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domingo, 2 de febrero de 2014

Vida Consagrada

Yo he visto la alegría, la paz y he mirado con serenidad al fondo de sus ojos. He escuchado la voz del Señor de su voz, me he cogido a Su mano de su mano. He visto el cansancio del Señor en su entrega. He sentido el Amor de Dios y visto Sus huellas. He visto la grandeza y la riqueza de unos zapatos rotos mostrando lo hermosos que son los pies del mensajero que anuncia la paz. He visto lo fiel que es Dios en lo humanos que son tantos. He visto la Roca del Señor en la debilidad. He visto la ilusión de los jóvenes y la juventud de muchos ancianos. He visto la misericordia de Cristo en la paciencia inagotable.

Lo he visto y lo veo a diario. Con naturalidad, con un cierto orgullo y en Familia. Me emociona ver cómo mis hijas están en Familia, cómo los cuatro vamos scalando en Familia. Hermanos, amigos, padres. Scalando a su lado, con y entre ellos. Nuestras manos, tiempo, ilusiones y cariño. Familia. ¡Gracias San Alfonso!

Pero además los he visto entre los niños educando, en la clausura, entre los jóvenes, con los enfermos, con los ancianos, entre los indigentes, con prostitutas, con recién nacidos, con moribundos… siempre con los más débiles. Con todos y para todos. Hombres y mujeres. Y he mirado con serenidad y admiración al fondo de sus ojos y he visto la alegría y la paz. Mirarles a los ojos es mirar a los ojos a Cristo. Y cuando eso ocurre uno no se siente, como podría ser normal, pequeñito; al contrario. Uno se llega a sentir grande, importante y fuerte. Porque la fe se propaga y acrecienta por contagio y la suya, sólida, firme y generosa es un acicate para todos.


¿Qué decirles hoy a los Consagrados? ¡Qué les voy a decir…! GRACIAS

jueves, 2 de febrero de 2012

Religios@s: GRACIAS

Hoy se celebra la Jornada de la Vida Consagrada. No es más que un día en el que nos acordamos de quienes desde el instante mismo de su Consagración dedican cada día de su propia vida a los demás.
No es mucho, la verdad, por quien da tanto que recemos por ellos, por su entrega y su fidelidad al Evangelio; por el seguimiento a Cristo según sus diferentes carismas; por quien se desgasta olvidándose de sí mismo. No es más que un día. En casa pedimos por ellos, y pedimos por las vocaciones.
Quizás sea sólo un día para recordarles, mientras muchos emplean el resto del año en exigirles, porque escucho y leo a personas a quienes TODO les parece poco.
No quiero hacer un repaso de nada más que de mi propia experiencia personal. Y lo hago solamente para dar las GRACIAS. GRACIAS a los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías en uno de cuyos colegios estudié desde 1º de EGB hasta 3º de BUP; GRACIAS a los Salesianos, en cuyo colegio cursé COU; GRACIAS a las Siervas de María, que en casa de mis padres cuidaron durante años a mi abuela; GRACIAS a las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús a quienes he tratado a lo largo de mi juventud en Santander; GRACIAS a las Hermanas de la Caridad quienes, siendo un chaval joven, sí me consideraron digno para trabajar con ellas como voluntario en uno de sus asilos; GRACIAS a los Carmelitas, Jesuitas y Franciscanos porque en bastantes de sus parroquias me han acercado la Eucaristía y el Perdón de la mano de muchos de sus miembros; GRACIAS a los Benedictinos y las Carmelitas porque alguno de ellos reza a diario directamente por mí y mi familia; GRACIAS a las Catequistas Dolores Sopeña por darme a conocer un gran carisma en la Iglesia; GRACIAS al Regnum Christi y a los Legionarios de Cristo porque en uno de sus colegios trabaja mi mujer y estudian mis hijas; GRACIAS a los Agustinos porque con su ayuda algún amigo consiguió salir adelante; GRACIAS a Teresa de Cepeda y Juan de Yepes por hacerme disfrutar y crecer con su obra.
GRACIAS a quienes, con Cristo por bandera, lucharon contra la esclavitud y las injusticias, y a los que hoy en día continúan haciéndolo; GRACIAS a los que se ocupan de parados, prostitutas, comedores sociales, asilos, enfermos de SIDA, leprosos, hospitales, centros educativos, inmigrantes, encarcelados, cementerios, clases bajas, clases medias, clases altas y reyes.
GRACIAS a la Congregación del Santísimo Redentor porque uno de sus congregados me dio por primera vez el Cuerpo de Cristo; porque uno de sus congregados despejó mi alma y me abrió el corazón y la mente a la obra de su Fundador; porque en una de sus Parroquias, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, junto a mi mujer y mis hijas puedo vivir mi fe.
Gracias a San Alfonso María de Ligorio, San José de Calasanz, San Juan Bosco, Santa María Soledad, Santa Rafaela Mª del Sagrado Corazón, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Benito, San Vicente de Paúl, Santa Luisa de Marillac, San Francisco de Asís, Inocencio IV, Beata Dolores Sopeña, Fundadores de las Familias religiosas que nombro; GRACIAS a todos los Fundadores y refundadores de cualquier Orden, Congregación o Instituto por traer VIDA al mundo.
GRACIAS a todos aquellos laicos que, sintiéndose llamados, son considerados dignos para cooperar con ellos.
Gracias Señor por seguir llamando obreros a tu mies, y GRACIAS a todos los jóvenes que sintiéndose llamados te responden: SÍ.
GRACIAS a Damián Mª, a Víctor, a Carlos, a Pablo, a Antonio.

domingo, 29 de enero de 2012

Niños y Vida Consagrada

Me resulta curioso comprobar cómo lo más sencillo nos conduce de una manera silenciosa a lo más profundo de nosotros mismos.
Este fin de semana he estado ayudando a mi hija mayor a hacer un pequeño trabajo para su colegio. Estudia en un centro dirigido por Consagradas del Regnum Christi y Sacerdotes Legionarios de Cristo. Esta semana que entra la dedicarán a las vocaciones con una campaña entre los niños de Primaria bajo el lema “En mi familia conocemos y queremos a los sacerdotes”. Todo ello centrado en el día 2 de febrero en que la Iglesia celebra el día de la Vida Consagrada.
Lo cierto es que para ella misma, dentro de la inocencia de una niña de seis años, ha resultado fácil. Y lo ha sido porque en nuestra casa tenemos la suerte de que el trato con religiosos es algo que fluye de manera tan natural como el respirar. La idea del colegio me ha parecido buenísima, porque no todo el mundo tiene la misma suerte, y acercará a muchos padres a una generosa realidad de la Iglesia a través de sus propios hijos. De hecho resulta casi sorprendente ver cómo para unas niñas pequeñas, lo que se plantea como un ejercicio extraordinario, es simplemente natural, porque ellas mismas se sienten parte de la Familia Redentorista, y como a tales los quieren. Pero la naturalidad de la vida diaria lleva con la misma naturalidad al compromiso y a un modo de vivir y, por lo tanto, transmitir que ya no puede ser casual. Tanto en el actuar de una niña de cuatro años como en el de un señor de 45. Haber conseguido esto no es simplemente por empeño de unos padres, lo es como génesis por la propia vida de unos misioneros descomunales, su ejemplo, la forma en la que llevan la Buena Nueva desde el instante mismo en que comienzan a sonreírte antes de hablar.
El Espíritu no es casual cuando sopla, y el día en que a mí me llevó a ellos lo hizo con mi carga histórica y biológica. Que yo cayera de bruces ante ellos y su carisma no necesariamente significaba que lo hiciera el resto de mi familia. Pero un día llega tu hija del cole con esos deberes y es como si terminaras de ponerle la última pieza al puzzle, mostrando una imagen tan hermosa como jamás habrías podido llegar a soñar. El Espíritu me llevó a un innombrable y hoy su nombre no se cae de la boca de mis hijas. Y, además, mi mujer es catequista en PS y uno se siente diluido en su propia normalidad.
A medida que nos parábamos a pensar cuál es nuestra relación con ellos iba quedando claro que – salvando las obvias distancias- nos resultaba muy difícil separar con palabras lo que el corazón une de manera permanente, con lo que llegamos a la conclusión de que más que un “ellos” lo que realmente sentimos es un “nosotros”.
A mi me ha servido para reflexionar, y solamente encuentro como conclusión una serena felicidad; el agradecimiento ha dejado paso a algo muy diferente. Muy, muy distinto. Quizás porque sale de tan adentro que lo asumo como una identificación y deseo de implicación.
Y a través del trabajo de mi hija he recordado a los miembros de mi familia y de la de mi mujer que un día decidieron consagrarse al Señor como Carmelitas, Escolapios, Jesuitas, Hermanas de la Caridad o Esclavas.
Por un momento he pretendido imaginar un mudo sin religiosos y me ha aterrorizado lo que he visto. La imagen es espeluznante tanto desde el punto de vista espiritual como humano. Tres cuartas partes de la humanidad sin evangelizar, sin conocer a Cristo. Leprosos abandonados, enfermos de sida muriendo en soledad, niños sin educar, jóvenes sin instruir, bebés a su suerte, ancianos de los que nadie se acuerda, prostitutas sin atención, oprimidos sin que nadie reclame justicia por ellos, personas esclavizadas, moribundos enfrentándose a la muerte o solos o aterrorizados por un Juicio. Una Redención sin anunciar.
Eliminemos a los religiosos de la faz de la faz de la tierra y habremos eliminado a parte de mi familia.
Eliminemos a los religiosos de la faz de la tierra y nos encontraremos algo parecido al infierno en la tierra.
Unos sencillos deberes escolares para recordar a unos padres quién y cómo propaga la Palabra.

lunes, 23 de enero de 2012

Vida Consagrada, un Reality y un artículo

Acabo de leer un artículo en el que se afirma que la participación de un religioso y sacerdote en un “reality show” es un producto natural (exagerado y desquiciante, si se quiere; pero natural) de la descomposición de la vida consagrada. Lo siento pero desde mi experiencia personal como un simple católico no puedo estar en absoluto de acuerdo. No soy ningún especialista, no soy ningún erudito; simplemente un cristiano que conoce, quiere y se identifica en concreto con una específica Congregación religiosa y que conoce bastante bien a otras muchas.
Todos los religiosos que conozco son gente no sólo de una fe robusta, sino testigos fieles y ejemplares del Evangelio, fieles a la Palabra, fieles a la Iglesia y fieles al hombre. Compaginan el seguimiento extremo a la llamada concreta a cada uno a seguir a Jesús según diferentes carismas, con fidelidad a la tradición recibida en sus propias Congregaciones, Órdenes o Institutos con el acompañamiento a ancianos, jóvenes, niños, matrimonios, separados… atendiendo a cada situación social de una manera genérica y concreta en cada persona. Sembradores, pescadores, acompañantes en el discernimiento, entre los más pobres, entre los desheredados del mundo tanto del nuestro como en cualquier punto del planeta; los predilectos de Jesús sí, pero sin rechazar a un solo Epulón. Sin preocuparse de sí mismos, sin pensar en sí mismos tan sólo desviviéndose porque todos conozcan la Buena Noticia del Evangelio. Entregando literalmente su propia vida.
Hospitales, colegios, Universidades, Residencias de Ancianos, Parroquias, la calle, el hombre. Los hay con hábito y sin él, porque no sólo el hábito no hace al monje, sino que una determinada vida dignifica unos vaqueros como el más precioso de los hábitos, igual que una vida desordenada ensucia hábitos o alzacuellos en apariencia pulcros.
Estoy felizmente casado y soy padre de dos hijas, pero me he sentido tocado y dolido por una afirmación genérica que considero manifiestamente injusta; meter en el saco de tamaña afirmación a quienes considero mis hermanos es algo que me duele por radicalmente falso y no puedo ni quiero quedarme callado.
Todos conocemos casos concretos de todo tipo y en cualquier orden de la vida, y ninguno da derecho a una generalización impune. Las situaciones irregulares pueden ser sonoras, pero creo que ya está bien de mezclar churras con merinas. Que se identifiquen y señalen las que se quieran, pero que no se haga caso común de lo que no dejan de ser situaciones particulares y/o concretas. Los problemas que existan que los resuelva el Ordinario, su Superior, la Congregación para los Institutos de Vida Religiosa y Sociedades de Vida Apostólica o quien tenga que hacerlo.
Yo de la Vida Consagrada no conozco descomposición, conozco Vida, entrega, sacrificio y generosidad, identificación plena con Cristo, no descomposición. Universalizar de esa forma equivale a señalar a quienes quiero como mis hermanos, y ya que esto lo trae un concreto programa de televisión, dándole la vuelta a la famosa frase de una conocida televisiva: yo por mi familia me dejo matar.