimista es casi tan importante para ella como para mí.

Un fin de semana magnífico, sincero, abierto y sin dobleces que ha supuesto beber los últimos momentos de playa a sorbos de felicidad y compartir los últimos ratos de estío para embocar la rutina del curso que comienza hoy. 

Cierro los ojos, pienso en estos días, y lo que veo es una preciosa y espontánea Oración; una tranquila, gozosa, esperanzadora y enormemente feliz Scalada.