Scala News

Mostrando entradas con la etiqueta padres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta padres. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de mayo de 2012

Primeras Comuniones


Estamos en un mes de celebraciones durante el que una importante cantidad de niños se disponen a celebrar su Primera Comunión. Encuentro que es un momento de especial importancia y no sólo para ellos mismos, para sus familias, para sus catequistas y para la comunidad cristiana en general.

Pero claramente no es solo un momento, es un paso en la Vida, en el crecimiento en la fe, que ha de darse como lo que es, como un paso, con un pie en el suelo y el otro levantado para continuar caminando. Acompañados de familias, sacerdotes, catequistas y la propia comunidad.

Los tiempos actuales no son los mismos que cuando me tocó a mi, dados el clima generalizado de hostilidad en la sociedad y el desapego por lo religioso. Por eso son fundamentales todos los acicates que podamos ofrecer a los niños para que puedan continuar y profundizar su vida como cristianos y, si bien el núcleo familiar es fundamental, también lo es el trabajo generoso de catequistas, religiosos, sacerdotes y la vida dentro de una comunidad de fe, sea parroquial o no. La posibilidad de que los chavales cuenten con grupos en los que desarrollarse de una manera sana y alegre en sus distintas etapas de madurez les facilita el asentamiento de la seguridad personal, sensación de libertad y fortalecimiento del carácter, además de apertura de mente para descubrir su propia ubicación en el mundo.

La generosa entrega de los catequistas es, sin duda, ejemplo de su ubicación en el mundo como respuesta a una vocación concreta para darse a los demás; su tiempo al servicio del hermano.

Hoy, que celebramos la festividad de San Juan de Ávila, patrono de los sacerdotes españoles, felicito y agradezco a todos los que conozco, y a aquellos que se preparan y forman para serlo. Sin ellos, ni esas Primeras Comuniones –ni ninguna otra- serían posibles; no tendríamos quien consagrara el Pan y el Vino.

Pido por ellos, como por los niños que comulgarán; pero sobre todo por los que no lo harán porque sus padres han decidido que crezcan al margen de Dios, por todos los niños que nunca han oído hablar de Cristo, por todos aquellos a los que nadie les ha hablado de la Buena Noticia. Y en la labor de su propagación hemos de estar implicados y empeñados todos los que formamos parte del pueblo de Dios, porque no somos espectadores de una película, somos todos protagonistas y cada uno de nosotros tenemos nuestro papel y por ello debemos de estar dispuestos a cumplirlo de la mejor forma, con la actitud más alegre, con la entrega más fiel y la mayor apertura.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Parroquia de La Inmaculada, Alto de Miranda; sí, Redentoristas

Mini puente en Familia. Nada más entrar en casa de mis padres y ver cómo mis hijas iluminaban la cara de mi madre, le di a mi padre una cierta cruz bendecida por un sacerdote amigo; verle agarrado a ella llevándola a la vista, además de hacerme sonreír porque parece un obispo con la Cruz Pectoral, me llena de orgullo. Llegamos de Madrid a Santander el día de la Purísima, con lo que teníamos claro que siendo la Patrona de los Redentoristas nuestra misa no podía ser en otra iglesia que en La Inmaculada, en el Alto de Miranda.
El viernes disfruté de una mucho más que agradable y abierta tarde con un inmenso misionero de esa Congregación. Ha empezado a acompañar a mi padre casi de la mano del sacerdote que me acompaña a mí; eso me llena también de orgullo. Quizás no esté bien que así sea pero es lo que hay. Hay cosas que son como son. Ya le conocía porque habíamos coincidido en alguna ocasión en Madrid, pero la del viernes fue una conversación profunda, sincera y muy divertida. Un corazón, el mío, al aire entorno a unos cuantos cafés. Espontánea y sin dobleces. Y otro corazón, el suyo, curtido en el Amor y la entrega en la Misión. Bondad, inteligencia y humor a raudales.
Sentarte a hablar con un Redentorista, incluso aunque apenas le conozcas, es como continuar con una conversación ya iniciada, como si tu interlocutor formara parte de tu vida desde siempre. Sin medir las palabras, sin miedo a hablar de más ni a meter la pata (y últimamente me estoy especializando en esto por muy buena intención que tenga). Te parece sentir el fuego de una chimenea y escuchar el crepitar de la leña porque se genera una sensación de hogar casi de película. Y despedirte te deja un cierto sabor a algo inacabado, a haberte dejado algo, casi como reflejo del deseo de que no termine nunca, o como simple excusa para poder continuar en otra oportunidad.
Más allá del cariño a las personas, y bien sabe Dios que lo tengo por alguno en concreto, se produce una suerte de identificación profunda y sincera que te implica y autocompromete. Una conexión no simplemente voluntaria, una conexión que no se inicia en uno mismo si no que es acogida como venida de fuera con un gozo sorprendente. Y se expande a tu entorno con una felicidad que a veces no entienden. Alegría sin ruidos. Ni unos entienden la autoimplicación ni otros la felicidad.
El caso es que de la mano de éste Padre he tenido la fortuna de recorrer cada rincón de la casa, me han abierto cada hueco, mostrado cada esquina. Ni siquiera flotaba: estaba andando por allí como si ya lo hubiera hecho antes. Saber que comenzaré el 2012 comiendo con mi mujer junto a la Comunidad es una nueva causa de felicidad.
Una tarde inolvidable junto a un párroco del que no quisieras despedirte.
Y la misa de niños del domingo –obviamente en el mismo lugar- ha terminado de poner la guinda de un puente exclusivamente familiar. Qué idea más buena la de dar a los niños, plastificado, el CREDO, para que puedan ir memorizándolo e interiorizándolo de forma natural, que para algo es nuestra profesión de FE.
Y todo gracias a Dios, y a alguien a quien ni nombro pero que es, por encima de todo, un pedazo de Pan.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Luis, un chico extraordinario



El día de ayer se planteaba como un domingo más en familia. Misa de 11 como siempre en el santuario del Perpetuo Socorro y después la exposición sobre la Madre Teresa de Calcuta. Realmente me conmovió la exposición, unos simples carteles con hitos sobre su vida, pero qué vida. Me impresionó y me conmovió profundamente. La fe absoluta y el abandono total dan siempre los mismos frutos: la santidad, acercar a Cristo a los más necesitados, a los más desfavorecidos; convertirse en el rostro de Cristo en el mundo. Distintas épocas y diferentes puntos geográficos, pero no pude evitar ver paralelismos entre la Beata Teresa de Calcuta y San Alfonso Mª de Ligorio bien fáciles de identificar: el auxilio a los más necesitados, por ejemplo. Incluso al ver la imagen del Cristo con las dos frases "I thirst" "I quench" me vino rápidamente a la cabeza uno de los símbolos Redentoristas, la caña con la esponja con la que le dieron de beber a Nuestro Señor vino con hiel en la Cruz. El sari remendado usado por ella y sus sandalias........ ir explicando todo eso de la mejor manera a mi hija mayor, de seis años. La cantidad de gente, y de matrimonios con hijos haciendo lo mismo que nosotros.

Llegué a casa con la idea de dedicar a esta exposición una entrada para el blog; la tenía casi estructurada, de manera natural. Pero cayó en el olvido. Varias llamadas al móvil de mi mujer nos trajeron una noticia tremenda: Luis, el hijo de unos amigos nuestros había fallecido en un accidente de tráfico. Luego supimos que otro chico también murió. En verdad el shock ha sido  mayúsculo. No es simplemente el hijo de unos amigos, es parte de la familia de María. El concepto de familia no siempre se limita a lo que se consigna en el registro civil; los hechos y la vida te enseñan que es una realidad superior y mucho más extensa. Y la vida de mi mujer la llevó a formar parte de esa familia. La abuela de Luis es la madrina de María, madrina en un concepto muchísimo más amplio que el sacramental, que ya es bastante, y que continúa ejerciendo día a día. Por eso mismo conocía y quería a Luis. Un chico excepcional, no en el sentido en que acostumbramos en España a elogiar a los que se van, excepcional en sentido literal. Guapo, estudioso, educado, cariñoso y arrollador de simpático. Hoy, al venir conduciendo a la oficina por la mañana, en lugar de Kiss FM, he venido acompañado por la música del jesuita Cristóbal Fones, que es una oración en sí misma, y a mí me ayuda a rezar. Empecé con una canción que realmente es una "Recomendación del Alma" condensada, y mientras la escuchaba pedía precisamente eso, que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Alfonso, y la Beata Teresa de Calcuta hubieran recibido su alma para presentársela al Altísimo, aunque íntimamente estoy convencido de que Luis no ha necesitado de presentación ninguna. Creo firmemente que se encontró directamente al Redentor con los brazos abiertos. 

Visto con la perspectiva suficiente, haber conocido a Luis, su simpatía, su sonrisa, es haber tenido bien cerca el rostro amable de Cristo. Y eso es un lujo.

A Santa María (Perpetuo Socorro nuestro), a San Alfonso y a la Beata Teresa de Calcuta pido por Luis y por su amigo también fallecido en el mismo accidente, para que el otro chico que iba en el coche se restablezca pronto y bien, y pido sobre todo por sus padres, por sus familias para que con fe afronten el futuro sin ellos; teniendo siempre la esperanza de que ya están sentados a la Mesa del Padre.

Descansen en paz.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Coaching y autoayuda




Acabo de leer un artículo dedicado a alguien que ha tenido un notable éxito en el coaching laboral, y por extensión en los ámbitos de autoayuda y motivación. Nada de lo que leo me resulta ajeno -bueno, sí obviamente la notoriedad del aragonés al que está dedicado dicho artículo en la edición web del diario Abc-, me refiero a que no me es ajena en absoluto la crudeza del paro; pero sí me son ajenas algunas de las afirmaciones.


Vivimos en una sociedad en muchos sentidos cruel, encastrada en la frialdad del éxito y encajonada en rangos de edad como compartimentos estancos. Valoramos el éxito en el triunfo profesional y medimos éste por una combinación entre el cargo que ponga en una tarjeta y la obtención exclusiva de unos beneficios económicos; y en ello tendemos a sustentar la autoestima. Los rangos de edad, las horquillas de "utilidad social", se expanden del ámbito laboral al social e incluso familiar; eres útil y apto cuando eres joven (más o menos hasta los 35 años), aunque la procreación es más habitual a partir de esa edad según las estadísticas, ergo va a haber unos niños en cierto modo socialmente desamparados. Enfrentarte a la búsqueda de empleo a partir de los 40 es algo más que peliagudo ("overqualified" se convierte en una respuesta habitual), y a medida que pasa el tiempo y las entrevistas se suceden sin éxito comienzan a aflorar las inseguridades. Tendemos a mostrarnos según creemos que la persona que tenemos frente a nosotros desea vernos, en lugar de dar una imagen real y honesta de nosotros mismos; sólo así estaremos realmente seguros.
Motivación, autoayuda, coaching... creo que cuando asentamos nuestra vida en algo efímero (sea el sexo, el dinero, la fama, el éxito profesional) los cimientos son puro barro que se tambalea tan pronto como sopla un viento algo fuerte. Para encontrar un atisbo voluntario de transcendencia en nuestro día a día casi hay que comenzar por coger el diccionario para buscar su significado. Si aquello que hacemos lo hacemos con el fin mismo de ese acto concreto desvirtualizamos el concepto mismo de nuestra existencia. Pero esto no significa menospreciar ni el sexo, ni el dinero, ni la fama ni el éxito profesional, si no más bien encuadrarlos en su justa medida en nuestra propia vida. Al modo más o menos en que Tolstoi lo expresa en Guerra y Paz, hay que amar la vida porque la vida es todo, la vida es Dios y amar la vida significa amar a Dios; y desde la fe pasamos por esta scalando peldaños hacia la otra. 
Tratamos de mantener las apariencias sociales porque vivimos en un mundo de apariencias, obviando una existencia real que es además única; única en sí misma porque es irrepetible y además con consecuencias en la vida de los otros. 
No me tengo por una persona especialmente naif, pero creo que hay un paralelismo entre la fuga de confesionarios y la proliferación de psicólogos, entre la aparición por doquier de manuales de autoayuda y el abandono del acompañamiento. Y esto me indica que ciertamente la gente está desorientada y necesitada de aquello que la sociedad le ha llevado a abandonar; es más una cantidad enorme de personas menores de 40 años ni saben que tienen una ayuda gratis en el interior de cada iglesia, ni se plantean que allí puedan encontrar algo que realmente les haga felices. Entre otras cosas porque nos han acostumbrado a buscar "soluciones inmediatas", y eso es otro error.
Yo estoy a punto de entrar en el "limbo" social de los que ya tienen 45 años (mi mujer es algo más joven); ni somos mayores, ni somos jóvenes, ni se nos encuadra en una clasificación obvia, aunque la mayor de mis hijas sólo tiene 6 años, y la, de momento, pequeña 4. Pero aunque socialmente sea casi inclasificable no me importa, porque tengo un tesoro que no se consigue con ningún manual de autoayuda y que sostiene firmemente los cimientos de mi Vida: la fe. Y eso implica que tengo una familia sólida y la seguridad del camino de Cristo, su vida, su muerte y su resurrección; y un hijo de San Alfonso que me acompaña. ¿alguien da más?