Scala News

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Exaltación de la Santa Cruz




Celebramos hoy la Exaltación de la Santa Cruz una hermosísima tradición de la Iglesia para venerar los maderos donde nuestro Redentor hizo infinito el Amor. En ella murió por el odio y la incomprensión de los hombres; en ella murió perdonando. No se exalta el dolor ni el sufrimiento, se exalta a Quien en ella se entregó por la Redención de todos. Es más, mucho más que sólo un símbolo; es la expresión más clara, patente y visible de Cristo, de los cristianos para reconocernos públicamente como tales. Por eso hoy en día es más que un símbolo, es una identidad gozosa de autorreconocimento como hijos de Dios, de un Dios vivo y de vivos. Como viva está la Iglesia que nos invita a esta celebración, y bien lo hemos podido comprobar en Madrid durante la JMJ.

Creo que hoy, en cualquier rincón del mundo donde haya un cristiano hay una Cruz la lleve o no la lleve, pero la coyuntura real nos impele a mostrarla como expresión de Fe y homenaje al Amor; es como salir de nuevo de las catacumbas, salir a la luz del día en nuestro mundo y nuestro entorno haciendo profesión pública de nuestra Fe. Se lo debemos y nos lo debemos. Estar dispuestos por Él, por el mismo Amor a colocarnos en esos maderos vacíos. Porque el Cristianismo sufre de manera objetiva la misma buena salud interna que persecución, siendo la identidad religiosa más perseguida por su Fe en todo el mundo; cristianos perseguidos en los cincos continentes como lo han sido a lo largo de la historia. Pero la de ahora es nuestra historia y de nosotros depende contribuir a que cambie su rumbo; es una obligación y no debemos hacer dejación de ella. No hay que irse lejos, porque de nuevo ocurre en nuestro propio país y de una manera que comienza a ser ignominiosa por, cuando menos, la escandalosa impunidad. A título de ejemplo, el pasado domingo 11 de septiembre, en Villaverde Alto (Madrid), los bomberos tuvieron que apagar un incendio en una iglesia; las pintadas se van haciendo habituales, los insultos, las manifestaciones. Y simplemente es una Cruz, simplemente es la expresión del Amor absoluto, del perdón, de la Redención por nosotros y por quienes nos persiguen; Copiosa Apud Eum Redemptio. Somos nosotros quienes marcamos la diferencia, porque sabemos que es Él quien la marca.

Hemos de defender con contundencia a Quien en ella murió. Con contundencia, firmeza, claridad y perdón; con caridad. Ya, ya sé que es difícil, pero más lo fue para Él y murió perdonando. Nuestra disposición debe ser total a la entrega. Se lo debemos; y a cada sacerdote, a cada religiosa, a cada cristiano que muere por la Fe en cualquier lugar del mundo. Por cada mártir visible y por cada mártir anónimo. Y se lo debemos a los pequeños, a quienes van creciendo en lo que algunos se empeñan que sea un mundo sin Cristo. No es una opción para nosotros; hemos de ser cruces en el mundo, en nuestro trabajo, con nuestros amigos, en la calle. Con alegría, con esperanza y con Amor.

Hoy recuerdo desde la maravillosa Oración al Cristo del Calvario de Gabriela Mistral a cualquiera que nos proponen la Iglesia y los santos como meditación. Pero creo que nuestra mejor oración es sencillamente la humilde disposición, abierta y sincera, a ocupar unos maderos vacíos. De esta forma la expresión más clara, patente y visible de Cristo, de los cristianos, seremos nosotros mismos. Nuestra scalada de hoy ha de ser directa a la Cruz.

Y con San Alfonso, miremos a Cristo en la Cruz y dejémonos mirar por Él.

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