Scala News

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Despacito

No sé si os pasará a vosotros, pero hay ciertas canciones, aunque sean pocas, que sólo con escuchar la melodía me llevan inmediatamente al texto, me transportan a situaciones y hechos que comportan sensaciones íntimamente ligadas a esa música. No puedo evitarlo; soy así de raro.

La música en la liturgia es importante en cuanto nos ayuda a acercarnos al Misterio. Nos puede ayudar a centrarnos, a reflexionar, a orar, a celebrar y a participar. Por eso mismo es importante en la Eucaristía, aunque lo único insustituible son las manos del sacerdote, el pan, el vino y la subsecuente presencia real de Cristo.

He participado en algunas celebraciones católicas en las que he visto con envidia el color y el ritmo; me encanta el góspel, la música “movidilla” y el gregoriano. ¡Qué le voy a hacer! Soy un poco “…aquel que ayer no más decía”, de Rubén Darío. En mi parroquia disfrutamos de un coro sensacional en la misa dominical de las familias, y otro espectacular en la animada por los jóvenes y, sin duda, ayudan a conformar unas celebraciones especialmente intensas y atrayentes.

Precisamente porque le doy mucha importancia a la música no vería apropiado en la celebración de un matrimonio que la novia entrara por el pasillo al son de “Pueblo mío, qué te he hecho”, o que se recibiera en el templo a una criatura para ser bautizada mientras suenan los acordes de “La muerte no es el final”. Llamadme raro.

Por eso mismo creo que no me veo en la fila de la comunión mientras suena el ritmo de “Despacito”. Ahí, recordando instantáneamente el estribillo:

Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmo en las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito (sube, sube, sube)
(Sube, sube)”

Que conste que me gustan música y ritmo, pero vamos, que me parece un desatino usarlo en la liturgia. Ergo me parece un desatino el video que ha tuiteado @prensaCEE (la Oficina de prensa de la Conferencia Episcopal Española). Ese video termina con la siguiente afirmación: “¡La música ayuda a celebrar y rezar mejor!”. Ya, obviamente pero, como digo, yo no me veo celebrando la Eucaristía y…

Quiero ver bailar tu pelo
Quiero ser tu ritmo
Que le enseñes a mi boca
Tus lugares favoritos (favoritos, favoritos baby)
Déjame sobrepasar tus zonas de peligro
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido


Llamadme rancio.

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