Scala News

domingo, 12 de febrero de 2012

Tomado de la mano...


Después de una entrañable y divertida tarde en el campo, he estado viendo las fotos que sacamos. Son unas simples fotos espontáneas, tanto como la manera en que surgió el plan. En ellas se ve a un puñado de personas felices, sanas, disfrutando. El suelo cubierto de nieve y un frío pelón que algunos pronto dejamos de sentir, sin darnos cuenta.

En las fotos aparecen dos niñas emocionadas, con una permanente sonrisa enrojecida por la temperatura, y la mirada inundada de ilusión y entusiasmo; expresión entre de pillas e inocentes, con una vida por delante, y la Vida ante sus ojos sin notarlo. Cuando uno es quien maneja la cámara hay veces que no es consciente de lo que tiene delante hasta que ve la imagen, y cuando esa persona es el padre de las niñas, se encuentra con un libro comenzado a escribir, y reconoce en cada gesto, en cada mueca qué es lo que realmente reflejan. Pero entre todas esas personas, me doy cuenta de que también hay otra niña pequeña, cuyo rostro dibuja los mismos sentimientos que las anteriores, aunque esa niña pequeña sea su propia madre.

Yo apenas aparezco, lo que obviamente delata quién hacía las fotos, pero además la tranquilidad y confianza en aquellos con quienes estábamos, una seguridad que me llevaba sobre la nieve totalmente despreocupado de mis hijas.

Una de las fotos me encanta, me emociona y me ha empujado a escribir estas frases sobre la cotidianeidad de una Familia. En ella se ve a un señor de espaldas sobre un manojo de finos troncos nevados que hacen de pasarela para cruzar un riachuelo, entregando una caperucita roja a un hombre alto con la cabeza baja, cubierta por una capucha que casi le oculta el rostro – pareciera un Fraile recorriendo el claustro del convento camino de la Capilla para Laudes; el padre sujeta a su hija y se la entrega al sacerdote que la toma de las manos. De la confianza en un padre a la confianza en otro Padre. Ninguno de los dos es su amigo, pero la confianza en ellos es ciega. Todo un símbolo de transmisión de la fe. En la foto los tres están aún unidos, plasmando la realidad incontestable de la solidez de una misma Familia. EL padre confiado y confiando a su hija, seguido por una madre segura y orgullosa. Este gran Redentorista toma a mi hija de la mano, y yo no puedo evitar acordarme de una canción que cantamos los domingos en PS durante la Misa de las Familias:

“Tomado de la mano con Jesús yo voy,

Le sigo como oveja que encontró al pastor.”

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