Scala News

lunes, 12 de mayo de 2025

"El mal no prevalecerá"(León XIV)

 

Tuve la suerte de estar en casa y con casi toda la familia entorno al televisor el pasado día 8 de mayo y poder seguir en directo el anuncio de la elección de nuestro nuevo Papa. Como tantísimos católicos.

Confieso que desde el primer momento y sin tener ni la más más remota idea de quién era, en casa ya estábamos subyugados nada más verle aparecer por el balcón. Es cierto que estábamos todos bien predispuestos a que nos encantara fuera quien fuera porque nosotros, que somos muy naive, estábamos deseando recibir y acoger al sucesor de Pedro. Somos así de extraños y de ingenuos.  

Sin embargo, lo cierto es que la actitud de León XIV, su muestra de sencilla sensibilidad humana emocionándose, con los ojos vidriosos y tragando saliva, nos cautivó. La cara de bondad, pero de bondad de verdad, esa que refleja realmente el interior y, para mi, una frase en especial: “el mal no prevalecerá”. Tuve la sensación de estar escuchando una homilía de alguien profundamente bueno; un tipo de homilía recuperada en la que Cristo es el centro, se habla con claridad y sin tapujos de lo importante y nos impulsa con naturalidad –unos con otros- a evangelizar. Realmente si no es eso no es nada; vacuidad absoluta. 

Rápidamente, mientras escuchaba a tertulianos y opinólogos de toda condición, vi en internet el video y las fotos del entonces obispo de Chiclayo durante la pandemia procesionando con el Santísimo (muchos echamos de menos gestos como este y que en su momento, incluso algunos sacerdotes tildaron de cuasi mágicos); aquellos días pensaba en los leprosos del Evangelio y me daba muchísima pena una parte del clero. Eso contribuyó a que mi emoción se disparara definitivamente. Los días sucesivos lo he estado siguiendo, leyendo con verdadero interés tanto declaraciones suyas desde hace décadas como testimonios de quienes le han conocido. Decididamente el Espíritu Santo, una vez más, prevaleció. 

Sin embargo, confieso que no puedo soportar, que me sacan de quicio las comparaciones, bienintencionadas o no, con su predecesor inmediato Francisco. Que si sigue su “línea”, que si no lo hace, que si se reviste con la parafernalia adecuada para contentar a unos cuantos.... Algo realmente lamentable y cargado de intenciones ideológicas y una inmensa falta de fe en la acción del Espíritu y en la propia libertad de Sumo Pontífice. Porque el intento de adaptar la Iglesia, la liturgia y la doctrina a “mis intereses y gustos” no siempre es sólo cuestión de unos cuantos laicos. 

He oído poner verde en vida a Benedicto XVI a quienes se arrebolaban con Francisco, y reprobar a éste a quienes se emocionaban con cualquier signo de Benedicto. Supongo que eso es parte del teatro del mundo, pero no lo soporto. Sólo espero que quienes han estado defendiendo inusitadamente al Papa continúen haciéndolo con el actual... Yo me tomé la libertad de hacerlo desde este blog y en cuantas ocasiones públicas y privadas surgió la oportunidad. Porque es el Papa y cuando habla como tal, acato y ante discrepancias más o menos de fondo tomo como premisa que los más probables es que el equivocado sea yo. 

León XIV es el Papa, el sucesor de Pedro. Punto. Para mí no hay más que hablar. Con respeto y –en este caso- devoción filial rezo por él y siempre estaré a su lado y dispuesto a defenderlo. 

Yo le doy gracias a Dios por el nuevo Papa y me quedo scalando en familia.... et portae inferi non praevalebunt...