Scala News

viernes, 13 de marzo de 2020

COVID-19 ¿Aislado?


No cabe duda de que estoy viviendo un período de gracia. Pero por ahora soy un privilegiado por poder vivirlo así. No es lo mismo eso que abrazarse a la cruz, que es lo que ya comienzan a hacer todas las personas que empiezan a quedarse sin trabajo por causa de la pandemia del COVID-19. Ya empieza a hacer estragos económicos en muchas empresas y familias y también eso irá en aumento.

Muertos por este virus más los que se registren o puedan registrar como neumonías. E irán viniendo muchos más casos. Todo triste, muy triste. De lo inevitable nadie tiene culpa, pero en el caso de España sinceramente creo que desde el gobierno central ha habido una negligencia punible inmisericorde, por no hablar de ocultar datos para seguir alentando manifestaciones multitudinarias el 8 de marzo. ¿Que me gustaría verlos en un banquillo y juzgados? YA LO CREO QUE SÍ. ¿Que pido para ellos el perdón del Todo Misericordioso? TAMBIÉN. Pienso en ellos y me aumenta la disnea...

No voy a contar aquí mi periplo desde las 7 de la mañana de ayer llamando al 900102112, ni las llamadas infructuosas a mi centro de salud a donde me derivaron por vía telefónica desde el número oficial. Fue surrealista. Penoso y surrealista. Tampoco hablaré de mi paso por el Hospital de Puerta de Hierro de Madrid, ni mi recepción allí, ni el trato en la primera criba. Surrealista. Agradezco el trato recibido una vez pasado al nivel 2 Naranja, por médicos y sanitarios. Especialmente agradezco el empeño de la Doctora Lobón de mi Centro de Salud y hoy de la Doctora Concha Rodríguez también de mi Centro de Salud. No hacen las pruebas porque no hay reactivos suficientes como me han confirmado directamente esta mañama. Eso estaba claro, pero lo que no soporto, lo que me saca de quicio es que me den excusas inverosímiles, que me tomen por tonto. Que encima me lo traten de explicar médicamente como si me fuera a tragar algo… En fin. Es lo que hay, no me planteo más. Pero lo de que me tomen por tonto, no.

Yo estoy ¿aislado? en mi casa y perfectamente atendido por mi mujer. Con una profilaxis escrupulosa. Por favor, si esto lo lee alguien, en serio, manteneos en casa. No juguéis no ya con vuestra salud, no juguéis con la salud de los demás. Podéis estar contagiando sin saberlo. Aquí no hay medias tintas.

Dios nos acompaña. El señor nos acompaña. Pero soy un privilegiado; no me siento aislado. Hoy rezo, y lo hago con una intensidad a corazón abierto por aquellos enfermos que estén solos. Por los ancianos asustados. Quizás no lo sepan, pero no están solos. Os animo a uníos en oración por ellos. Y por los enfermos y por quienes nos cuidan. Y por los médicos y personal sanitario, y por los proveedores, empresas logísticas, de transporte y sus trabajadores.

Por otro lado, también confieso que me sorprende el rigor, los escrúpulos y la falta de comprensión de algunos clérigos y laicos. Lo veo en las redes sociales y me parece sorprendente en pleno año del Señor 2020. Sí, año del Señor; suyo es, suyos somos.

Pongo como ejemplo los desvelos y lo que nos va retransmitiendo el Padre Patxi Bronchalo, de Valdemoro, foco azotado por este virus. Encomiable hasta la extenuación. Un orgullo poder llamarle amigo, hermano, padre. Él y muchos otros anónimos. Santos anónimos. Dándose a los demás en situaciones extremas y críticas.

Yo no soy una persona de escrúpulo fácil, al contrario que mi padre San Alfonso. Por eso mismo, aunque estuviera sano, no acudiría a la misa dominical. Pero me parece duro dejar esa decisión sobre los fieles. Al menos sabemos que en la diócesis de Madrid nos han levantado ese precepto.

Nada hay comparable ni tan hermoso y comunitario para un católico como la Eucarístia; nada. Recibir el Cuerpo de Cristo, compartir con los hermanos… Cierto.

No obstante, estamos hechos a su imagen y semejanza. Dios está en los sanitarios que nos atienden y – por mucho que me cueste verlo- en los gobernantes que nos han puesto a los pies de los caballos. Al Señor ahora más que nunca lo tengo palpable en mi mujer que me cuida, en los ojos asustados de mis hijas tras las mascarillas. En las manos que se nos ofrecen de amigos, y vecinos primos. Está en los médicos que me llaman a diario concienzudamente desde el Centro de Salud. Lo está en los ánimos a través de las redes sociales y las oraciones que nos brindan. No es sólo que esté ahí, es que eso es también una inmensa Comunidad. La inabarcable comunidad de los hijos de Dios, estemos donde estemos.

No salir de casa en vano es hoy no tomar el nombre de Dios en vano. Rezad, cuidaos, sed pacientes, fijaos en ese Dios prójimo, el próximo más próximo que tengamos a nuestro lado. Somos una Comunidad generosa y solidaria. Escribo esto mientras escucho que Matutes ofrece el Gran Hotel Colón para convertirlo en Hospital ante la crisis o Quique Sarasola con Room Mate. Saquemos todos lo mejor de nosotros mismos. Yo lo único que puedo hacer es ser un buen paciente. Y rezar. Cierro los ojos y casi puedo oler el incienso purficando. Siempre rezando, siempre en gerundio.

Como recordaba ayer en Facebook Almudena de Maeztu, “volverá a reír la primavera...”. Mientras tanto nosotros sabemos que nos visitará cada mañana el Sol que nace de lo Alto. 

#QuédateEnCasa #ScalandoEnFamilia

1 comentario:

  1. Un abrazo fuerte y mucho ánimo. Nuestra fuerza está en la unión. Gracias por tu testimonio

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