Scala News

miércoles, 27 de junio de 2012

Cuatro que son cinco


Esto de no poder dormir tiene sus cosas. Hoy mismo he enviado un correo electrónico a un miembro de mi familia (bueno, tengo un amigo Escolapio que explicó, sin referirse a nosotros, mucho mejor que yo qué me une a mi a esa persona, qué le une a mi familia,  su familia) y ahora que lo he releído varias veces me doy cuenta de que probablemente fuera del todo innecesario. Y gracias al insomnio paro y releo; releo y recuerdo.

Llego a la misma conclusión: innecesario. Esa persona ya sabía todo lo que le decía sin necesidad de hacerlo. Incluso muchas veces el silencio expresa más que las palabras; de hecho ayer por la tarde me limité a sonreír medio en la distancia, cuando lo que me apetecía era haberle dado un abrazo por la buena noticia del 25, algo por lo que algunos lectores de este blog pidieron (vuestras oraciones fueron escuchadas). Sólo sonreí, pero él sabe que en esa sonrisa iba mi abrazo junto con el de María y las niñas.

No lamento haber mandado ese correo electrónico; creo que no sería yo si no lo hubiera hecho. Me ratifico en cada palabra, por muy cortas que se queden. Y cada vez que lo leo me satisface más ver la evolución de décadas de crecimiento en sólo dos años, un mes y ocho días; en mí y en mi familia. Eso se ha producido por el Amor caído de lo Alto y pensado desde el principio de los tiempos; soy así de bruto, pero no es otra cosa. Evolución y crecimiento imparables; con calma, amansadas las aguas, pero imparable. Ya sé que Madrid no es Silca, pero la lanza volvió certera a traspasar el corazón del dragón, y muerto está.

Si hay algo que siento es lo que no le digo, y eso es, sin embargo, lo que más me importa. Veo demasiado yo, demasiado nosotros cuatro, cuando posiblemente justo él puede ser el más desvelado ahora. Y lo que realmente nos preocupa, lo que me preocupa de verdad, es que, en donde sea, esté bien, tranquilo, feliz y querido; siempre. Podría decir, además, satisfecho, pero para eso sólo Dios sabe hasta que punto tiene motivos; lo sabe el Señor y lo sabemos muchísimos que lo gritamos sin voz, como salmos de silencio que se elevan con el incienso de los frutos del Amor y de la entrega.

Nosotros cuatro somos nosotros cuatro. Y porque somos nosotros cuatro, dentro de unas horas, acompañando al Icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, nosotros cuatro pediremos que siempre seamos nosotros cinco; o más, muchísimos más.

Esto de no poder dormir tiene sus cosas. Y gracias al insomnio paro y releo; releo y recuerdo. Quizás en la ancianidad ya no existan los recuerdos, ni sea capaz de reconocer los ojos de María, ni las voces de mis hijas. No importa. Nada importa. Importa todo.

Sólo aspiro a que un día se nos abran las puertas del cielo y nos reciba la “Perpe” mientras suenan los salmos silentes que elevamos y el incienso de nuestros frutos de Amor y entrega a los demás perfumen la mesa del Padre. Y encontraremos legiones llegadas por ti.

Mientras tanto seamos nosotros cuatro –los cinco- quienes la acompañemos con cientos por Chamberí.

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