Scala News

viernes, 25 de noviembre de 2011

San José de Calasanz

Las campanas repican vibrantes hoy en el corazón de toda la Familia Escolapia porque celebran el día de ese “insigne pedagogo, mentor de juventudes, espejo de virtudes del alma estudiantil” que es San José de Calasanz.
Confieso que me emociono cada vez que escucho “Las campanas”, el himno del colegio, confieso que mi hija mayor se lo sabe aunque no estudia en un centro escolapio, confieso que siempre le estaré agradecido.
Yo estudié en los Escolapios de Santander, me formé con los Padres Escolapios; y como dice un sacerdote y religioso amigo mío, eso se nota. Imprime un cierto carácter.
Mi entrada en el colegio no fue ni mucho menos casual; mi padre estudió allí, mis dos abuelos fueron alumnos internos de Villacarriedo, y uno de ellos, mi abuelo Enrique Pérez-Llantada, médico durante treinta años del colegio, recibió orgulloso la Carta de Hermandad. Fue un Escolapio en estado puro.
En la capilla del colegio de la calle Canalejas sentí por primera vez en mi corazón,  siendo solamente un niño, ese calorcito inexplicable. Allí me asusté por vez primera de mí mismo. Los recuerdos son demasiados, pero con el paso de los años, lo que de verdad pesa es el propio Calasanz. El poso de tantos sacerdotes entregados, quizás demasiado a la antigua usanza, pero con su mejor intención, su mejor voluntad, su mejor buen hacer y empeño, ese poso real es el propio Calasanz. Y creo que no hay mejor elogio para una Orden religiosa, que identificar y reconocer la transmisión constante del carisma del Fundador.
Con el paso de los años he podido llegar a ser plenamente consciente de la influencia del Santo en mi vida; y hoy veo que, independientemente de la formación académica, me ha ido preparando para aceptar. Sí, me ha costado lo suyo, pero aceptar la voluntad de Dios es una de las mayores enseñanzas de Calasanz, que fue como un segundo Job. Parece ser que San Alfonso María de Ligorio, ante las dificultades en el camino de la fundación de la Congregación del Santísimo Redentor, leía la vida de San José de Calasanz, imagino que como ánimo ya que el santo de Peralta de la Sal vivió cuitas semejantes a las del napolitano. De manera que, en cierto modo, el propio santo de mi cole, que marcó tantos años de mi vida, me fue preparando para que con mi mujer y mis hijas arribara feliz a la orilla Redentorista, a cuya puerta hoy nos encontramos.
Conservo como un tesoro “Historia de un Amigo” del padre Jesús Diéguez Sch.P, que gané en un concurso literario un día en que, tal como hoy, celebrábamos al Fundador.
Son muchos los nombres de los sacerdotes que entregando su vida pasaron por la mía dejando huella. Pero de todos ellos quiero nombrar ahora a uno en especial, que no me dio clase, que es mucho más joven que yo, y que a través de las nuevas tecnologías el Señor ha querido poner en mi camino, el Padre José Fernando Juan Santos. Él me ha traído mis mejores recuerdos de la infancia estudiantil, él representa hoy la fuerza joven de una Orden que camina segura hacia los cinco siglos de historia. Extraordinario, inagotable, inspirado y talentoso escritor, enamorado de su ministerio, enamorado de su profesión como educador.
Y como los tiempos en la Iglesia, gracias a Dios, han hecho que cambien las cosas, y van contribuyendo a la implicación cada vez más importante de los laicos, hay otra persona a la que no puedo dejar de mencionar. Si mi abuelo recibió la Carta de Hermandad en 1970, antes de la configuración jurídica de los laicos, el Señor se ha servido una vez más de internet para que llegara a mi vida una excelentísima persona, un laico empapado del carisma Escolapio, Santiago Casanova Miralles, alguien que con la cercanía de la pantalla de un ordenador me ayuda a crecer cada día con su blog.
Doy gracias a mis padres porque decidieron que yo estudiara en los Escolapios de Santander, doy gracias a Calasanz por ayudarme a ser quien soy, doy gracias a Dios por los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, y porque de la mano de San José de Calasanz me llevó a las manos de San Alfonso María de Ligoro.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu recuerdo Enrique. Siento que mientras no nos encontremos en persona y presentemos a nuestras familias... algo tenemos pendiente. ¡Un abrazo muy fuerte!

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  2. Esperemos Santi que ese momento llegue pronto.

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