Scala News

martes, 28 de mayo de 2013

Scalando hacia el Cambio

Ayer hablaba de caídas, y muchas no son casuales. Son producto del empecinamiento, la obstinación en una idea preconcebida. Uno cree amar, pero si no lo hace de la forma adecuada, no es amor. Cuando miramos a quien queremos buscando lo que quisiéramos ver, lo que entendemos como perfección, caemos en un error brutal, porque ni acogemos la realidad ni comprendemos de verdad de qué va la historia. Lo bueno es que nunca es tarde para darse cuenta de esto.

He tenido quien me lo explique por activa y por pasiva, entre parábolas actuales, con el ejemplo y con palabras casi directas. Y nada. Me he tenido que dar un bofetón contra el suelo para darme cuenta. Así que: bendito bofetón.

Amar es cambiar la mirada para ver al otro no como quisiéramos, sino como Dios le quiere. Amar es aceptar lo que vemos, no juzgar y acoger. Amar es amar hasta los desacuerdos y los errores ajenos, porque cada error es una oportunidad que tiene el hombre para mejorar y una oportunidad que se nos da para ayudar a hacerlo. Amar es hacerlo a pesar de, que a favor del viento todo es fácil y sencillo. Amar es estar en las caídas ajenas y en las alegrías compartidas. Amar es acompañar, crecer, sonreir, llorar. Amar es hacerlo incluso sin entender, por mucho que uno quiera comprender. Amar no sólo es tender una mano, es estar, hablar e incluso callar. Amar es aceptar los cambios, aunque sean súbitos, aunque no los entendamos; amar es asumir el dolor del esfuerzo en asumirlos. Amar es pedir perdón y recibirlo es sentirse amado.

Amar también puede ser cambiar. Cambiar la mirada. Cambiarla para acoger, cambiarla porque muchas veces el escándalo no viene de lo que se ve, sino de los ojos que miran o los oídos que escuchan. Mirar la buena voluntad ajena con esos ojos supone acoger, adaptarse a cambios y modos. Cambiar supone asumir la posibilidad de que sea uno quien esté equivocado; cambiar supone amar tanto el camino propio como el que cada uno tome para llegar todos a la misma meta. Cambiar la mirada no hacia otros horizontes, sino hacia otras realidades, porque las más extrañas pueden ser las más cercanas. Cambiar es soltar lastre, pero no renunciar a uno mismo. Cambiar correctamente es tratar de ser quien eres, pero como Dios quiere que seas (aunque nos ame tal y como somos); conseguirlo será mirar con sus ojos, que nuestras manos sean las suyas, nuestros pies recorran sus caminos. Conseguirlo será contribuir a adelantar su Reino a la tierra. Y mientras, al menos, lo vamos intentando.

Amar es querer renovar el mundo, cambiar el mundo. Amar es tener la humildad suficiente para reconocer que el primer cambio, y tal vez el más necesario, sea cambiar uno mismo. Es el cambio que más a mano tenemos, pero puede ser el más difícil. Un cambio que no se desarrolla por que sí, tal cual. Un cambio para el que también se necesita comprensión, hombros y manos. Un cambio que sólo Él puede llevar a cabo, motivar e impulsar; porque Él es el cambio. La Alianza nueva y eterna renovada en cada Eucaristía. NUEVA. ETERNA.

La consciencia de ese cambio es que ya está en marcha, y eso es el primer pie en el primer peldaño para ir scalando hacia el cambio.

2 comentarios:

  1. Si uno se pierde, siempre hay que mirar humanamente al otro. Creo que lo expresaste estupendamente en una entrada de abril. !Qué difícil es no juzgar, no poner los prejuicios por delante!. Eso no tiene que significar estar de acuerdo con el otro, pero la mirada verdaderamente humana está llena de misericordia (y tenemos un gran Maestro de quien aprender). Eso sí, y toda la vida por delante para lograrlo.

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  2. Gracias por compartir su mensaje... bendito bofetón asi he aprendido me dió gracia pero por que asi he aprendido ... benditos por lo que uno aprende y los frutos o los cambios que uno experimentan son grandiosos ..me ayuda a crecer,lo voy a compartir para tener presente siempre. Saludos ..bendiciones para usted y familia

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